luz y oscuridad

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En otra parte del reino celestial, Nikola Tesla y la Valquiria Göndul avanzaban con pasos calculados, observando cuidadosamente cada detalle de su entorno. Tesla, un hombre apuesto, de rostro pulcro y sin rastro de vello facial, llevaba un elegante traje de inventor de color blanco, con una camisa azul que resaltaba la intensidad de sus ojos café. Sus gestos eran precisos y llenos de una curiosidad incansable, típica de un científico siempre en busca de respuestas.

A su lado caminaba su compañera, Göndul, una Valquiria de belleza imponente y elegancia natural. Su cabello rubio estaba atado en una cola de caballo, dejando al descubierto sus finas facciones y sus ojos claros y serenos, que parecían observar cada rincón del lugar con una calma calculada. Llevaba un hermoso traje blanco de una pieza, que, a pesar de su simplicidad, irradiaba un aire majestuoso y casi divino.

Ambos avanzaban en silencio, inmersos en sus pensamientos, investigando la zona por un fenómeno extraño que se había reportado recientemente. Tesla estudiaba el ambiente con una mirada analítica, evaluando cada cambio en el aire, cada pulso de energía, mientras Göndul caminaba a su lado, igual de atenta, lista para enfrentar cualquier eventualidad.

Tesla:—Parece que algo ha alterado el flujo de energía en esta área, —murmuró Tesla, frunciendo el ceño ligeramente mientras observaba el entorno—. Es como si algo o alguien estuviera manipulando el mismo tejido del reino celestial.

Göndul asintió, su expresión serena pero alerta.

Gondul:—Entonces, será mejor que estemos preparados, Nikola. Aquí, incluso las maravillas de la ciencia tienen un toque de lo desconocido.

Tesla y Göndul se detuvieron al borde del templo, observando con cautela una escena tan surrealista como inquietante. Un pequeño ángel, de aspecto frágil y asustado, gritaba en medio del santuario, mientras unos cuernos oscuros emergían de su cabeza, alargándose hasta curvarse y meterse en su propia boca. La transformación era perturbadora, pero lo que vino después fue aún más extraño y alarmante.

Dos inmensos dragones orientales surgieron de la nada, uno rojo y el otro azul, su apariencia majestuosa y antigua llenando el cielo. Volaron en espiral sobre el templo, cubriendo con sus inmensas siluetas toda la luz a su alrededor hasta oscurecer el templo por completo. 

Los dos dragones descendieron hacia el ángel en sincronía, envolviendo su cuerpo con sus serpentinas figuras hasta cubrirlo por completo. Mientras lo hacían, sus cuerpos se entrelazaron y se fusionaron lentamente, formando alrededor del ángel un inmenso huevo de energía oscura que vibraba con una fuerza descomunal.

Tesla y Göndul observaban, inmovilizados por el asombro, mientras aquel huevo emitía un resplandor oscuro y pulsante, como si contuviera una fuerza malévola lista para emerger.

Finalmente, el huevo comenzó a agrietarse desde el interior. La luz que emergía de las grietas era intensa, y cuando el cascarón se rompió por completo, de su interior surgió una criatura grotesca y masiva, un demonio musculoso, de piel grisácea y endurecida, con unos enormes cuernos que se alzaban como picos mortales. Su presencia era colosal, y el poder oscuro que lo rodeaba hacía temblar el suelo bajo sus pies.

 Su presencia era colosal, y el poder oscuro que lo rodeaba hacía temblar el suelo bajo sus pies

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Guerreros Eternos: La Última Batalla en el Reino de los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora