Eva Lambert, ahora detective había dejado atrás a Charlie Mayhew, su amor intenso y tóxico. Pero al llegar a una comunidad azotada por crímenes, se lo encontró de nuevo. Su mirada sombría revivió recuerdos de pasión y dolor, complicando su investiga...
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"Cada beso tuyo es un susurro al oído de mi corazón, un secreto que solo nosotros conocemos"
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El sol comenzaba a asomarse en la habitación. Eva se movió lentamente en su cama, envuelta en la quietud del amanecer. El reloj en la mesita de noche marcaba las 6:00 a.m., y el cansancio se hacia notar en su cuerpo. Los brazos de Charlie rodeaban la cintura de la mujer.
De repente, su teléfono sonó, rompiendo el silencio. La pantalla iluminada mostraba el nombre de James. Eva abrió los ojos de golpe, con la mente aún adormecida, y contestó al segundo tono.
—Eva, el informe del caso de anoche ya está listo —dijo él, directo—. Te espero a las 7:00 en mi departamento.
—¿En una hora? —preguntó, aún medio dormida.
—Sí, no podemos esperar más. Nos vemos allí.
Eva suspiró y miro la hora. Había poco tiempo.
—Está bien, nos vemos en una hora. —Se pasó una mano por el rostro
Justo cuando estaba a punto de dejar el teléfono, James volvió a hablar.
—Oye, Eva, ¿cómo estás? —su tono era más suave ahora
—Bastante bien —respondió ella con una sonrisa mientras sentía como depositaban besos en su cuello—. ¿Y tú?
—Bien... solo preocupado por ti. Cuídate, ¿sí?
—Tú también, James. Te quiero.
—Te quiero, Eva. —dijo él antes de colgar
—¿Quién era ese, Eva? —su voz sonaba más tensa de lo normal.
Eva levantó una ceja, dándose cuenta de inmediato de que algo no estaba bien.
—James. Un compañero del trabajo. ¿Por qué?
Charlie la acerco hacia el y su mirada, antes tranquila, ahora estaba cargada de una mezcla de celos y frustración.
—¿Un "compañero"? ¿A las seis de la mañana? ¿Se "preocupa" tanto? —repitió con sarcasmo—. Suena como si te estuviera llamando por algo más que el informe.
Eva no pudo evitar reír, con una mezcla de diversión y sorpresa. La reacción de Charlie era más de lo que esperaba.
—Ay, Charlie... —rió, negando con la cabeza—. Es solo trabajo ¿Qué quieres que te diga?
—No me gusta que otros hombres te llamen a estas horas. —Su voz era baja, pero clara. Eva sintió su preocupación, pero también el claro intento de control.
