» [El Latido de mi Corazón- Luis Ángel Gómez Jaramillo] «
0:56 ─〇───── 3:14
⇄ ◃◃ ⅠⅠ ▹▹ ↻31 de octubre del 2023
El Día de Muertos es de mis festividades favoritas en todo el año, y aunque estaba lejos de mi país, no iba a dejarlo pasar por alto. Era la primera vez que hacía un altar por mi cuenta, y conseguir todo fue más complicado de lo que pensé. Usé una caja de cartón, la forré con papel negro, decoré con velas, papel picado que recorté con paciencia, y algunos pétalos de cempasúchil (¡encontrar esa flor en Japón fue toda una odisea!). Con cuidado, esparcí los pétalos alrededor de la caja. En el centro coloqué una foto de mi chihuahua, Patitas Chuecas, junto a un viejo juguete que me traje en mi última visita a casa.
Doy gracias que hasta este día de mi vida no he perdido a ningún familiar o una persona cercana a mi, así que todo el empeño y el espacio sería para mí peludito. Cada pétalo que caí parecían suspiros que dejaba ir, cada pétalo un dulce y nostálgico recuerdo que dolía y amaba por igual; jugar con él, pasear y correr con él, las travesuras de las que lo tenía que sacar como jugar con las almohadas de la sala; a todo esto acompañé cada recuerdo con una pequeña sonata en español que tarareaba, totalmente ensimismada a tal punto que no escuché cuándo un intruso abrió mi puerta y su rasposa voz resonó en todo el cuarto
—¿Qué haces, nerd? —la voz burlona de Katsuki me hizo saltar. Ahí estaba, cruzado de brazos y con esa sonrisita en el umbral de la puerta.
Llevé una mano al pecho, fulminándolo con la mirada.
—¡No entres así, animal! —le espeté, poniendo las manos en mi cintura.
Él solo rodó los ojos y entró, ignorando mi queja, observó el altar con una mezcla de curiosidad y burla.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Un ritual satánico o qué?
—Es un altar de muertos, ignorante —le respondí, lanzándole una mirada condescendiente. Noté cómo fruncía el ceño, confundido y suspiré—. ¿Nunca viste Coco?
Katsuki bufó irritado, como si le diera fastidio.
—No veo películas infantiles.
Solté una risa y negué con la cabeza.
—Ay, claro que no... —Me arrodillé para ajustar la foto de "Chuequito" (que en realidad se llamaba Patitas Chuecas Tercero, pero así le decía de cariño) y le expliqué—. El Día de Muertos es una tradición mexicana para recordar a los que ya no están. Hacemos altares en donde ponemos fotos, cosas que les gustaban, velas... y flores de cempasúchil, como estas —Tomé uno de los pétalos y se lo acerqué—. Se supone que los guían para que nos visiten en estos días.
Bakugo tenía su mirada puesta en la flor y cada relieve de esta luego la posó en el altar sus ojos danzaron, meticulosos a mi pequeña obra hecha con gran amor. Tenía el ceño fruncido, no con burla, más bien, como si intentará comprender, parecía interesarle de forma genuina. Por mi parte moví la cabeza a un lado y le dediqué una pequeña sonrisa, me giré sobre mis talones para colocar la última vela que se encontraba a la deriva, tal vez así se encontraban muchas almas, si es que existen han de estar desoladas, me entristeció, sacudí las manos como si desechara es idea mientras tanto le hablé un poco sobre mi perrito, así me distraía yo también.
—Ese chihuahua era Patitas Chuecas Tercero —dije con una risa suave—. Murió cuando tenía como doce años, y me dolió tanto que no quise tener otra mascota.
Bakugo asintió ligeramente, todavía en silencio y me sentí un poco más tranquila al verlo ahí, escuchando. Me levanté y me acerqué a su lado, pasando mis dedos suavemente sobre los pétalos de cempasúchil.