Llegué al departamento que Rafael alquiló para mí, un espacio pequeño pero completo, de estilo minimalista y colores blancos por doquier que reflejaban una calma engañosa. Me dejé caer en el sofá y repasé los detalles antes de lanzarme a lo que tenía que hacer.
Rafael se adelantó en la llamada, riendo suavemente:
—Espero que llames para darme buenas noticias.—Mañana será, pero necesito ayuda para salir. Una mujer que se parezca a mí y unos cuantos infiltrados para que sea discreto.
—¿Como en aquella fiesta? —preguntó Rafael, evocando un viejo recuerdo.
—Exacto. ¿Me ayudas?
—Por ti, todo, ratón. Solo procura que esta vez no atraigas a ningún sabueso. Si nos pillan, estaremos en pedos muy grandes. Planifica bien tu escape. Te mandaré a quien necesites, incluyendo una de mis chicas, le pondré algunos detalles para que se parezca a ti y despiste las cámaras. Luego… te encargas de ella también.
—Eres tan crudo que resulta repugnante. Está bien, nos vemos mañana, ¡bye! —colgué antes de que pudiera responder y me dirigí a darme un baño.
El agua caía sobre mi cuerpo desnudo mientras mis pensamientos volvían a esa fiesta. Había sido mi debut a los 16 años, tras un par de años de entrenamiento. Entrar sin levantar sospechas fue un reto. Todo marchaba bien hasta que, al intentar salir, ninguna de las chicas estaba en su lugar. Me inquieté, pero me fui a la barra y pedí una copa de vino, esperando encontrarlas mientras observaba con disimulo. Entonces lo vi. Un hombre entre la multitud, sus ojos fijos en mí. Traté de ignorarlo, pero su mirada se clavaba cada vez más profunda. Sonreí y alcé mi copa. Él desvió la vista por un instante y luego empezó a caminar en mi dirección.
No dudé; me escabullí hacia la salida principal y avisé a Ramsés, quien movilizó a las chicas que ya estaban listas. Salimos por las escaleras de emergencia. Erina, con su impecable puntería, se encargó de destruir las cámaras a medida que avanzábamos, disparando con silenciador. Jesy, por su parte, se ocupó de los registros de seguridad. Se escabulló en la sala de cámaras y, coqueteando con el supervisor, robó los archivos. Era brillante, capaz de salirse con la suya con una sonrisa.
Sin embargo, no escapé del todo. Ese hombre, que luego conoceríamos como el sabueso, empezó a seguir mis pasos, sin lograr atraparme gracias a Ramsés. Nueve años después, sigue tras mi rastro; aún no sé quién es realmente, solo conocemos el apodo de su detective: "Hec", mismo que nadie conoce.
Horas después, llegué a la fiesta. Los hombres de Rafa y la mujer que serviría de señuelo ya estaban en sus lugares. Me aseguré de conocer los puntos ciegos de las cámaras y coloqué fotos de los pasillos estratégicamente en aquellas que comprometían mi entrada. El resto las volteé.
Entré hasta la oficina del anfitrión.
—Tu fiesta es un poco anticuada.—Wei sonrió, divertido
Wei:¿Te parece? Supongo que para alguien de 25 años esto sí es anticuado.— Caminé lentamente hacia él, y al ver que mi presencia le complacía, me acerqué aún más.
—Una invitación tan especial como esta no podía perdérmela.
Me senté sobre su escritorio, dejando una pierna elevada y la otra sostenida, de modo que mi posición proyectaba confianza. Wei se levantó y me rodeó, su mirada recorriendo cada movimiento.
Wei: Una mujer tan guapa como tú merece algo de reconocimiento —sus dedos acariciaron mi mejilla—. Sé que tendrás un buen desempeño en tu nuevo trabajo.
Su otra mano subió por mi pierna. Llevaba un vestido negro ceñido que apenas cubría mis muslos, dejando un poco de piel al descubierto.
Wei: Estoy acostumbrado a ver cómo las mujeres no ceden ante las buenas intenciones de un hombre. ¿Tú qué opinas? —continuó, mientras su mano se deslizó, apretando levemente mi muslo.
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las raices del peligro. Rindo Haitani
Fanfic(hermanos Haitani #2) ¿Quien diría que así sucederían las cosas? Sin conocerte. Sin conocerme, solo dos extraños que ocultan sus secretos, que ocultan sus miedos... No voy a mentirte. Tengo miedo a lo que el futuro me espera, lo que pasara mañana m...