Naruto paseaba por los pasillos del Instituto Teiko, con Hinata a su lado. No pudo evitar notar el vacío que parecía impregnar la otrora bulliciosa escuela. Los familiares sonidos de las pelotas de baloncesto rebotando y las risas de los compañeros de equipo brillaban por su ausencia, sustituidos por un inquietante silencio que flotaba en el aire.
Mientras caminaba, Naruto se sentía cada vez más inquieto. Sabía que debía ir al entrenamiento, pero algo le hacía dudar. Se sentía reacio a enfrentarse a los cambios que se habían producido durante su ausencia.
Hinata, que siempre parece saber lo que está pasando, se dio cuenta de su vacilación y le dirigió una mirada preocupada. "Naruto-kun, ¿no crees que deberíamos estar en el entrenamiento ahora mismo?" preguntó ella, mostrando con su voz su preocupación.
Naruto dejó escapar un suspiro y se pasó una mano por el pelo, frustrado. "Sí, estamos", admitió de mala gana. "Pero hay algo que no me cuadra. No sé si puedo afrontarlo todavía".
Hinata asintió, comprendiendo por lo que Naruto estaba pasando. Lo tranquilizó, diciéndole que estaba bien y que podían ir paso a paso. Sugirió que se concentraran en superar el día de hoy.
Agradecido por su comprensión, Naruto le dedicó una pequeña sonrisa. "Gracias, Hinata", dijo sinceramente. "No sé qué haría sin ti".
Naruto y Hinata subieron a la azotea, y sus pasos resonaron en el pasillo vacío. Cuando abrieron la puerta, vieron que había un ambiente tenso en la habitación.
Allí estaban, de pie al borde de la azotea, Aomine y Momoi. Sus siluetas se perfilaban contra el fondo del sol poniente. Aomine tenía los hombros tensos y la mandíbula rígida, mientras que Momoi lo observaba con expresión preocupada, y sus ojos delataban su inquietud.
Hinata le dirigió a Naruto una mirada que delataba su preocupación por la tensión entre las dos figuras que tenían frente a ellos. Pero a pesar de todo, Naruto sintió una oleada de determinación. Sabía que no podía quedarse de brazos cruzados mientras sus amigos sufrían.
Respirando hondo para tranquilizarse, Naruto dio un paso al frente y se dirigió a Aomine y Momoi en tono firme pero preocupado. "Eh, ¿qué está pasando?", preguntó.
Aomine miró a Naruto, con expresión cautelosa mientras respondía: "Nada de lo que debas preocuparte, Naruto".
Pero Naruto no iba a dejarlo escapar tan fácilmente. "No parece nada", insistió, mirando a Aomine para ver si podía detectar algún signo de vulnerabilidad.
Entonces Momoi habló, su voz teñida de preocupación mientras se dirigía a Naruto y Hinata. "Es que... las cosas han estado difíciles últimamente", admitió, con la mirada oscilando entre Aomine y Naruto.
Hinata se adelantó y se dirigió a Momoi en un tono suave y empático. "Estamos aquí para ti, Momoi-san", dijo.
Naruto asintió con la cabeza, con una determinación inquebrantable. "Por supuesto, somos un equipo, ¿verdad?", dijo, con una pequeña sonrisa dibujada en la comisura de los labios. "Saldremos de ésta juntos".
Hinata asintió, con expresión suave pero firme. "Así es, Aomine-kun", añadió, con voz firme. "No tienes por qué enfrentarte solo a lo que sea que estés pasando".
La mirada de Aomine se suavizó un poco ante sus palabras, un atisbo de vulnerabilidad destelló en sus ojos antes de enmascararlo rápidamente con el ceño fruncido. "No necesito la ayuda de nadie" murmuró, con la voz baja pero teñida de incertidumbre.
Naruto sintió lástima por su amigo y comprendió por qué Aomine mantenía las distancias. Pero estaba decidido a ayudarlo. "Puede que creas que no la necesitas", dijo Naruto con firmeza, "pero eso no significa que no debas aceptarla cuando te la ofrezcan".
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Naruto - El milagro olvidado
RandomNaruto Uzumaki, un joven con problemas personales, descubre su pasión por el baloncesto tras ver un apasionante vídeo. Ingresa en el Instituto Teikō con el objetivo de convertirse en una leyenda del baloncesto, uniéndose a la legendaria Generación d...