"Para Chloe, Eleven significó darse cuenta el porqué nunca le había gustado un chico, pero Max, se convirtió en el primer amor que alguna vez conoció"
La hija menor de los Harrington siempre fue vista por todos como una chica perfecta. Sus mejores a...
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Primero de marzo, el día mas colorido, iluminado y feliz en la tierra, al menos eso dicen mis padres desde los 70's mas específicamente desde que nací.
Mi madre siempre dijo que quería una niña y cuando yo nací nunca dejo de sonreír, eso lo puedes notar en todas las fotos de mi casa. Y hoy, en mi cumpleaños número 15, no estaba... por negocios y todo eso de siempre.
Mi reloj marcó las 7 de la mañana en punto y me estire mientras bostezaba. Mi puerta se abrió de par en par dejando ver a Steve con un pastel alumbrado por velas. Detrás de el Max venía con un silbato lo que me hizo reír al verlos y entonces me di cuenta de lo despeinada que estaba y la saliva seca que se encontraba en la comisura de mi labio. Me escondí debajo de mis cobijas tratando de arreglarme y que la pelirroja no me viera así.
–Chloe, sal de ahí– Steve me dijo.
Sentí como jalaron mis cobijas y luche para que no las quitaran, al final no pude lograrlo y note a mi novia riendo a carcajadas.
–Siempre te ves hermosa– Se acercó a mi para sentarse a mi lado y puso un mechón de mi cabello tras mi oreja.
–Vamos, pide un deseo– Mi hermano acercó el pastel azul a mi cara y me miro con una sonrisa.
Cerré mis ojos y pensé en mi deseo, ser feliz, siempre; entonces sople las velas y las dos personas conmigo aplaudieron entusiasmadas lo que me hizo sentir por completo feliz.
–Bien, los amo, pero son las 7 de la mañana así que, ¿me dejarían dormir un poco más?– Los mire a los dos, Max asintió y se acosto en mi cama.
–Ey, ey, mucha confianza– Steve levantó la ceja, dejo el pastel en mi tocador y señalo a Max con un dedo.
–Bueno, últimamente estoy más aquí que en mi casa, es lo menos que me merezco–