La primera mirada

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El sol se ocultaba detrás de los edificios de Juárez, tiñendo el cielo de un naranja profundo que hacía que la ciudad pareciera un lienzo de colores vibrantes. Lía miraba nerviosa el reloj mientras alistaba sus cosas para irse al primer show en el que trabajaría. Con solo 16 años, había decidido que era hora de empezar a luchar por sus sueños, y ese trabajo era el primer paso hacia su meta: estudiar cine.

—Relájate, Lía. Es solo el primer día —se decía a sí misma mientras respiraba hondo.

Al entrar al recinto de la municipalidad, el bullicio de risas y conversaciones la envolvió. El grupo de "greñuditos" era conocido por su energía y espíritu festivo, ya Lía le intrigaba cómo se desenvolvían en medio del caos de la producción de eventos. Sin embargo, también sentía la presión de ser la nueva en un lugar donde todos parecían conocerse desde hace tiempo.

Mientras se orientaba, escuchó el sonido de una movilidad que se detenía frente al edificio. La emoción aumentó en su pecho al ver cómo todo el equipo ingresaba, llevando consigo un aire de camaradería y diversión.

Primero entró un chico de peluca castaña que charlaba animadamente con otro de peluca azul. Ambos llevaban trajes de payasos llenos de colores vibrantes, y sus risas resonaban en el pasillo. Un tercer chico de peluca negro siguió sus pasos, bromeando sobre alguna ocurrencia del día.

Detrás de ellos, Lía vio a dos chicos más de producción organizando el equipo. A pesar de su nerviosismo, la energía del grupo la animaba. Se sintió un poco fuera de lugar, pero al mismo tiempo emocionada por ser parte de algo tan dinámico.

Mientras todos se acomodaban y empezaban a preparar para el espectáculo, Lía se dedicó a observar. La forma en que los payasos se movían, la manera en que los de producción coordinaban todo, le fascinaba. Se dio cuenta de que había algo mágico en el aire, algo que prometía risas y emociones.

A medida que el ambiente se iba cargando de entusiasmo, Lía se sentía más relajada. Se acercó a uno de los chicos de producción, que tenía una actitud amigable y estaba ajustando los micrófonos.

—Hola, soy Lía —dijo con una sonrisa. —Es mi primer día aquí.

—Bienvenida, Lía. Yo soy Miguel —respondió el chico, sonriendo de vuelta. —Me imagino que debo ayudarte en la parte de producción musical. 

Mientras el evento se acercaba, Lía se dedicaba a organizar el equipo de producción junto a Miguel en el espacio que les habían asignado. La emoción en el aire era palpable, y el bullicio de risas y música llenaba el recinto. Los payasos se preparaban a su alrededor, pero Lía aún no los había visto, ya que durante todo el viaje había estado absorta en su celular, revisando mensajes y tratando de calmar sus nervios.

A medida que las luces comenzaban a atenuarse, Lía sintió un escalofrío de anticipación recorrer su cuerpo. Miguel, con su energía contagiosa, le explicó rápidamente el programa de la noche.

—Primero, ellos entran haciendo un desfile de payasos, luego hay un par de trucos de magia y, al final, un gran número con música —dijo Miguel, mientras revisaba los cables de sonido. —¡Tienes que ver lo que hacen!

Lía observaba cómo los payasos se movían tras bambalinas. Un chico de cabello castaño estaba balanceándose en un pastel mientras trataba de hacer malabares con pelotas de colores. Otro, de cabello azul, hacía un gesto exagerado como si estuviera luchando con una cuerda invisible, provocando risas en el grupo.

—Ese es Randy—señaló Miguel, riendo—. Siempre tiene un truco nuevo bajo la manga. La última vez, se metió en un globo gigante. ¡Increíble!

Mientras Miguel compartía anécdotas sobre los payasos, Lía se sentía cada vez más cómoda. Las historias de Miguel hacían que los nervios se desvanecieran, y ella empezaba a imaginarse en ese mundo lleno de risas y alegría.

CUANDO NUESTROS OJOS SE CRUZARON - Randy MesmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora