La vida que me había tocado era una mierda de un tamaño... Enorme. Por si fuera poco, ya que no había dejado que avisaran a ningún profesor ni al director, a nadie, me habían obligado a llamar a algún familiar que pudiera venir. Porque la tía Clara no estaba. Y resulta que Diana sin mi permiso llamó a Lucas -yo les había hablado sobre él- y le contó absolutamente todo. No quería imaginar a Lucas. Solo necesitaba saber lo que me había dicho Diana para darme cuenta de que en cuanto llegara, en unos minutos, explotaría.
Yo estaba en el sofá de el salón, con una manta tapada hasta el cuello. Paula y Diana me curaban mientras Alex y Cameron reían. Matt había llegado hace un rato, por lo que sabía y oía estaban todos en la cocina hablando. Yo me mordía el labio, la mejilla internamente y me comía las uñas.
Me daba miedo saber que diría Lucas. Él siempre me dijo que yo podía confíar en él en lo que fuera. Y yo lo sabía. Pero entenderme, no era fácil hablar de esto. Nadie sabia lo que me pasaba excepto la gente del instituto. Lucas me dijo que debía seguir siendo yo. Estuve cuatro años en el instituto de nuestra ciudad después del accidente. No aguantaba el estar allí. Así que sin previo aviso me fuí. Un día dejé de asistir a clases con mis mejores amigos, Daniela y Jason. Hace tres años que no sabía nada de ellos. Los dejé, sin más. Lucas me decía que de vez en cuando aún preguntaban por mí. Le dije a Lucas que no les dijera nada. Era mejor así. Yo era un peso para ellos.
Jason era como yo, buen estudiante y tenía carácter, vaya que si lo tenía. Parecía un niño bueno y agradable, porque lo era. Pero tenías que procurar no enfadarlo. Él tenía el pelo marrón chocolate, tenía mucho acné, aparato, y gafas. Descrito así era horrible. Tenía los ojos avellana, algo común. Pero Jason era bonito, en realidad era guapo. Pero tímido, no quería que se metieran con él. Era de ese tipo de personas que se ponen rojas cual tomate al decirles un cumplido, po muy pequeño que sea.
Daniela era... Daniela. Estaba loca. Como una cabra. Tenía el pelo pelirrojo y unos ojitos azules que emanaban amor, diversión y locura. Ella era más de salir de juerga. Le gustaba la fiesta. Era guapa y tenía buen cuerpo. Tenía a muchos chicos detrás. Pero ella siempre había soñado con el chico indicado. Con un príncipe azul. Era muy enamoradiza.
Yo los quería muchísimo. Eramos algo así como los trillizos. No nos separábamos nunca. Cuando pasó todo esto, me vine abajo. Y ellos, siendo niños, me intentaron ayudar durante cuatro años. Jason bajó de sobresalientes a bienes. Daniela de aprovadillos y bienes a todo suspenso. Así que me fuí sin dejar rastro.
Lucas me dijo que aquí tenía que sacar mi caracter. Me dijo que me dejaba estar aquí porque sabía que yo podía cuidarme sola. Ahora tenía miedo. Miedo de que me llevara de aquí. Alejarme de todo esto. Suplicaba que eso no ocurriese.
Mi corazón paró de latir y volvió ha hacerlo a toda velocidad cuando escuché las llaves de la casa. Todo fue silencio y escuché como Lucas preguntaba algo. No quise escuchar y tapándome de nuevo, me acosté cerrando los ojos aguantándo lágrimas. Alguien abrió la puerta de el salón, entró sin hacer ruido y cerró despacio. Escuché unas pisadas firmes pero silenciosas. Yo tapaba mi cabeza con la manta. El sofá se hundió a la altura de mi barriga. Capté el olor familiar de la colonia de mi hermano mayor.
-Leslie, ¿Estás despierta?- Susurró tirando un poco de la manta a lo que yo hacía fuerza-Vamos Less.- No quería que me viera la cara.
Yo sujetaba com fuerza la manta evitando que la quitara de mi cara. Lucas seguía insistiendo. Paró de tirar y escuché como suspiraba. Se movió un poco y di un brinco al notar como intentaba hacerme cosquillas. Me quité la manta de la cara sin tan siquiera darme cuenta. Lucas aún con una pequeña sonrisa sujetó la manta para que no me volviera a tapar. Suspiré y apoyé mi cabeza de nuevo en el apoyabrazos. No le podía mirar a los ojos. No sabía que hacer o decir. Miraba la tele apagada.
