Capítulo 10 - La academia Tōō contra el instituto Shūtoku, primera parte.

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En un lugar tranquilo de su casa, Naruto estaba sentado con su madre Kushina, con el suave resplandor de la luz del sol matutino filtrándose por las ventanas. Estaba pensando en el próximo partido, sintiendo el peso de las expectativas sobre sus hombros.

Kushina notó las líneas de preocupación en la frente de Naruto y la forma en que golpeaba nerviosamente sus dedos contra las rodillas. Con una cálida sonrisa, le puso una mano en el hombro, dándole un apretón tranquilizador.

"Hola, campeón", empezó, con voz cálida y reconfortante. "Veo que tienes muchas cosas en la cabeza. ¿Cuál es el problema?"

Naruto dejó escapar un suspiro, la tensión en sus hombros aliviándose ligeramente ante la presencia de su madre. "Es el juego, Kaa-san", admitió. "¿Y si decepciono a todos?".

La expresión de Kushina se suavizó, su mirada se llenó de comprensión. "Escúchame, Naruto", dijo con firmeza, su voz teñida de determinación. "Eres más que capaz. Has trabajado duro, has entrenado sin descanso y tienes el corazón de un campeón. Confía en ti mismo y todo encajará".

Naruto miró a su madre, y sus palabras calaron como rayos de sol atravesando las nubes. Sintió una oleada de determinación, haciendo retroceder las dudas que lo habían estado acosando.

"Tienes razón, Kaa-san", dijo, con una pequeña sonrisa en la comisura de los labios. "No dejaré que el miedo me detenga. Lo daré todo".

Kushina estaba realmente orgullosa, sus ojos brillaban de apoyo. "Ese es mi chico", dijo, con la voz llena de amor y orgullo. "Sal ahí fuera y demuéstrales de qué estás hecho. Te estaré animando en cada paso del camino".

Con un nuevo sentido de propósito, Naruto se puso en pie, sintiéndose más confiado que nunca. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío que le esperara en la escuela.

Los pasillos del instituto Shūtoku bullían de emoción mientras los estudiantes deseaban suerte a Naruto y Midorima para su próximo combate contra Aomine, el formidable as de la Generación de los Milagros. Había un verdadero murmullo en el aire, con todo el mundo ansioso por ver qué ocurriría en el enfrentamiento que estaba a punto de desarrollarse en la cancha de baloncesto.

A medida que Naruto y Midorima se abrían paso por los ajetreados pasillos, eran recibidos por sus compañeros con gestos de ánimo, chocando los cinco y con palabras de apoyo. Sabían que el peso de las expectativas recaía sobre sus hombros, pero se mantuvieron firmes, listos para enfrentarse a cualquier desafío que les esperara.

"¡Mucha suerte, Uzumaki-kun! Lo conseguirás", dijo un alumno, levantando el puño.

"¡Dalo todo, Midorima-kun! Demuéstrale a Aomine de qué estás hecho", gritó otro, con una mirada decidida.

Naruto y Midorima asintieron con la cabeza, sintiendo cómo el apoyo de sus compañeros les levantaba el ánimo. Sabían que el camino que tenían por delante sería duro, pero con el apoyo de sus compañeros, se sentían preparados para afrontar cualquier reto que se les pusiera por delante.

Con una última ronda de despedidas resonando en sus oídos, Naruto y Midorima se dirigieron hacia el gimnasio.

Dentro del gimnasio, el equipo de baloncesto del instituto Shūtoku entrenaba duro, sus movimientos fluidos y precisos mientras se preparaban para el gran partido que les esperaba. Naruto, lleno de determinación y energía sin límites, se movía realmente rápido, dejando a sus compañeros a su paso.

Era increíblemente ágil y rápido, y nadie en el equipo podía seguir su ritmo implacable. Con cada regate y cada pivote, parecía que desafiaba a la propia gravedad, con movimientos fluidos y sin esfuerzo.

Naruto - El milagro olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora