chirriando los dientes

26 5 0
                                    

El equipo de los petos azules jugaba contra los petos rojos. El entrenamiento de la tarde se había atrasado, dos de los chicos, Nagi y Reo habían llegado tarde, tal y como el chico de pelo morado se había escusado, su amigo se había dormido. Cosa que había sido verdad por la apariencia de recién levantado del alto. Igualmente se llevaron un castigo y no sólo los dos, sino todos los novatos habían terminado dando veinte vueltas al campo de entrenamiento. Ken era muy estricta con la puntualidad, el Atlas lo había grabado en su piel también de mala manera. Y ahora estaban con los mini partidos de preparación. Empezaron divididos, pero como parecía que los japoneses no podían pasarlos, ahora se mezclaron en los equipos. Nagi y Reo jugaban con Andrea, Jay y Mikaela en el azul, Chigiri y Agi jugando con Kepa, Owen y Aby en el rojo. Ken ordenaba o intentaba ordenar de cerca el caos que se cocía allí.

- ¡Agrupaos!- señalizaba.- ¡No sé lo que os enseñan aquí, pero por mucho que queráis no podéis ir solos a por el gol!

Nagi tenía la pelota. Después del partido con la sub20 y tener un encontronazo con su amigo Reo al que todavía tenía confianza fuera del campo, pero no mucha dentro de él, la conexión se había roto. Ambos querían destacar por su cuenta y se habían separado en todos los sentidos, tanto que ya no se tomaban en cuenta para ningún tipo de jugada. El peliblanco que había estado respaldado por las estrategias del bajo todo este tiempo sin tener, la mayoría de las veces, mucha idea de lo que hacía. Y el de pelo morado que copiaba todo lo que veía y sin poder ver mucho más allá de eso. Nagi se asustó cuando su vista la nubló una pelusa rosa. El cabello de Andrea se movía en cámara lenta, simplemente no podía seguirle el ritmo al resto de su cuerpo. El chico habría jurado que segundos antes el italiano se encontraba al otro lado el campo y ahora le hacía de barrera con una sonrisa divertida y calmada. Jugaban en el mismo equipo, no entendía por qué lo empujaba e intentaba quitar el balón de los pies.
 
- ¡Andrea calma!- le gritaba su capitana.
 
- Me aburro, si no vas a hacer nada con esto, lo tomo prestado.- metió uno de sus pies entre las piernas del chico y pateó la pelota la distancia más corta para ir a buscarla más tarde.
 
Nagi se quedó parado, estaba confuso y miraba al de pelo bicolor alejarse veloz por banda izquierda, había marcado su territorio con ese robo. “Estoy siendo aburrido para las élites”, pensó. Divisó como Reo se le unía a Andrea para intentar crear juego con él y entonces empezó a correr. Aunque ya para los dos era demasiado tarde en ese intento. Un pelirrojo llegó a cortarle el paso bastante rápido.
 
- ¿Otro velocista?- Andrea regateaba intentando pasarle y Chigiri intentaba robarle la bola.- ¿Qué te pasa en la rodilla? Estás temblando. Estás a punto de colapsar, mírate.
 
El joven se sorprendió un poco, ¿lo estaba haciendo? ¿Estaba temblando? ¿Cómo había podido saberlo con sólo mirarle una vez? Tenía delante a un profesional de la carrera, a alguien que, posiblemente, había sufrido innumerable tipos de lesiones diferentes y allí estaba, tentándole y tomándose a broma su intento de defensa.
 
- Deja de joderme…- intentó hacerle una finta, pero alguien más se unió al novato.
 
- Deja tú de asustar a los nuevos.- la presencia de Aby se hizo presente.
 
Chigiri la sintió, sentía como un verdadero defensa, como si una bestia se acercara y allí estaba, ayudándolo.
 
- ¡Qué tranquila te veo, Aby!
 
