Lu Bu, con su cuerpo aún cubierto de vendajes y marcas de batalla, entrenaba en silencio, sus movimientos precisos y llenos de fuerza.
Una gran sonrisa se formaba en su rostro mientras recordaba las intensas peleas que había tenido contra Togo, Honda, y Choko. Cada uno de ellos había sido un rival formidable, digno de respeto, y las cicatrices en su piel eran un testimonio de esas épicas batallas. Sin embargo, había algo que aún lo intrigaba profundamente.
Durante su recuperación en la enfermería, Choko lo había visitado. En medio de la conversación, el guerrero había mencionado algo que captó por completo la atención de Lu Bu:
había alguien que superaba incluso a él mismo en fuerza y habilidades. Choko, con seriedad, le había indicado la dirección de un lugar, un sitio cerca de un hermoso lago donde esa misteriosa persona se encontraba.
La curiosidad de Lu Bu creció; no podía imaginar que alguien poseyera una potencia de ataque superior a la de Togo, la velocidad y resistencia de Honda, o una fuerza mayor a la de Choko.
Pero el desafío implícito en las palabras de Choko despertó en él un interés insaciable.
Con su mente fija en descubrir quién era aquel guerrero legendario, Lu Bu se dirigió hacia el lugar señalado, con cada paso acelerando su pulso, la emoción de una nueva batalla llenando su espíritu.
El camino lo llevó a través de un paisaje sereno, hasta que finalmente, entre los árboles y bajo la luz suave del sol, llegó al hermoso lago.
El agua tranquila reflejaba su imagen y el entorno, y un silencio casi sagrado envolvía el lugar. Lu Bu avanzó, sus ojos buscando señales de aquel guerrero que, según las palabras de Choko, poseía una fuerza sin igual.
Lu Bu llegó al claro del lago, esperando encontrarse con un guerrero imponente, alguien cuya apariencia reflejara la fuerza que Choko le había prometido.
Sin embargo, al entrar en la zona, su sorpresa fue inmensa al ver a Choko, aún con vendajes y heridas, acompañado por dos hermosas mujeres vestidas con trajes de enfermeras inspirados en el Japón feudal, con kimonos pequeños pero cómodos que les permitían moverse con agilidad mientras atendían a un hombre... que parecía cualquier cosa menos un guerrero formidable.
¡¡SU EXISTENCIA YA ES LA DE UN DIOS. ¡SIENDO EL FUNDADOR DEL SHINKAGE-RYŪ, FUE EL GRAN MAESTRO DE YAGYŪ MUNENORI Y HŌZŌIN INSHUN!!
Allí, descansando en una carretilla buggy de tamaño adulto, se encontraba un anciano de aspecto frágil y diminuto, notablemente envejecido. Su rostro, cubierto por una maraña de cabello blanco largo y revuelto, apenas dejaba ver sus ojos bajo unas cejas igualmente espesas y una barba que le llegaba casi al suelo.
¡NO ES POSIBLE HABLAR DE ALGO COMO LA HISTORIA DE LA ESPADA SIN SU FIGURA!
Su expresión era tranquila, de sabiduría y satisfacción, como si todo en el mundo estuviera en perfecto equilibrio a su alrededor.
¡¡RECONOCIDO COMO EL SANTO DE LA ESPADA MUCHOS DE SUS ESTUDIANTES SE CONVIRTIERON EN ESPADACHINES DE RENOMBRE QUE FUNDARON SUS PROPIAS ESCUELAS!!
El anciano vestía un kimono simple de color claro y un hakama blanco, prendas que parecían reforzar su fragilidad y sencillez. A su lado izquierdo, bien atadas, llevaba dos espadas; las armas descansaban tranquilamente contra su costado, aunque parecían esperar el momento justo para ser desenvainadas. Descalzo y flanqueado por sus dos sirvientas femeninas, el anciano no encajaba en la imagen que Lu Bu tenía de un guerrero invencible.
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Guerreros Eternos: La Última Batalla en el Reino de los Cielos
General FictionEn vida, fueron guerreros sin igual: generales invictos, espadachines legendarios y maestros de batalla que jamás hallaron un oponente digno. Sin embargo, su búsqueda no terminó con la muerte. En el Reino de los Cielos, un nuevo horizonte se abre an...