Logan
El vacío que dejó Catalina cuando se fue, fue más pesado de lo que esperaba. Tras nuestra última discusión, me quedé solo en el refugio, rodeado de un silencio sofocante que me hizo cuestionar mis propias decisiones. Cada rincón parecía recordarme su presencia, y por primera vez en mucho tiempo, sentí la verdadera soledad. Sabía que era por orgullo que no había intentado detenerla. Y ahora, cada día que pasaba se hacía más difícil cargar con el peso de mi propia estupidez.
Llevaba días buscándola, recorriendo calles en silencio, escondiéndome entre los escombros y siguiendo cualquier rastro que pudiera encontrar. A veces veía huellas, o algún rastro de una fogata apagada, y cada vez que encontraba algo, el impulso de seguir era incontrolable. Lo único que quería era asegurarme de que estaba bien, porque esta ciudad no perdonaba la debilidad, ni las distracciones.
Era el sexto día cuando finalmente llegué a una fábrica abandonada. Mis instintos me decían que alguien había pasado por ahí recientemente; encontré algunos restos de comida y señales de actividad. Sentía que estaba cerca. La idea de que pudiera estar aquí me llenaba de cierta esperanza, aunque me mantuve en alerta. Si Catalina había sobrevivido hasta ahora, probablemente había encontrado a alguien. Eso era bueno... ¿o malo? No estaba seguro.
Con cautela, subí las escaleras hacia el tejado que estaban a un lado del edificio, moviéndome en silencio. Al llegar arriba, me quedé quieto, escuchando. A lo lejos, pude distinguir una silueta familiar mirando hacia el horizonte. Mi corazón dio un vuelco al reconocerla. Catalina. Allí estaba, intacta, tal y como la recordaba, aunque había algo en su postura que reflejaba el cansancio de estos días. Daba la impresión de ser mucho más fuerte que la última vez que la vi. Era extraño; había querido encontrarla, pero ahora, viéndola, sentía que las palabras me fallaban.
—Catalina —llamé en voz baja.
Ella se giró rápidamente, con el cuerpo tenso, como si estuviera preparada para enfrentarse a una amenaza. Pero al verme, su expresión cambió. Hubo sorpresa, pero también algo más, una emoción que no pude descifrar de inmediato, simplemente me acerque y me sente cerca de ella.
—Logan —respondió, cruzándose de brazos. Su voz era fría y su mirada me atravesaba como si yo mismo fuera un intruso.
Nos quedamos en silencio durante unos segundos, cada uno midiendo al otro, y no pude evitar sentir la tensión acumulada entre ambos.
—Te has estado escondiendo bien —dije, intentando aligerar el ambiente. Pero mis palabras no parecían tener el efecto que esperaba.
—No me he estado escondiendo, Logan. Solo estaba sobreviviendo —replicó, con un tono que dejaba claro que no había lugar para bromas. Su mirada estaba fija en mí, con una intensidad que me desarmaba.
Me acerqué despacio, hasta que quedé junto a ella en el borde del tejado. Desde esa altura, la vista de la ciudad era tan desoladora como siempre, pero en este momento, me pareció menos imponente. Quizás porque, por primera vez en días, había encontrado algo en este lugar que tenía sentido.
—Fui un idiota por dejar que te fueras —dije finalmente, rompiendo el silencio. No me importaba el orgullo en ese momento; la verdad era lo único que quería decir.
Catalina suspiró y volvió su mirada hacia el horizonte. —No necesitabas decirlo. Ya lo sabía.
Ambos nos quedamos en silencio, y por un instante, el peso de todas nuestras peleas y diferencias se desvaneció, reemplazado por una especie de tregua. Catalina era fuerte, y verla así me hizo darme cuenta de cuánto me había equivocado al pensar que mis decisiones eran siempre las correctas. Había sobrevivido, y lo había hecho a su manera, sin necesitarme.
ESTÁS LEYENDO
Polos opuestos
Fiksi RemajaEn un mundo apocalíptico donde el cielo se tiñe de rojo cada noche, dos desconocidos, Catalina, una chica de espíritu optimista que nunca ha salido de su refugio, y Logan, un chico marcado por las pérdidas y acostumbrado a luchar solo, se encuentran...