Capítulo VIII: La hora ha llegado

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Estando en aquel cuarto, había perdido la noción del tiempo.

Me pregunté qué estaría haciendo Jacob, quien al no saber nada de mí, seguramente me buscó, sin obtener respuesta alguna. Pensé en Charlie, en René.

Y otra vez, en Edward.

Entonces, se abrió la puerta de la habitación.

-Bella, llegó la hora -exclamó Lucius. Ahora se decidirá tu destino.

Me tomó del brazo y atravesamos nuevamente los pasadizos que escondía aquel castillo. Todo era subterráneo, por lo que no pude saber si era de día o de noche.

Llegamos a la gran sala donde habíamos estado la primera vez. Ahora, había varios vampiros, entre los que pude contar alrededor de treinta. Al margen de ellos, cinco de ellos: los tres que me habían interrogado esa misma mañana, y tres a los que no había visto y que se suponía que llegarían para probar sus poderes conmigo.

Los cinco vestían túnicas largas y negras, con bordeados dorados y rojos. A decir verdad, parecían sacados de algún film de terror. Sus enormes ojos rojos, brillaban con intensidad en medio del gran salón, clavándose en mí.

-Bienvenida a nuestra pequeña reunión. Gracias por haberte unido a nosotros -dijo, mientras me ofrecía una con una bebida rojiza. Observé la copa con detalle, para confirmar que aquello, no era...

-No es sangre, pequeña. Tranquila -remarcó Aro.

La olí, y efectivamente era vino. Bebí un sorbo. Aro esbozó una sonrisa de triunfo y soltó una carcajada.

-Muy bien, queridos míos. Ha llegado el momento y nuestra invitada... ¿Cómo te llamas, querida?

-Bella.

-¡Bella! Bueno, pues Bella ya se ha puesto cómoda para la ocasión. Te presento a Jane y a Alec, mis más preciadas joyas de la corte. Y por supuesto, Chelsea; aunque ahora no requeriré de tus poderes, mi querida -expresó, mientras miraba a una joven de estatura media baja, de cabello castaño y de gran hermosura.

Observé a los tres vampiros que Aro presentó, y me preguntaba cuál de ellos sería quien tomaría mi vida en sus manos.

-Querido Alec, ¿puedes hacernos una pequeña demostración de tu poder?

-Por supuesto, amo -respondió el chico en cuestión. Aparentaba ser adolescente, y también era muy bello, de rasgos finos y delicados.

Todos estaban expectantes, esperando ver cómo me retorcería del dolor. Pero para mi fortuna, no sucedió nada.

El chico, no pudo ocultar su frustración que se notó enseguida en su rostro.

-Ja ja ja, ¡increíble! -exclamó Aro. Jane, querida, ahora es tu turno.

La chica, de una hermosura excepcional y de pequeña estatura, se puso a una distancia considerable de mí y comenzó a mirarme fijamente.

Cerré los ojos y esperé a que pronto pasara lo que tuviera que pasar. Recién volví a abrirlos cuando el silencio fue interrumpido por la sonora carcajada de Aro.

-Ja ja ja ja, ahora sí, debo decirlo. ¡Increíble! Quién lo diría, la humana Bella ha burlado los poderes de las joyas de mi guardia y hasta los míos propios. ¿Debería preocuparme, hermanos míos? -dijo, dirigiendo su mirada a los dos vampiros que se encontraban parados al lado de los tronos.

-¡Claro que es peligroso, porque no podemos controlarla! -expresó el que parecía más adulto en edad de los dos.

-Cayo, no seas pesimista. ¿Por qué no ves lo grandioso de esto? Nunca habíamos tenido un poder así en nuestra guardia. Me pregunto si habiendo sido convertida, su don continuará en vigencia... - exclamó el segundo, que parecía un joven de veintitantos.

-Ahora mismo lo decidiremos -replicó Aro con determinación.


Isabella VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora