Capítulo 6

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DÍAS DESPUÉS...

- Holaa- sonreí acercándome muy despacio cuando logré ver a un conejo- te pareces tanto al señor Scratchy- fui cuidadosa al acercarme, y no puso resistencia cuando lo sostuve en mis brazos.- quieres venir conmigo? Río plantó algunas zanahorias- sonreí al recordarla. Han pasado seis días desde que la vi, y no niego que me suelo despertar en la madrugada más seguido desde que me dijo que me observó una noche antes de venir.

Lo sostuve en mis brazos y volví a ponerme de pie, mirando a los alrededores por si notaba algo fuera de lo común, pero no.

El sol ya se iba ocultando de nuevo, poco a poco.

- Vamos adentro - le dije y volví a la cabaña. Con hacer un suave movimiento de dedos, abrí y cerré la puerta detras de mí.

- Hola.- volteé y la vi sentada en el comedor.

- Carajo!- salté del susto- Que haces aquí?!

- Si que odias verme.- ladeó la cabeza esperando una respuesta.

- No - negué y bajé al conejo - pero te apareces sin decir nada.

- Bueno, la próxima vez te llamaré para avisarte que vendré a verte.

- Que graciosa - rodee los ojos y me apoyé en una pared frente a ella.

- Puedo sentir cuando me necesitas.

- Claro que no - negué volteando la mirada a cualquier lado menos a ella.

- Claro que si. Mi conexión contigo es...más fuerte de lo que me gustaría.

- Te gustaría que lo fuese más, no mientas. Amarías tenerme en tu imperio de muertos o donde sea que te vayas.

- Pero no lo estás, y por eso estoy la mayor parte del tiempo en la tierra. Cerca.

- ¿Por qué?- crucé los brazos - qué ganas con eso?

- ¿No te das cuenta?

- Agh! Ya se. Porque de alguna manera me quieres, pero no es así. Me estuviste por matar la última vez. No te importó hacerme daño.

- No te quiero, Agatha. Puedes querer a cualquiera. - se puso de pie - tú puedes sentir querer a alguien. Pero yo sinceramente no voy a querer a nadie. Jamás.

- Lo se - asentí cuando se acercó más a mí. - entonces que haces acá?

- Porque creí que me habías perdonado. No me gusta estar con todos los muertos. Por eso estoy aquí, y no hay nadie en la faz de la tierra con quien se me haga más ameno pasar tiempo que contigo.

- Claro, como cuando llegaste a mi casa y estuviste a nada de matarme.

- Fue porque te amo - sonrió y se acercó mucho más a mi. No me sentiría así de vulnerable con nadie, pero está mujer me pone la piel de gallina. - si no te mataba yo, no iba a permitir que alguien más lo haga. Es simple. Es amor.- sonrió por la desfachatez que acaba de decir.

- Tú no amas a nadie, lo acabas de decir.- la miré estando completamente seria.

- Dije que no quiero a nadie. Y es cierto. Pero te amo a ti- se acercó mucho mas al punto de tener que empezar a respirar por mi cuenta y no en automático por los nervios que sentia - Y tengo miedo decir algo que pueda arruinar  lo que en realidad ya no tenemos. No vengo en plan de lastimarte. Crees que no me cuesta hacerte daño?

- Claro que creo que no te cuesta. Amas lastimarme. Y eso lo sé desde hace siglos atrás.

- Carajo, Agatha! Crees que lo disfruté?! Era un sueño para nosotras ser madres. Nunca quise arrancarnos nuestra felicidad, y me odio hasta el día de hoy por eso.- me hablaba muy cerca al rostro, sentía su dolor y aliento sobre mis mejillas.

- Ya no vale nada volver a esa conversación. No me lo va a traer de vuelta.

- Te juro que si fuese por mi, lo traería. Así sea ese mi fin. Pero no puedo. - solo la miré sintiendo un nudo en la garganta, y sintiendo como mis manos temblaban por todo lo que me hace sentir.

Me cuesta mirarla, me cuesta no tocarla, no besarla. Mi orgullo no me permite dejarme llevar, la veo y miro todo lo que me hizo daño.

- Rio. Necesito espacio- solo se lo dije, no me moví, y ella menos.

- Dime que algún día me perdonarás por eso.- tenía mucha dureza en su mirada.

- Necesito tiempo.

- Puedo esperarte hasta el fin, pero tú no. Tu eres mortal. Y no quiero que mueras y yo saber que nunca me perdonaste.

- Hasta parece que tienes corazón.

- Lo tengo - asintió y subió sus manos a mis mejillas. - no importa si no quieres verme, yo si quiero verte, y no hay nada que me lo impida. Ya no eres Agnes. Eres Agatha de nuevo. Mi Agatha.- sus labios están casi presionando los míos, pero, no me toca, es solo una advertencia - puedes tener lo que quieras de mi. Y lo sabes.

- No quiero nada de ti- negué

- Yo si. Y con eso me es suficiente. - me movió el mentón con su mano y me acercó más a ella

- No aceptas un no como respuesta?

- De que te sorprende? Siempre fuimos así. Lo que teníamos no era casual, ni mucho menos sumiso. Eramos dos malditas intensas que se morían la una por la otra.

- Eso fue hace tiempo - intentaba mirar hacia otro lado pero ella encontraba mi mirada de inmediato.

- Así pasen mil años más.- aclaró- Sé que me quieres cerca. Y...voy a venir más seguido a verte. Vendré cuando yo quiera, no cuando tú me lo pidas. Te encantaban mis visitas sorpresas- sonrió y volteó a mirar al comedor. - te gustan?- dejó flores llenando un florero vacío- estaré aquí cada que esas flores se marchiten.

- Las cuidaré muy bien para que vivan todo el tiempo posible y no aparezcas - ella se hizo un par de pasos atrás con una sonrisa.

- Me encanta ese humor que tienes. Me iré. Fue un gusto haberte visto - me hizo una seña de despedida con las manos - y ve a tu jardín. Dejé algo ahí para ti.- me dijo y salió de la cabaña. Yo lo hice apenas cerró la puerta, pero ya no había nadie. Esa costumbre de desaparecer tan rápido.

La curiosidad me ganó, y sin pensarlo dos veces fui a buscar al jardín. Miré por todos lados, y fue bastante sencillo, es muy vistoso. Me acerqué a un vestido, parecía estar hecho con pétalos, son flores muy bonitas y elegantes. Lo toqué y se ve lo resistente que es. Lo tomé en mis manos y miré alrededor, no me sorprende que se haya quedado a ver cuál sería mi reacción, así que solo actúe lo más tranquila y relajada posible, como si no me importara. Supongo que lo usaré un día de estos.

𝘛𝘩𝘦 𝘱𝘢𝘴𝘵 𝘩𝘢𝘶𝘯𝘵𝘴 𝘶𝘴 - 𝓐𝓰𝓪𝓽𝓱𝓪𝓻𝓲𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora