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Desde mi lugar en el interior del armario de la sala de control, alcancé a ver a la perfección lo que sucedía.

Primero, a Sora le entregaron un bolso de cuero que contenía una pequeña caja de primeros auxilios. Después, a los tres miembros de la OPE les inyectaron algo en la nuca que, según había escuchado, era un conjunto de nanomáquinas capaces de enviar una señal satelital con el fin de desempeñar diversas funciones.

—¿Cómo es eso de las nanomáquinas? ¿Máquinas pequeñas? ¿Qué hacen? —inquirió Exen, curioso como él era.

La mujer que los había inyectado pareció entusiasmada de responder esa pregunta:

—Las nanomáquinas estarán dentro de sus cuerpos para enviar señales vía satélite que se recibirán en la base de control. No solo podremos rastrearlos gracias a ellas, sino que las nanomáquinas absorberán cualquier señal que se encuentre alrededor y enviarán coordenadas específicas para que sepamos con exactitud lo que se encontrará a varios kilómetros. —Tenía un gran y fluido dominio sobre el tema que me recordó un poco a Nina—. Además de eso, estas nanomáquinas nos permitirán saber con certeza el estatus de sus cuerpos. Su temperatura, nivel de estrés, el daño que reciban si los atacan o cualquier traumatismo que puedan sufrir durante la misión.

Al igual que yo, Exen quedó sorprendido por la información.

Pasé a fijarme en el traje especial que vestían. Era de color azul oscuro, con mangas largas y de una sola pieza. Se ceñía al cuerpo de tal modo que en el caso de Exen y Ecain, sus atléticos cuerpos quedaban marcados.

Consideré importante buscar la manera de hacerme con uno de esos trajes, porque se notaba que tenían incorporado un chaleco antibalas.

A la sala de control ingresaron Butterfly y Ligre. La pelirroja observó con cierta petulancia a la unidad y después habló:

—Las armas están en el avión, cargadas y listas para ser usadas —informó. Otra mujer entró a la sala sosteniendo una bandeja plateada que contenía unos pequeños tapones de color negro—. Pongan esto en sus orejas —señaló la bandeja y los tres miembros cogieron uno cada uno para colocárselos—. Se llaman: duif. Se trata de una serie especial de comunicadores de audio pertenecientes al Sistema de Comunicaciones DUIF, desarrollado por el equipo de tecnología de La RAI. Les permitirán escucharnos en todo momento. Así nos mantendrán informados y en caso de emergencia podrán pedir refuerzos. No se caerá porque el pegamento incorporado se adherirá a la piel.

—Si se fijan bien, en las mangas de sus trajes hay una pantalla —intervino Ligre. Exen alzó una mano y alcancé a ver la pequeña pantalla encajada en la manga del traje a la altura de su muñeca—. Cuando se adentren en El Imperio, la pantalla generará un limitado mapa de la zona. A medida que vayan avanzando, el camino se irá revelando gracias a la señal que las nanomáquinas en su cuerpo enviarán por satélite. Desde aquí estudiaremos la señal para generar un mapa más claro, nos guiaremos por las ondas de calor y marcaremos en sus pantallas el lugar específico en donde se encontrarán los científicos.

Dicho así parecía muy fácil, pero estaba segurísima de que no lo sería.

Ligre paseó su vista sobre cada uno de ellos como si necesitaran una última inspección, y tuve que alejarme de la abertura de la puerta que me permitía observar hacia afuera porque por un momento su mirada también enfocó el armario.

Pasado casi medio minuto, volví a echar un vistazo.

Ya estaba fuera de su rango de visión.

—El nivel de oxigeno llegará a su límite en seis horas. Hemos dispuesto en el avión diecisiete tanques para mínimo cien horas de oxígeno. También añadimos un vehículo con compartimientos para transportarlos. Cámbienlos media hora antes de la hora límite.

ASFIXIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora