» [Tengo Todo Excepto a Ti- Luis Miguel] «
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La noche anterior no pude dormir, ya que siempre que cerraba los ojos sólo podía ver aquél hombre emplumado, que me tenía dando saltitos, los chillidos de emoción los intentaba ocultar bajo mi almohada para que los demás no se molestaran, supongo que mis compañeros me catalogaron como "una loquita enamorada".
La ilusión de verlo mañana era lo que, aún de madrugada, me tenía soltando pequeños gritos de emoción, la atracción es palpable y, para cuando saliera el sol, en unas cuantas horas, nos íbamos a besar en la azotea cómo lo había escrito en mi guion.
Ya con el sol de la mañana indicando que empezara mí día, me alisté, una corazonada me decía que todo iba a salir perfecto hoy, aparte, mis heridas de la cara ya no estaban inflamadas, el color normal de la cara regresaba y mi cabello lucía especialmente bonito hoy, sí, hoy todo saldrá tal y cómo lo espero.
—¡Buenos días, Hikari! —Saludé a la recepcionista de Hawks con una sonrisa radiante. Pude recordar su nombre gracias al gafete que llevaba. Ella me devolvió el saludo con una mirada intrigada.
—El señor Hawks me encargó llevarle estos documentos —Dijo la recepcionista. —¿Podrías entregarlos por mí? —colocó la pila de papeles sobre el mostrador. (Papeles que probablemente yo tendría que llenar en un rato).
—¡Claro! —Tomé los papeles y me encaminé hacia el ascensor.
Mientras esperaba, una sonrisa iluminaba mi rostro, la impaciencia por verlo incrementaba, quería ver su reacción. Hoy me había esforzado más en mi apariencia, me maquillé un poco más y me esmeré en mi peinado ¿Él lo notará? Deseo que sea así.
Llegué a su oficina, abrí la puerta sin siquiera molestarme en tocar, pero al pasar me sentí observada, vi que había hombres sentados al rededor de la gigantesca mesa, todos me miraban con desdén y superioridad.
¿Por qué Hikari no me dijo que Hawks tenía una reunión? ¿Por qué todos me miran? ¿Me manché de camino aquí? De forma instintiva, llevé una mano a mi cabello, empezando a juguetear con él. La necesidad de querer huir de este lugar se intensificaba cada vez que veía cómo cada uno de los hombres ahí me observaban.
Casi todos los varones de esa sala iban con trajes, pero Hawks iba con la ropa de ayer y traía puestos unos lentes oscuros, en lugar de sus característicos lentes color ámbar. También se encontraban algunos sidekicks de él, un escalofrío paso por mí, solo entregaré estos papeles y me largo.
—¿Qué hace esta niña aquí? —Preguntó uno de los hombres de vestimenta formal, mientras se fumaba un cigarro.
Hawks se levantó de su escritorio y se acercó a mí sin decir una palabra. Agarró mi brazo y me sacó de la habitación. —¿Quién te dio permiso para entrar aquí? —No pude ver sus ojos tras los lentes oscuros, pero su tono denotaba enojo, al igual que su sombría postura, y su mandíbula apretada.
—¿Qué está sucediendo? —Respondí mientras tragaba saliva, el desconcierto que me causaba la situación incrementó.
Él suspiró hastiado, el ambiente, esa gente y él, todo caía en una gran y extraña sensación, mi estómago empezaba a doler, la ansiedad iba en aumento.
—No vuelvas a entrar a mi oficina sin mí permiso, ¿entendido? —Se empezó a tronar los dedos, y no mantuvo quietas sus manos ni por un segundo, iban de su cara a los bolsillos de sus pantalones.