Esas fueron sus últimas palabras antes de sentir cómo lo empujaban, el placaje fue digno del otro tipo de fútbol, pero estaba diseñado de una forma para que no se contara como falta. Andrea casi voló y Aby tenía la pelota ahora, con su vena del cuello a punto de reventar, pero sin decir una palabra. El pelirrojo ahora miraba a la pelirroja, viendo una fuerza en su mirada que jamás había experimentado, realmente había estado siendo crítico con aquel equipo mixto, pero en ese instante todas las dudas habían desaparecido. Estaba jugando con y contra profesionales y todos tenían un nivel de fuerza y habilidades igualitarias. Se sorprendió aún más cuando esa chica que parecía que iba a morder a alguien en cualquier momento, le pasó el balón con toda confianza. Ella lo había ganado en su propia batalla, lo había ayudado y ahora se lo regalaba.
 
- ¡Nagi, Reo, necesitáis más pases cortos!- gritaba Ken.- ¡Robad ese balón!
 
Chigiri empezó a correr y aunque no se paraba, las palabras maliciosas de su supuesto nuevo compañero de equipo le comían la cabeza. ¿Acaso no estaba bien? No se había sentido así desde hacía tiempo, ni siquiera lo sintió cuando lo sacaron en el partido contra la sub20 para no cargar su pierna. Se notaba débil, como si el hecho de que alguien de fuera, que no le conocía de nada, hubiese notado su situación, le hubiera hecho entender que realmente el problema seguía allí y que por mucho que lo intentara esconder, seguiría allí para siempre. Ahora sí que temblaba, pero no quería parar, no podía, le debía ese favor a esa chica que había confiado en él, aunque fuera sólo un pequeño juego de entrenamiento. Él era alguien que se fijaba, demasiado a veces, en los más minúsculos detalles.
 
- Me han mandado a por ti.- sonreía Reo cuando le opacaba el camino.
 
- Mi velocidad no la puedes copiar.- arrugó su cara.
 
- Pero esto sí.- le empujó en el mismo sitio y de la misma forma que Aby había hecho con Andrea minutos antes.
 
No fue tan fuerte, pero hizo que las ya frágiles piernas de Chigiri tambalearan y perdiera el equilibrio, robándole así el balón sin mucho esfuerzo. Reo volvía a la carga con su hallazgo y aunque el otro chico reaccionó y empezó a perseguirle, su moral se encontraba como la de Nagi, por los suelos, no entendiendo muy bien, qué debía hacer ahora.
 
- ¡Reo! ¡Los pases, los pases!- Reo no escuchaba a su instructora.
 
Ahora se sentía liberado, Nagi y Chigiri habían caído, Agi era interceptado por Andrea y el toro bravo de Jay no dejaba un juego libre ni a Kepa ni a Aby, tenía que marcar gol, tenía que desencadenarse y nada lo iba a parar. En su mente no se había olvidado de nadie ya que ese tipo sabía trabajar desde las sombras y es que, el equipo del Atlas, al menos la mayoría de sus jugadores habían perfeccionado la técnica del punto ciego. Ir cambiando de sitio acorde a las pisadas de quien poseía el balón, saliendo de su periferia, saliendo de su campo de visión e incluso de su intuición. Si no lo ves, si no sabías ni que estaba ahí, no lo puedes predecir.
 
- Te ha dicho que lo pases, si no haces caso a mi capitana no tienes el derecho de poseer ese balón.- Reo sintió el aliento en su espalda y palideció.
 
Owen pegó una patada a la bola entre los pies del chico que no tuvo capacidad de reaccionar y Kepa que se había desecho de Jay segundos antes lo interceptaba. Mikaela iba a por él, pero Kepa era más rápido y Owen corría veloz para sobrepasarle y crear posición para una jugada ensayada. Kepa era un chico juguetón, incluso más que el moreno, habían jugado juntos desde que se conocieron y se habían enseñado mutuamente a jugar el fútbol tanto de Inglaterra con su racionalidad, como de Brasil, con su creatividad. Kepa se caracterizaba por tener un regateo amplio y suelto, hacía muchas fintas, moviendo el balón de pie a pie como si un mago mezclara las cartas ágilmente antes de su mejor truco. Andrea corría por su vida, apretaba los dientes y sólo tenía ojos para el moreno, sabía que el inglés le pasaría y sería el gol que sentenciaría el partido.
 
