Capítulo 2

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VIATRIX

El sonido estruendoso de mi alarma despertador, hace que refunfuñe de forma inmediata. Necesitaba dormir un poco más, me lo merecía luego de todas las cosas extrañas que me habían sucedido ayer. Coloco la almohada sobre mi cabeza y me hundo en el silencio que quiero provocar, poniendo una barrera entre mi sueño, falta de ánimo y la obligación.

—¡Via!

La voz de mi nana se escucha peor que el sonido de mi alarma, me quejo y pataleo como una niña mimada, odiaba que me quitaran el sueño, abro los ojos y de mala gana me pongo de pie.

—¡Alguien ha venido a visitarte, mi niña! —grita mi nana.

Mi pecho se hincha de felicidad al pensar que mi padre ha vuelto de su viaje a Tokio, así que, sin siquiera, cambiarme el maldito pijama, el cual consistía en un simple short corto de algodón color gris, y una blusa top de tirantes holgada, bajo corriendo con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Escucho voces en la parte de la cocina y aumento la velocidad, entrando sin preguntar.

—¡Volviste, qué alegría verte…! —mi voz se va apagando cuando veo que no se trata de mi padre, sino de Cédric y Kronos.

—¡A mí también me alegra volver a verte Via! —el capullo de Ced me envuelve en un efusivo abrazo de oso.

—Ya, ya, para —me alejo de él y no me tomo la molestia de siquiera voltear a ver a Kronos, quien, con esa actitud de maldito introvertido, solo lo hace parecer un inútil mueble dentro de la cocina—. ¿Qué hacen aquí?

—Oh, mi niña, ellos se encargarán de llevarte y traerte de la escuela, el señor Woodhall apenado con el incidente de tu convertible, se comunicó con tu padre y a manera de disculpa estos jovencitos se harán cargo de ti hasta que el seguro arregle lo de tu carro —me explica mi nana sirviéndome un vaso de leche y una ensalada de frutas.

Pone dos platos más pese a que Kronos sin decir nada, niega con la cabeza rechazando la oferta, no conoce a mi nana, por lo que intento probar la fruta ensartando el tenedor en un pedazo de melón cortado finamente.

—Esta fruta es deliciosa, gracias, señora —habla Cédric, engullendo todo como si no hubiese probado bocado alguno en años.

Lo observo detenidamente, es apuesto, mucho, sus ojos verdes hipnotizan y entiendo mejor el enfado de Mirna, ¿quién no se ilusionaría con semejante espécimen masculino? Sus facciones son finas y los hoyuelos que se le forman cuando ríe… joder, era incluso más apuesto que Owen y eso me conflictuaba, estaba tan anonadada con su perfil griego, hasta que un carraspeo me devuelve a la realidad. Giro a mi izquierda y los ojos azul zafiro intenso de Kronos, atrapan los míos.

Me reta, lo reto, no rompo contacto visual con él, hacerlo sería perder ante un peliagudo que se cree la gran cosa.

—¿Por qué no me lleva mejor el chófer? —inquiero a mi nana.

—Porque tu padre dio una orden, ya sabes cómo se pone mi niña, es mejor no enfadarlo, además aprovechas y haces nuevos amigos, porque los que tienes… a excepción de Mirna claro está, no son buenos para ti —dice nana con exceso de confianza, una que me hace lanzarle dagas por los ojos, a lo que ella solo mueve la mano dándome por mi lado, cosa que me irritaba, lo sabía y lo seguía haciendo.

Rompo todo contacto infantil con Kronos y aprietos los puños dejando el tenedor sobre el plato lleno de fruta intacta.

—Me gustan mis amigos, y ellos —los señalo—. No son el tipo de personas que quiera incluir en mi círculo social, gracias.

Nana suelta una risita tonta y sale de la cocina, dejándome a solas con un par de lobos.

—¿No piensas probar alimento? —Cédric intenta ser amable y se lo paso.

Hermosa Oscuridad © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora