Ya habían pasado unas semanas desde que habíamos llegado y desde que había pasado esas cosas con Killian.
Aún me sonrojaba de solo pensarlo.
Según me había dicho Killian, tuvo que irse a un viaje de negocios en Londres, pero que intentaría estar el fin de semana con mi familia y conmigo.
Y yo solo podía pensar en como había pasado todo esto, todo esto era surrealista.
Hace semanas ni siquiera me acordaba de él, hace unos días lo odiaba y luego, para rematar, deje que me diera tres orgasmos.
Dos en un maldito probador de una tienda de vestidos de novia, y otro en un baño.
¿Es que acaso me había vuelto loca?
—Lex, levanta de una vez —me tapé de nuevo con la manta, intentando dormir un rato más.
No es que hubiera dormido muy bien hoy, y todo por culpa de Killian y la situación que estaba pasando.
—No quiero dormir, así que hoy será mi día libre en el que nadie puede molestarme —ella me quitó la manta de golpe, quejándome por eso.
—Perdona por no ser Killian y despertarte con orgasmos —levanté la mirada para verla mal. ¿Se había vuelto loca?
Ni que necesitara a Killian para despertarme a base de orgasmos.
—Vete a la mierda Lena, eres de lo que no hay —la escuché reírse.
—Anda levántate que debemos desayunar. En una hora llegarán tus tías, tu abuela y tu madre para organizar un poco la boda.
Bufé, y todo por Killian.
¿Qué le hacía pensar que me casaría con él?
Ya incluso tenía un plan para decirle que no en medio de todos y huir como en las películas.
Me levanté con muy pocas ganas y fui a prepararme un poco antes de ir a desayunar con Helena. Las cosas estaban marchando muy bien y el piso era precioso, es verdad que aún había cosas por organizar, pero nos tomábamos nuestro tiempo, porque lo más importante ya lo teníamos.
Salí lista para ver a Lena viendo su teléfono mientras comía cereales. Yo me decidí por hacer unas tostadas.
—¿Sabes una cosa? —la miré—. No entiendo mucho tu manera de odiar a Killian, tanto es el odio que sientes, que dejaste que te diera tres orgasmos y los tres fueron sin su gran paquete.
Le miré mal tirándole una mandarina que esquivo riendo.
—Solo digo mujer, tampoco debemos acudir a la violencia. Solo me sorprende que antes de venir aquí estabas diciendo que lo odiabas con todo tu ser y ahora estáis en esta situación surrealista.
—Ni siquiera yo puedo entender como se me paso por la cabeza dejarle tocarme de esa manera, pero no pienso negar que fue increíble —ella volvió a reír.
—Yo sabía que te atraía cuando vimos esa foto, pero te negabas, porque eres una persona que ama estar en negación. Eres una persona muy terca que lo sepas, pero lo más importante... Te gustó que te agarrara por el cuello, ¿verdad que sí pervertida?
Bufé, pero asentí.
Le di la espalda para preparar mis tostadas, completamente sonrojada.
—¡Lo sabía! —la escuché reír.
Bufé de nuevo, maldita mejor amiga que me cargaba, ¿por qué debía burlarse de mí de esa manera?
—Graciosa que eres cuando quieres —terminé y me senté en mi lugar viéndola reírse sin parar.
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Pasiones Enfrentadas |+18| ©
RomanceDonde Alexandra Sarosi debe enfrentarse a todos los comentarios de su familia respecto a su vida amorosa. O Donde Killian aparece en escena para salvarle el culo a la chica que más odia.