La mano de Lucas se acercó a mi cara y palpó muy suavemente mi barbilla, luego mi pómulo y por último mi frente. Puse una mueca de dolor en la frente, era la que más dolía.
-Mírame.- Lentamente puse mis ojos en él.
Pensaba que estaba enfadado, furioso, e incluso que me mandaría a la mierda y me revolaría algo por la cabeza. Pero no. Su mirada contenía pena, tristeza, arrepentimiento y culpabilidad. ¿Porqué?
-Deberías habermelo dicho.- Dijo suavemente y con un hilo de voz acariciando mi pelo.
-Lo sé.
Me repetí a mi misma constantemente en mi interior
No llores.
No llores.
No llores.
No llores.
No llores.
No llores.
No llores.
No funcionó. Una lágrima se me escurrió y prácticamente me lancé a Lucas. Rodeé su cuello con mis brazos y él pasó sus brazos por mi cintura acariciándola y susurrándome que me tranquilizara mientras yo lloraba en su hombro.
-¿Porqué a mí?¿Que les he hecho?
-Nada, no has hecho nada malo.- Susurraba de manera tranquilizadora.
-¿Y porqué me hacen este tipo de cosas? Yo no les he hecho nada. Siempre me hace cosas malas desde que entré hace tres años. Y sigue igual.
-Espera...¿Qué?
Lucas me apartó y me cogió por los hombros frunciendo su ceño mientras mi respiración seguía entrecortada y sollozaba un poco.
-¿Esto pasa desde hace tres años?
-Sí...- Susurré.
-¿Y nunca me dijiste absolutamente nada?¿Ni a la tía Clara?¿Ni a Esther ni Gonzalo?Leslie, me estás diciendo que no recurriest a nadie?!- Su tono de voz fue creciendo a medida que hablaba
-Lo siento.- Susurré sin poder mirar a mi hermano a los ojos.
Lucas levantó mi barbilla suavemente.
-No tienes que sentir nada Leslie. Tendrías que haber pedido ayuda y lo sabes. Yo estaba aquí. La tía Clara... Dejaste a tus amigos atrás para esto.- Pasó las manos por su pelo y se restregó la cara- No debería haberte dejado venir. Deberías haberte quedado allí, conmigo. Donde estabas bien y podía cuidarte.
Lucas se estaba culpando a sí mismo de todo lo que me había pasado a mí. Me sentí mal.
-Todo esto ha pasado porque dejé que vinieras. Que te metieras en un instituto nuevo donde no conocías a nadie. Te has cerrado aún más. Ya ni siquiera la tía Clara me decía que traías a alguien. Nunca. Deberías haberte quedado en casa. Habría sido lo mejor.
-No ha sido por tu culpa. Y lo sabes.
Lucas levantó la mirada y me miró con los ojos medio aguados.
-¿Soy un buen hermano para ti?- Susurró.
Fruncí mi ceño porque no esperaba tal cosa.
-Por supuesto que sí.- Casi grité.
Él volvió a pasarse las manos por la cara y él pelo y se restregó los ojos con angustia.
-Siento que todo esto es por mi culpa.- Levantó su mirada y vi como tenía los ojos rojos. Se me rompió el alma ya que no había visto llorar a mi hermano muchas veces- Debería haber venido aquí contigo. Debería de haberte protegido. No te merecías que te pasase toda esta mierda. -Puso un mechón detras de mi oreja.
Noté que íbamos a empezar a llorar los dos como el día en que nos lo contaron todo, así que mi reacción fue abrazarlo pasando mis brazos por su cuello. Unas lágrimas silenciosas caían en mi cuello mientras oía como Lucas sollozaba en mi hombro. Se me estaba partiendo el corazón... Otra vez. Me dolía ver a Lucas así. Siempre lo había visto como un chico fuerte que no se rendía ante nada.
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Intenta sonreír.
RomanceMe gustaría saber que hice en otra vida para que el karma no acabara de jugármela en ella y continuar con la actual. Debía haber asesinado a alguien muy cruelmente. La persona que me hacía sonreír había desaparecido... Por llamarlo de alguna manera...