𝘖𝘶𝘳 𝘍𝘢𝘮𝘪𝘭𝘺 𝘐𝘴𝘯'𝘵 𝘕𝘰𝘳𝘮𝘢𝘭 ; 𝘖𝘷𝘦𝘳𝘸𝘢𝘵𝘤𝘩 ༅

𝘙𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰

Noviembre, un mes realmente vacío, no suele destacar mucho en el calendario. Sin embargo, para la joven Illari no era así, ese mes le traía horribles recuerdos de como toda su familia había fallecido a causa de su excesivo poder, esto claramente fue notado por todos en la casa donde se hospedaban, pero ninguno se atrevía a preguntar...

Genji y Mercy quienes eran los que más sabían sobre ser padres no sé encontraban allí, Kiriko y Hana eran solo unos años mayores que Illari, no la sabrían aconsejar muy bien, por lo que todo quedó en manos de Cassidy y Hanzo.

La chica de piel morena estaba sentada en lo que era un pequeño patio de la casa de Kiriko, mirando a la ciudad, trataba de relajarse y no arruinar el ambiente familiar, pero eso siempre la marcaría.

Cole había intentado bromear con ella minutos antes, pero falló estrepitosamente, por lo que Hanzo decidió intervenir.

Sin decir ni una palabra, se sentó al lado de la jóven con un vaso de té caliente y un chocolate caliente que ofreció a la chica quién aceptó tranquilamente.

—¿Necesitas algo?— preguntó la chica en un tono que parecía molesto.

—No— respondió el arquero mientras daba un sorbo a su té — Pero parece que tú realmente necesitas de mí ayuda.— dijo serio.

—Lo siento... Este mes me recuerda a mi familia y lo que ocurrió, no quise arruinar el ambiente...— respondió la joven con un poco de culpa

Hanzo observó el rostro de Illari, que intentaba mantener una expresión firme, pero sus ojos reflejaban tristeza. Se tomó un momento para pensar en cómo responderle, y al final, habló con suavidad.

—No tienes que cargar con todo esto tú sola —le dijo—. Aquí no tienes que preocuparte por "arruinar" nada. Todos nosotros tenemos cicatrices, y noviembre… a veces trae consigo esos recuerdos que preferiríamos dejar atrás.

Illari miró su chocolate caliente, sin animarse a probarlo. Sus manos temblaban un poco mientras lo sostenía, y murmuró

—Es solo que… siento que soy una amenaza. Si no puedo controlar lo que llevo dentro, lo que me pasó a mí podría ocurrirle a otros… Me da miedo que un día pueda perder el control de nuevo.

Hanzo asintió lentamente, comprendiendo la carga que la joven llevaba consigo. A él no le eran ajenos esos sentimientos. Años de disciplina le habían enseñado a vivir con su propio poder y a enfrentarse a las sombras de su pasado.

—Te contaré una historia...— El arquero dijo en un tono de voz sereno para dar un sorbo a su té.

Illari lo miró un poco confundida, después de haber convivido con el Shimada, había empezado a respetarlo mucho, incluso le parecía un ejemplo a seguir, le parecía raro, pero quizás esto la ayudaría.

Hace muchos años atrás...

Era una noche hermosa, la nieve había comenzado a caer, sin embargo la situación era horrible para el clan Shimada, tan solo cuatro años de edad y Hanzo Shimada se encontraba llorando sobre la tumba de su madre, Amiko Shimada, una extraña enfermedad había acabado con su vida, el Clan estaba completamente de luto.

Todos en el lugar lloraban desconsolados, Amiko era una persona que a pesar de su rango siempre fue amable y decidida, una mujer recta y confiable, todos estaban claramente tristes y derramando lágrimas, todos excepto una persona, su esposo, Sojiro Shimada, este hombre tenía en sus brazos a un pequeño bebé que claramente no entendía que ocurría, sin embargo, esa noche Sojiro no soltó ni una sola lágrima

Cuando el cuerpo de su madre fue convertido en cenizas, Hanzo se encerró en su cuarto y abrazó un peluche muy importante para él, un regalo de su madre en su segundo cumpleaños, no paraba de llorar y así siguió la noche hasta caer dormido.