𝕽𝖊𝖛𝖚𝖊𝖑𝖔 𝖉𝖊 𝖈𝖍𝖎𝖘𝖒𝖊𝖘

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𝕲𝖊𝖔𝖗𝖌𝖊 𝖕𝖔𝖛:

Hoy no había sido un día fácil para Mercedes, y menos para mí. La primera sesión de prácticas del viernes había sido caótica. Los problemas con la configuración de los volantes fueron más persistentes de lo esperado, haciéndonos perder un tiempo precioso que debíamos estar usando en el trazado y en ajustar la estabilidad. Como si eso no fuera suficiente, había surgido un problema que, al parecer, no se iba a desvanecer con facilidad: Alpine nos había puesto en la mira. Según ellos, el suelo de nuestro monoplaza estaba tan cerca del piso que rozaba los límites de lo permitido, otorgándonos una ventaja de velocidad "significativa". A ojos de ellos, era una clara transgresión que merecía ser investigada.

Sabía que la investigación sería exhaustiva y que el equipo trabajaría para demostrar que estábamos operando dentro del reglamento, pero eso no hacía que el día fuera menos frustrante. Cada vuelta que di se sintió incompleta, las curvas no respondían como quería y el balance parecía estar en un tira y afloja constante. Y ahora, además de los problemas mecánicos y la presión del equipo rival, me esperaba una maratón de entrevistas en las que los medios, como aves de rapiña, seguramente se lanzarían con preguntas punzantes sobre la situación con Alpine.

En el camino hacia la zona de prensa, me detuve por un segundo, viendo cómo los demás pilotos terminaban sus propias sesiones. Max caminaba hacia el hospitality de Red Bull con una sonrisa confiada; probablemente sus prácticas habían salido como esperaba. Alpine, a su vez, estaba a plena vista, con sus ingenieros en una especie de charla que de seguro incluía nuestra supuesta ventaja. Y ahí estábamos Lewis y yo, en medio de esta tormenta de acusaciones, frustrados, con el equipo bajo presión y esperando que las entrevistas no se convirtieran en un interrogatorio.

Al llegar a la sala de prensa, noté el bullicio habitual y sentí las miradas curiosas de todos los reporteros, quienes, sin duda, ya habían preparado preguntas incómodas. Lewis y yo intercambiamos una mirada de resignación. Ambos sabíamos que, a pesar de las tensiones, teníamos que mantener la calma y responder con la diplomacia que nos caracterizaba. Nos sentamos y, en un segundo, las preguntas empezaron a volar como dardos.

—"¿Qué opinan sobre las acusaciones de Alpine? ¿Creen que tienen ventaja por la posición del suelo del monoplaza?" —lanzó un periodista desde la primera fila.

Respiré hondo, tratando de mantener la serenidad. Sabía que, en este tipo de situaciones, cualquier respuesta podía ser malinterpretada. Lewis, con su experiencia, tomó la iniciativa.

—"En Mercedes siempre hemos respetado el reglamento y estamos seguros de que todo está en orden. Si se requiere una revisión, cooperaremos completamente, pero confiamos en nuestro trabajo y en nuestro equipo," —respondió, su voz calma y medida.

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