- ¿Adónde vas, lamecésped?- Andrea sintió un tirón de su camiseta por su parte inferior que lo frenó de inmediato. Aby lo soltó enseguida y por inercia, el italiano resbaló y cayó de bruces.
 
- ¡¿Otra vez tú?! ¡¿Qué te pasa conmigo hoy?!- le gritó desde el suelo.
 
- ¿Hoy? A mí siempre me caes mal.- dijo arrugando el rostro y mirándolo desde arriba. Realmente daba miedo, pero seguramente serían sus últimas palabras del día.
 
- Genial, ya lo sé para la próxima.- Andrea se sentó en el césped.
 
Desde ahí divisó cómo en efecto Kepa dejaba el balón en el centro y Owen que venía desde atrás, pateó a portería, siendo un obvio gol. Había sido el último gol del equipo rojo y habían ganado 3-2, con ningún gol marcado por alguien de Blue Lock. Ellos, descansaban sus manos sobre sus caderas e intentaban recuperar el aliento y aliviar el dolor de cabeza que les había dado ese partido. Owen y Kepa se acercaron al pelirrojo con una sonrisa generosa.
 
- Has estado bien para el equipo rojo, mañana ganaremos otra vez.- Owen le golpeó en la espalda como forma de apoyo.
 
- ¡Esa carrera ha estado genial! Realmente pensé que ibas a hacer gol.- Kepa sonreía más.
 
- Ya… Pero no fue suficiente.- miró hacia abajo, el sudor le resbalaba en goterones por la nariz.
 
- Pero lo será.- Chigiri miró a Owen.- No te preocupes por eso.
 
Él asintió. No comprendió muy bien a qué se refería pero le dio algo de esperanza. A Owen le solía faltar vocabulario en sus frases y normalmente andaba de broma y diciendo cosas estúpidas, pero nadie podía ganarle en esperanza y en su capacidad para consolar a las personas. Era el rayo del sol del equipo. Nagi y Reo descansaban en el suelo, Ken recogía los petos de vuelta, sin soltar palabra, sus amigos sabían que estaba pensando en muchas cosas a la vez si no hablaba, los demás simplemente le tenían algo de miedo.
 
- Oye.- Jay se acercaba a los dos amigos.- Yo que vosotros no iría por libre y menos en este equipo. Mirren ha levantado este club ella sola y gracias a ella conseguimos que las jugadas salgan a la perfección. Es la persona que más sabe de fútbol de este estrato y no obedecer sus órdenes y consejos siempre sale caro. Lo digo por experiencia.
 
Jay daba más miedo que cualquiera de allí, con sus ojos rojos, con sus anchos hombros, fuertes brazos y altura prominente. Sus palabras de alguna forma no lo eran, sonaba como un padre cansado, como un militar retirado, le importaba y creía en lo que decía, pero si no le hacían caso tampoco iba a hacer nada para remediarlo. Los chicos le escucharon y asintieron, pero no podían pensar en nada más que no fuera las duchas y la comida.
 
- Ya está bien por hoy. Descansad. Mañana os quiero aquí a las nueve en punto.- decía por fin Ken.- Si me necesitáis para algo, después de cenar estaré en el despacho un par de horas.
 
Se fue la primera, abriendo su boca lo más grande que podía y esta le crujió. Había estado apretando los dientes de la impotencia todo el entrenamiento, esa misma noche se las vería con su querido bruxismo. 

ATLAS: SKYFALL (Rin Itoshi × OC) [Blue Lock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora