2. Me niego

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El día por fin había llegado, no estaba asimilando que en unos minutos estaría por pisar Rumanía junto a mi mejor amiga.

Desde ese día, no supe más de Killian, lo cual agradecía bastante porque no estaba para aguantar a un capullo como él.

Solo esperaba que siguiera así. 

El caso es que durante los días siguientes estuvimos tanto Lena como yo organizando todo, viendo que no nos faltara nada. Lo bueno, es que todo estaba muy bien ordenado, porque ambas éramos personas muy ordenadas.

Sonreí viendo por la ventana, estaba emocionada y ya podía ver la ciudad que tanto amaba, en una hora y pico estaría en la ciudad donde se habían criado mis padres y no podía estar más emocionada por ello. Los vería por fin a todos, y me quedaría definitivamente.

—¿Emocionada mejor amiga? —asentí con mucha emoción, dejé caer algunas lágrimas y ella me abrazó por los hombros, apoyando su cabeza en él.

Sonreí y el avión logró aterrizar sin ningún problema.

Agarramos nuestras cosas y salimos de ahí unos diez minutos después.

Sonreí al ver todo.

Qué surrealista era todo.

—¡Mi amada Rumanía! —reí bajito al escuchar a mi mejor amiga gritar y sonreír.

Fuimos a por nuestras maletas y salimos para saber quién había venido a buscarnos.

—¿Quién dijiste que vendría a buscarnos?

—Según mi abuela, dijo que un amigo de la familia vendría a buscarnos para llevarnos a la ciudad. Pero no me dijo quién era, además, estoy segura de que si me dijera el nombre no sabría quién podría ser porque no conozco a nadie de ahí.

Ella asintió.

—Bien —buscamos con la mirada a la persona.

¿Dónde demonios podría estar esa persona? El problema de todo esto es que no sabía nada de como era, ni siquiera sabía como sabríamos quién era la persona.

—Buenos días señoritas —ni siquiera quería darme la vuelta para verlo. ¿Cómo demonios sabía que veníamos? ¿Y por qué coño estaba aquí?

Mi mejor amiga si se dio la vuelta, yo no pude hacerlo. Mi cuerpo no funcionaba ni un poco.

—¿Killian?

—El mismo, ¿por qué tu mejor amiga parece una estatua? —noté su tono burlón.

Bufé y me di la vuelta como pude para verlo.

¡Puta madre! Qué persona más alta, estaba segura de que me sacaba dos cabezas como mínimo.

Dios, sí que estaba muy bueno, aún mejor que en las fotos que tenía en Instagram.

—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que me salió.

—Buenas tardes a ti también preciosa —volteé los ojos.

—Habla de una vez.

—Grosera que eres. Tu abuela me dijo que viniera a buscarte para llevaros a casa. Así que eso haré —hizo una pequeña pausa—. Estos días me he ofrecido a ser vuestro chofer.

—Ni de coña, muchas gracias, pero prefiero pedir un Uber antes de subirme a tu maldito coche —él me miró divertido.

—Cariño, no seas así. Además, yo me ofrecí y los dos sabemos que tu abuela me adora muchísimo, así que no tienes otra opción.

—De tenerlas, las tengo.

—Bien, entonces búscate la vida —miró a mi mejor amiga.

—Yo... Yo me quedó con ella —él asintió y caminó hacia la salida.

Pasiones Enfrentadas |+18| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora