Todos parecían muy inquietos por lo que habían dejado atrás, en especial Lin, quien, inevitablemente, terminó en manos de Amon. La tensión en el aire era palpable, y cada uno de ellos sentía el peso de la incertidumbre que les aguardaba.
—¿Cómo es que ustedes dos se ven tan tranquilos?— Preguntó Bolin, sin comprender el porqué el Uchiha y la joven Sato eran los únicos que no parecían preocupados. Su confusión era evidente, ya que la tensión del momento afectaba a todos los demás. Mientras el resto se debatían entre la ansiedad y la incertidumbre, ellos mantenían una calma que resultaba desconcertante.
—Nosotros también estábamos intranquilos, pero debemos encontrar un equilibrio y pensar en nuestros próximos movimientos. Lin no querría que nos quedáramos de brazos cruzados— Respondió Zavian, señalando que estaban buscando algún plan que pudiera resolver el problema que ahora enfrentaban. Su voz reflejaba una determinación serena, como si la calma fuera la clave para afrontar la adversidad.
Asami recordó que una de las primeras enseñanzas que había recibido del pelinegro fue la importancia de mantener la calma. En momentos cruciales, no se podía permitir el lujo de quedarse quieto y lamentarse. Esa lección resonaba en su mente mientras enfrentaba la situación actual.
—De todas maneras, estoy seguro de que Amon no es tu enemigo más peligroso, ¿no es así?— Cuestionó Mako, mirando directamente al Uchiha. Su mente viajaba de regreso al breve enfrentamiento que habían tenido con aquella igualitaria, y la tensión en el aire le recordaba que se encontraba una fuerzas más oscuras en juego. La mirada de Mako era intensa, como si buscara respuestas en los ojos de su compañero.
La deducción del Maestro Fuego no parecía estar equivocada, ni mucho menos. Sin embargo, el pelinegro no se atrevió a afirmar nada, simplemente indicando que no podía negarlo. Su expresión era seria, como si sopesara las implicaciones de lo que eso significaba, dejando entrever que había más en juego de lo que cualquiera podía imaginar.
—Me cansé de permitir que Amon siga actuando. Rescataré a la jefa y a los demás— Fueron las últimas palabras del Uchiha, antes de desaparecer de la vista de todos.
En medio de la infiltración, el grupo se encontró con Tarrlok, quien estaba prisionero en la parte superior del edificio. No solo reveló que Amon era su hermano, sino que también se mostró visiblemente asustado mientras hacía hincapié en la chica disfrazada de igualitaria. Sus ojos reflejaban un temor genuino, y sus palabras resonaron con una inquietante sinceridad: nunca había visto a alguien que pudiera provocarle tanto miedo con solo una mirada. La tensión en el ambiente se intensificó al escuchar su advertencia.
—No esperaba que te unieras a Amon. ¿Qué quiere conseguir el clan? —Cuestionó Zavian, mientras se encontraba en una sala oscura, sintiendo una presencia detrás de él. La tensión en el aire era palpable, y su instinto le decía que debía estar alerta. La voz de Zavian resonó con curiosidad y desafío, aunque un leve escalofrío recorrió su espalda al percibir que no estaba solo.
Sin embargo, no hubo respuesta, y la presencia desapareció del lugar, dejando en claro que no quería hablar.
—Amon es, demasiado peligroso; se debe actuar rápido— Fue la conclusión a la que Zavian llegó. Con determinación, se dirigió al escenario donde el igualitario se encontraba con Tenzin y su familia cautiva, a quienes había logrado capturar en algún momento. La urgencia de la situación lo empujaba a moverse con rapidez, sabiendo que cada segundo contaba y que cualquier retraso podría tener consecuencias devastadoras.
Ejecutando un movimiento rápido, el golpe del Uchiha fue, bloqueado por la igualitaria, quien, con gran destreza, impactó al pelinegro contra el suelo. La fuerza de su ataque fue suficiente para romper parte de la madera, haciendo que el sonido del impacto resonara en la sala. Amon logró atravesar las llamas azules que el Uchiha liberaba en un intento de alejar a sus enemigos mientras trataba de recuperarse. Sin embargo, el igualitario, con una rapidez sorprendente, conectó sus manos en la frente del pelinegro, negando sus poderes y apagando su fuego. La intensidad de la situación aumentó, y Zavian sintió cómo se desvanecía su conexión con el elemento que tanto dominaba.
—Quise hacer todo yo solo, y este es mi castigo— Pensaba el Uchiha, sintiendo cómo sus poderes lo habían abandonado. Ya no podía continuar con sus llamas, y su cuerpo se encontraba al borde de la inconsciencia. La realidad de la situación lo golpeó con fuerza: había subestimado a sus oponentes y, ahora, estaba pagando el precio.
—Sabes todos los movimientos de manos a la perfección y, aun así, no puedes hacer un simple jutsu. ¡Eres un inútil!— Exclamaba una mujer de cabello negro largo y ojos ónix, frunciendo el ceño con rabia mientras miraba al pequeño Zavian. Su voz resonaba en el aire, llena de desdén y frustración.
Los gritos de dolor que el Uchiha recordaba en cada ilusión de su propia familia lo invadieron una vez más, y el sentimiento de no poder hacer nada en ningún momento lo llenó de desesperación. Era como una presa estancada, atrapada en un torrente de emociones que no podía controlar.
—Es inútil; mientras la tenga a ella, no tienes oportunidad— Afirmaba Amon, con un tono tembloroso que delataba su incertidumbre. Su corazón latía con fuerza al ver que la igualitaria, en quien había depositado tanta confianza, le dedicaba una pequeña sonrisa antes de marcharse.
Al instante, el igualitario intentó usar su control de sangre contra el Uchiha, pero, incluso herido, este resultó ser demasiado fuerte. La resistencia de Zavian sorprendió al igualitario, quien se vio obligado a ordenar a sus subordinados que lo enfrentaran. Mientras tanto, Amon corría de las miradas del público, que lo abucheaban por ser uno de esos maestros que tan querían extinguir. La tensión crecía en el ambiente, y el descontento de la multitud resonaba como un eco.
—¡Se acabó! Ya no seré más ese inútil, madre —diría Zavian, dejando salir toda la frustración acumulada. Con una velocidad impresionante y una percepción casi perfecta, comenzó a esquivar al grupo de enemigos con gran facilidad. Sus ojos se tornaron azules al igual que sus llamas, brillando con una intensidad que reflejaba su determinación. Se movía de un lugar a otro con una agilidad sobrenatural, como si pudiera anticipar cada movimiento de sus oponentes antes de que ocurrieran. La confianza comenzaba a fluir en él, y la rabia que había sentido antiguamente se transformaba en una alegría que se mostraba en su sonrisa.
Solo fueron necesarios unos minutos para que cada soldado igualitario se encontrara en el suelo, derrotado. Zavian, con una determinación renovada, elevó dos dedos. En un parpadeo, su cuerpo volvió a desaparecer, pero esta vez había algo diferente en su movimiento, era como si fuera instantáneo.
Korra, junto con Mako, lograron finalmente ahuyentar a Amon de la ciudad, aunque el precio que pagaron fue alto: los poderes del Avatar. La tristeza por la pérdida de sus habilidades era palpable, pero no tardaría mucho en desvanecerse. Pues esta logro conseguir traer de regreso todo lo perdido.
—Pensé que éramos socios, ¿por qué haces esto?— Cuestionaba Amon, con incredulidad en su voz mientras observaba cómo la chica que una vez le había ayudado ahora se encontraba atacando.
No hubo respuesta por parte de la igualitaria, quien, con una velocidad impresionante y sus ojos rojos brillando intensamente, decapitó a ambos hermanos en un instante. El bote en el que se encontraban explotó segundos más tarde, dejando tras de sí solo humo y destrucción.
—Misión cumplida— Pensó Zyra con una sonrisa satisfecha, enviando una carta en su halcón, sonriendo al recordar el extraño sharingan azul de Zavian.
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Libro 1 El aire de un fuego azul (Avatar:Korra)
Fiksi PenggemarTrabajando como un agente especial en ciudad republica. Zavian, es un chico tranquilo, amable y empático, pero dentro de su sombra guarda un oscuro secreto. (Este es el primer "libro" como en la serie original, por lo que este no será especialmente...