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⇄ ◃◃ ⅠⅠ ▹▹ ↻23 de abril del 2023
Teníamos demasiadas reglas en los dormitorios, pero una de las más ridículas, según yo, era la de preparar la cena en grupos. Aizawa-sensei decía que lo hacía para fomentar la convivencia y el trabajo en equipo, como si no tuviéramos ya suficiente interacción entre clases, entrenamientos, y misiones.
Lo peor era que no podíamos elegir a nuestros compañeros. Él decidía quién iba con quién. Hoy me había tocado con Katsuki y Todoroki.
Genial. Katsuki. El chico explosivo que no se callaba ni debajo del agua. Si algo no le parecía, lo sabías, porque lo gritaba, te insultaba o lanzaba una de sus miradas de muerte. Y por supuesto, no íbamos a hacer un equipo tranquilo.
Luego estaba Todoroki. A diferencia de Katsuki, Shoto era todo lo contrario: serio, casi imperturbable, pero últimamente había una incomodidad latente entre nosotros. Desde... bueno, desde que nos besamos.
Nadie lo sabía, pero las cosas no habían vuelto a ser las mismas desde entonces. Las conversaciones se reducían a monosílabos y miradas tensas. No se que estaba pensando cuando se me ocurrió ir a su habitación el primer día que llegué a mi realidad deseada, soy una idiota.
—Oye, mitad-y-mitad, ¿vas a hacer algo o solo vas a quedarte ahí parado como un idiota? —escuché la voz de Katsuki resonando desde la cocina. Ya se estaba impacientando.
Nos había tocado preparar una sopa, pero como era de esperarse, Katsuki estaba haciéndose cargo de todo. Era obvio que no quería nuestra ayuda, pero por las reglas, al menos teníamos que estar presentes. Yo había optado por quedarme callada, evitando decirle algo que detonara otra discusión, hasta que vi la mirada de Shoto. Estaba tenso, más de lo normal, mirando la olla de agua hirviendo con una expresión que no le había visto nunca.
—Todoroki, apaga el agua y cuela la pasta —ordenó Katsuki, secándose las manos en un trapo, sin siquiera voltear a ver a Shoto.
Shoto no se movió. Solo se quedó mirando el agua hirviendo. Algo en su postura me dijo que no estaba bien.
—¿Qué? ¿Tienes cera en los oídos o qué demonios? —insistió Katsuki, empezando a frustrarse.
Shoto apartó la vista de la olla, pero no dijo nada. No hacía falta. Yo ya sabía lo que estaba pasando. Claro que tu mamá te queme la cara con agua hirviendo a los 5 años te debe de dejar con algún trauma.
—No puedo —murmuró finalmente.
Katsuki soltó una risa sarcástica. —¿No puedes? ¿De verdad no puedes hacer algo tan sencillo? ¿Apagar el agua y colar la maldita pasta? Eres un inútil.
Ese fue el detonante.
—¡Cállate, Katsuki! —le espeté, dando un paso adelante. Él se giró hacia mí con una mezcla de incredulidad y furia—. Todoroki no puede hacerlo, tiene fobia al agua hirviendo.
Katsuki parpadeó, confuso por un segundo. —¿Fobia al agua hirviendo? ¿Qué clase de idiotez es esa?
—No es una idiotez —Lo miré directamente a los ojos, sintiendo la rabia burbujear dentro de mí—. ¡Ni siquiera sabes lo que le pasó, así que no tienes derecho a hablar así!
El ambiente se tensó aún más. Katsuki frunció el ceño, claramente intentando procesar lo que acababa de decirle, pero antes de que pudiera responder, Shoto dio media vuelta y salió de la cocina en silencio.