#12: Tranquilidad

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El pelician se encontraba mirando al pelinaranja que seguía durmiendo a su lado, la habitación ya no tenía tanto humo debido a que este se disipó en el aire, no podía dormir con alguien a su lado por demasiado tiempo, sabía que el pelinaranja dormiría por 8 horas, y ahora había cumplido unas 4 horas.

— Idiota — Soltó con un tono con claro sueño, quería descansar.

Lo miró de rojo, específicamente en la zona de las costillas. "¿Le seguirá doliendo?" Esa pregunta pasó por su mente.

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Eran días en los que comenzaba como un padre soltero, tenía cargando a su pequeña en sus brazos. Era una tarde común, tenía ropa abrigada, ya que eran los comienzos de otoño, tenía a la pequeña infante de cabello peliazul también con ese tipo de ropa abrigada con tal de que está no pasará por nada de frío. Había pasado unas semanas luego de que la adoptó, durante esos días empezaba a considerar en regresar a la universidad, quería dar un buen ejemplo a la pequeña. Hacía lo mejor que podía para ignorar las miradas que lo juzgaban, de todas esas personas que lo miraban mal o por pena el tener una pequeña niña a su cuidado.

Hasta hubieron veces en la que unos desconocidos se le acercaron solo para recomendarle dejar a la pequeña en un orfanato, llegó el punto que hasta servicio infantil intentó quitársela, para su suerte, logró conservarla, y hasta con ayuda de sus padres, los denunció. Había dejado de hacer casi batallas de rap por su trabajo, que bueno que no lo había dejado, ya que quería conservar ese hobbie.

— ¿Que voy a hacer contigo, mi pequeña panda? — Se preguntó mirando a la pequeña dormir, le daba apodos de cariño solo para hacerla sentir comoda.

Finalmente se dió cuenta de donde estaba, se regañó mentalmente al ver que estaba en la parte más peligrosa de la ciudad, no podía creer que en verdad su suerte no era muy buena el día de hoy.

Comenzó el día primero con intentar contactarse con alguien para que lo ayudará, dando resultado que no muchos de sus amigos no estaban dispuestos a ayudarlo, trató de localizar a su mejor amigo, pero fue en vano, no sabría de él por unas cuántas semanas, cuándo llevó a la pequeña a la escuela se le olvidó la mochila, la peliazul se había metido en una pelea, llamándole la atención, pero fue por qué su hija la intentaron desnudar frente a todos, ya estaba considerado en cambiarla de escuela debido a que el director no hizo nada, casi se le quema el almuerzo al estar cancelando planes con su novia, tenía que decirle de que era padre tarde o temprano, ya se le estaban acabando las excusas.

Soltó un suspiro llenó de cansancio, no quería que el día empeore, lo bueno es que conocía esa callé junto a muchos de sus atajos, solo caminó por querer dar un paseó para despejar su mente luego de ese largo mal día, y solo se metía en lugares donde lo llevarían a tener más problemas.

— Yo y mi suerte de... — Se calló así mismo mirando a la pequeña moverse, sabía que se podría despertar por cualquier sonido.

Suspiró, se apoyó en una pared de uno de los tantos edificios de aquella calle, no quería sentarse ya que eso haría que la pequeña se despertará por la incomodidad. Estuvo regañandose así mismo por tanto tiempo que no se dió cuenta de que había comenzado a oscurecer, las ventanas se iluminaron por la falta de la luz del exterior, y las estrellas empezaban a salir. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte sonido que le era familiar, lo suficiente como para despertar del susto a la pequeña peliazul.

Él reconoció aquellos sonidos, eran disparos. Rápidamente miró alrededor abrazando a la pequeña niña, se dirigió corriendo a un callejón y se escondió detras de un basurero, la pequeña peliazul comenzaba a llorar del susto y el miedo. Hizo lo mejor posible para calmarla, ignoró a las personas afuera del callejón, que corrían hacía sus edificios para así poder refugiarse de los disparos, o peor de una bala.

«𝔼𝕣𝕖𝕤 𝕦𝕟 𝕥𝕣𝕒𝕚𝕕𝕠𝕣» PicoXBFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora