Idiota

17 1 0
                                    

Catalina

La tensión entre Logan y yo no había hecho más que aumentar desde esa última conversación en el tejado. A pesar de que me había sentido comprendida de una forma extraña y reconfortante, su manera de ver las cosas era demasiado diferente a la mía. Al día siguiente, el silencio entre nosotros era casi insoportable. Cada vez que lo miraba, me daba cuenta de que algo en su seriedad me hacía sentir algo que no quería admitir. Y aunque trataba de esconderlo, creo que él también sentía lo mismo.

El día transcurrió con una calma tensa mientras intentábamos organizar las pocas provisiones que quedaban en el refugio y planear cómo conseguir más. Cada vez que hablábamos, cualquier tema terminaba en una diferencia. Hasta lo más mínimo parecía encender una chispa entre nosotros.

—Tenemos que racionar mejor las provisiones —dijo Logan, inspeccionando la pequeña despensa.

—¿Me lo dices a mí? Yo no fui la que casi se acabó toda el agua ayer —respondí, un poco más cortante de lo que pretendía.

Logan se giró con los ojos encendidos. —Eso fue porque tú me diste una botella rota que apenas tenía agua. Y, por cierto, si vamos a empezar con eso, podríamos hablar de que tú eres la que insiste en hacer fogatas, llamando la atención de cualquiera.

—¡Necesitamos calentarnos! No todos somos como tú, hechos de piedra y frialdad. —Mi tono era de pura frustración. Su falta de comprensión me estaba sacando de mis casillas.

—¡No soy de piedra! Solo estoy siendo realista, Catalina. Este mundo no tiene lugar para sentimentalismos. Si no puedes soportarlo, tal vez deberías irte. —Su voz sonaba dura, pero algo en sus ojos me decía que también estaba luchando consigo mismo.

—¿Sabes qué? Quizás tienes razón. No tengo que soportar tu frialdad. ¡Estoy cansada de tus actitudes, Logan! Eres un idiota—respondí, herida por sus palabras pero sin querer mostrarlo.

Antes de que él pudiera responder, tomé mi mochila, revisé que tuviera suficiente agua y algo de comida, y salí del refugio sin mirar atrás. Lo último que escuché fue su suspiro, que intentaba cubrir un insulto ahogado. No pude evitar sentirme herida, pero también estaba llena de rabia. Sabía que no era buena idea separarme de él, pero ahora mismo, lo único que deseaba era poner la mayor distancia posible entre nosotros.

Caminé durante horas, tratando de calmarme y de pensar con claridad. Las calles estaban tan vacías que el silencio era casi insoportable, y no pude evitar recordar lo que Logan había dicho sobre el peligro. Quizá tenía razón en que los sentimientos me estaban haciendo débil, pero no podía aceptar la idea de ser como él: alguien que solo veía la supervivencia como una cuestión de lógica y frialdad.

La noche cayó rápidamente, y en el horizonte vi una construcción que parecía ser una antigua fábrica. Decidí que sería mi refugio hasta el amanecer. Al entrar, el lugar estaba oscuro y desolado, con máquinas oxidadas que parecían fantasmas en la penumbra. Encendí una linterna pequeña y encontré una esquina relativamente segura. Al sentarme, el eco de la discusión volvió a mi mente. ¿Por qué me importaba tanto lo que Logan pensaba de mí? Lo último que necesitaba era preocuparme por eso ahora.

De pronto, escuché un ruido al otro lado de la fábrica. Apagué la linterna y contuve la respiración. Unos pasos lentos se acercaban, acompañados por un sonido gutural. Sabía lo que eso significaba: uno de esos infectados andaba cerca. Saqué mi cuchillo, y mientras me preparaba para enfrentarme a esa criatura, me di cuenta de que Logan tenía razón en algo. No podía permitirme ningún error. Este mundo no perdonaba los errores.

Apenas me dispuse a atacar, el infectado se abalanzó sobre mí. La adrenalina me hizo actuar rápido y logré esquivarlo, aunque caí al suelo en el intento. La criatura volvió a lanzarse, y cuando estaba a punto de alcanzarme, le lanze el cuchillo que Ramiro me dio antes de que falleciera.

Polos opuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora