Capítulo 16: De vuelta a casa

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Nezuko Kamado estaba ocupada recogiendo carbón cerca de la linde del bosque. El suave zumbido del viento de la montaña la acompañaba mientras trabajaba. La montaña era su hogar, un lugar tranquilo lleno de los sonidos de la naturaleza y el calor de la familia. Los árboles altos y centenarios se extendían hacia el cielo y sus hojas susurraban suavemente con la brisa. El aire era fresco y fresco, con aroma a pino y tierra. Este era su hogar, enclavado en la ladera de una montaña, donde la familia Kamado vivía una vida tranquila y sencilla.

De vuelta a la casa, Kie Kamado estaba sentada junto a la ventana, cosiendo una manta con puntadas cuidadosas y deliberadas. La tela era suave y cálida, un mosaico de ropa vieja y retales unidos con cariño para crear algo nuevo. La suave luz del sol de la tarde entraba por la ventana, proyectando un cálido resplandor en su rostro mientras tarareaba una suave melodía para sí misma.

Dentro, Shigeru y Rokuta jugaban juntos y sus risas llenaban la pequeña y acogedora casa. Shigeru, el mayor de los dos, le enseñaba a Rokuta a doblar un trozo de papel en forma de grulla, moviendo sus pequeñas manos con sorprendente destreza. Rokuta, con los ojos muy abiertos por la concentración, intentaba copiar los movimientos de su hermano, sacando la lengua con determinación.

Fuera, Takeo se relajaba bajo un árbol, con los ojos entrecerrados mientras disfrutaba de la calma de la tarde. Su mente vagaba libremente, sin pensar en nada en particular. Hanako estaba cerca, lavando la ropa con dedicación, sus manos se movían rítmicamente mientras restregaba la ropa contra una tabla de madera. El sonido del agua salpicando y el suave susurro de la tela llenaban el aire mientras trabajaba.

Todo parecía normal, un día más en la vida de la familia Kamado. Pero entonces, algo cambió. Nezuko oyó voces que se acercaban por el sendero del bosque mientras trabajaba. Al principio eran débiles, sólo murmullos llevados por el viento, pero se hicieron más fuertes a medida que se acercaban.

"¡Será mejor que me des comida de calidad, Zanjiro!", dijo una voz ronca e impaciente.

Rápidamente le siguió otra voz, más calmada pero con un toque de fastidio. "Muestra algo de respeto, Inosuke. Es el Hokage".

Nezuko se detuvo de repente, con el corazón acelerado. Aquellas voces... le resultaban familiares, pero ¿podría ser realmente...? Giró la cabeza hacia el sonido, y sus ojos se abrieron de par en par al ver unas figuras que salían del bosque.

"No pasa nada", dijo otra voz, cálida, tranquilizadora e inconfundiblemente familiar.

Espera... ¡¿Tanjiro?! El corazón le dio un vuelco al reconocer la figura que caminaba al frente. Era su hermano mayor, Tanjiro, tan tranquilo como de costumbre, pero había algo diferente en él: parecía más fuerte y más sabio, con una tranquila seguridad en sí mismo que le hacía parecer mayor, más maduro. A su lado caminaban dos chicos que parecían un poco fuera de lugar en el apacible entorno montañoso.

El primero, que había hablado de forma tan grosera, tenía el pelo salvaje e indomable que le sobresalía en todas direcciones, como la melena de una bestia. Sus ojos azules eran intensos, su mirada aguda, y su cuerpo estaba cubierto de músculos, testimonio de su fuerza física. Llevaba una cabeza de jabalí sobre la suya, y los afilados colmillos le daban un aspecto aún más salvaje. Se trataba de Inosuke Hashibira, uno de los colegas de Tanjiro.

El otro chico contrastaba totalmente con Inosuke. Tenía el pelo corto, de un amarillo brillante que casi parecía resplandecer a la luz del sol, y sus ojos eran de un cálido ámbar. Parecía nervioso, con el ceño fruncido por la preocupación mientras miraba a su alrededor, claramente incómodo en aquel entorno desconocido. Se trataba de Zenitsu Agatsuma, otro de los colegas de Tanjiro, conocido por ser un poco cobarde, pero también por su increíble velocidad y fuerza cuando se le llevaba al límite.

Naruto - El Shinobi que mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora