Capítulo XV: Lucius

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Las palabras de Lucius, me habían dejado totalmente perpleja. ¿Cómo podía ser cierto lo que decía? ¿Cómo podía ser eso posible?

La esposa de Aro, se llamaba Sulpicia, y aunque nunca la había conocido hasta ahora, sabía que estaba protegida y custodiada, en una torre en Noruega.

-¿Cómo te atreves a decir eso? -le increpé con dureza. ¡Aro ha sido como un padre para mí durante este tiempo!

-Tal vez tú lo has visto como un padre, pero él a ti no. Isabella, sabes bien que mi poder es el poder palpar las emociones de quienes están a mi alrededor. No necesito mentirte en esto y créeme que nunca vi venir esta situación, sino jamás te hubiese llevado, en primer lugar.

-No puede ser cierto. Yo... nunca quise que esto pasara, créeme. Aro no puede pretender algo como esto... ¡él es alguien muy respetable!

-Por supuesto que lo es, por eso no ha dicho nada aún. Y no puede hacer nada con lo que siente, porque él ya ha elegido a su compañera, que como bien has dicho es Sulpicia, a quien incluso él ha convertido para casarse con ella. Pero no seas tan dura con él, entiende que son cosas que no se controlan, ni siendo humanos ni siendo aún vampiros.

Hice una pausa para asimilar lo que Lucius me estaba diciendo.

-Y... hay más, Isabella.

-¡¿Más aún?! -respondí, con mirada incrédula.

-Sí. Aro no es el único que se ha enamorado de ti. Yo también te quiero.

Por un instante, olvidé que era vampira y me sentí muy humana: débil, vulnerable. Sin saber qué hacer, qué responder. ¿Por qué esto me estaba pasando a mí? ¿Acaso no era suficiente con el dolor que aún sentía dentro mío por Edward?

-Lucius, por favor... Detente -le supliqué, con la voz cortada. -Por favor, no sigas. No lo hagas.

-Lo siento mucho, Isabella. Tenía que decírtelo, para que pienses en tus decisiones. Sé que aún estás muy dolida con los Cullen, y es perfectamente entendible. Pero debes comprender que Aro no se detendrá, ni siquiera por Alice ni por Edward, a quienes siempre había querido por sus dones especiales. Esta vez, sólo quiere acabar con el clan Cullen, por haberte lastimado a ti.

-Pero no lo entiendo, Aro jamás haría algo así. Y menos aún impulsado por vanos sentimiento que ni siquiera le son correspondidos. ¡Nunca pensé que esto se tratara de algo personal para él!

-Al principio no lo fue. Tú no eras  nadie para él, al igual que todos. Pero seguramente, al conocerte y compartir contigo... Entiende, es difícil. No es tu culpa, no había nada que pudieras hacer para haberlo impedido -dijo Lucius, con mirada de culpabilidad. 

-¿Qué debo hacer ahora? -le consulté, desesperada ante la información recibida.

-Debes hacer lo correcto... No te vengues de los Cullen. Déjalos hacer sus vidas. Ellos te hicieron daño, pero si tú no detienes los planes de Aro, no serás mejor que ellos. Edward te lastimó, pero mírame a mí, me tienes aquí a tu lado. Siempre me has tenido, ¿no lo ves? -exclamó, casi suplicándome.

-No puedo, Lucius... No puedo. Edward debe pagar por lo que me hizo, por haber roto mi corazón en pedazos y haberse burlado de mí. Y ahora, va a casarse con otra... ¡No puedo perdonar eso!

-Sí puedes. Sí puedes... -dijo, mientras se acercaba lentamente a mí.

Apoyó sus labios contra los míos y nos fundimos en un tierno beso.

Isabella VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora