Unbroken/ SeroRoki

1. Diario

1.

La casa de Natsuo era una obra maestra de la arquitectura moderna, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol, iluminando el amplio vestíbulo de mármol. Cada rincón estaba adornado con un gusto exquisito: desde las elegantes obras de arte en las paredes hasta la lujosa decoración que hablaba de riqueza y estilo. El aroma del café recién hecho se mezclaba con el aire fresco que entraba por las puertas de vidrio, creando un ambiente acogedor y sofisticado.

—¡Bienvenidos a mi hogar!— anunció Natsuo con una sonrisa mientras abría las puertas de la sala, invitando a sus amigos a pasar.

Sero, Kaminari, Kirishima y Jiro entraron, admirando el espacio con cierto respeto. Todos se acomodaron en los cómodos sofás de cuero, algunos incluso haciendo bromas sobre lo lujosa que era la casa.

—¿Así que aquí es donde vive el príncipe?— dijo Kaminari con una sonrisa traviesa mientras se dejaba caer en uno de los sofás.

Kirishima se rió— ¡Debes sentirte como un rey aquí!

—A veces me olvido de que hay gente que vive así— dijo Jiro lanzando una mirada a su alrededor.

Natsuo se rió sintiéndose orgulloso y un poco avergonzado a la vez— Es solo una casa, chicos. Lo importante es la compañía— respondió mientras servía un poco de café a cada uno.

La conversación fluyó naturalmente, hablando sobre sus clases y la vida en la universidad. Natsuo compartió anécdotas divertidas sobre profesores peculiares y los momentos más memorables de su día. Kirishima hablaba con entusiasmo sobre su última competencia de deportes, y Kaminari bromeaba sobre un pequeño desastre que había causado en un experimento de ciencias, haciendo que todos se rieran. Jiro simplemente escuchaba todo con atención mientras Sero intervenía, pero no contaba nada personal.

De repente, la atmósfera cambió cuando Shoto apareció en la sala. Su presencia se sintió evidente; el aire se volvió denso, y todos los ojos se dirigieron hacia él. Se veía incómodo, como si la alegría del grupo lo abrumara. Con un ligero gesto, tomó un libro que había dejado olvidado en la mesa de té, evitando mirar a los amigos de Natsuo.

Natsuo notó cómo Sero se sentaba más recto en el sofá, con su cuerpo rígido y su mano moviendo inconscientemente su cabello oscuro, como si intentara presentarse de la mejor manera posible. Este comportamiento le hizo recordar otros momentos: cada vez que Shoto entraba a la habitación, Sero mostraba una tensión similar, ajustando su postura o su cabello. Un ligero atisbo de culpabilidad apareció en su mente.

¿Por qué no se había dado cuenta antes de cómo Sero reaccionaba ante su hermano?

Shoto miró brevemente a todos con su expresión inmutable, y luego se dio la vuelta, saliendo de la sala con la misma rapidez con la que había entrado.

—Ese chico es un enigma— murmuró Jiro rompiendo el silencio que quedó tras la partida de Shoto.

Natsuo escuchó a Sero suspirar, un suspiro lleno de anhelo que llenó el aire. Cuando se volvió a mirar a su amigo, tenía una expresión que reflejaba tanto alivio como tristeza.

—¿Qué fue eso?— bromeó Kaminari rompiendo la tensión— ¿Acaso Sero está enamorado de nuestro príncipe helado?

—¡Cállate!— respondió Sero, su rostro se sonrojó nuevamente, pero no pudo evitar sonreír al mismo tiempo.

—Creo que lo está, y está bien— dijo Kirishima animándolo— Todos tenemos derecho a enamorarnos de alguien difícil.

Natsuo observó cómo Sero intentaba mantener la compostura, pero la leve sonrisa en su rostro lo traicionaba. El ambiente había cambiado, y el juego de tensiones entre Sero y Shoto se había convertido en el centro de atención. Mientras sus amigos continuaban bromeando sobre la situación, Natsuo no pudo evitar sentir que su mejor amigo estaba atrapado en un torbellino de emociones, y se preguntó cómo podría ayudarlo a navegar por este camino incierto que se había presentado ante ellos.