Capítulo 7: Sombras del Pasado

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Las semanas que siguieron fueron una mezcla extraña de momentos tranquilos y días cargados de incertidumbre. Carmen y yo estábamos comenzando a sentir que, quizás, estábamos encontrando algo sólido entre nosotros. Habíamos compartido más de nuestras historias, y aunque nuestras inseguridades aún nos seguían, sentíamos que estábamos caminando en la misma dirección.

Sin embargo, a pesar de los días soleados y las risas compartidas, algo seguía colgando en el aire, una sombra que no sabíamos cómo disipar. Había veces en que Carmen se sumía en sus pensamientos, en su silencio, y sus ojos se perdían en algún lugar lejano, como si estuviera lidiando con algo que no podía compartir. Esos momentos me inquietaban, pero nunca me atreví a presionar demasiado. Sabía que ella no era alguien que se abriera fácilmente, que su pasado era algo con lo que tenía que lidiar a su manera.

Esa tarde, después de clases, estábamos caminando por el campus. De repente, Carmen me detuvo con una mirada seria, casi distante, que hizo que mi estómago se revolviera.

—Carlos, hay algo que necesitas saber. Algo que he estado ocultando, porque... porque no sé cómo decirlo. —Sus palabras fueron tan bajas que apenas pude escucharlas, pero su tono me heló por completo.

Me detuve, mirándola con más atención. Sabía que esto era importante, que ya no podíamos seguir adelante sin enfrentar lo que estaba guardando. El sol ya comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un rojo intenso, y todo se sentía demasiado quieto, demasiado cargado de significado.

—¿Qué pasa, Carmen? —Pregunté con suavidad, no queriendo presionarla, pero al mismo tiempo, necesitando saber.

Ella cerró los ojos por un momento, como si estuviera buscando las palabras correctas. Después, lentamente, habló.

—Hace tiempo, antes de que llegáramos a la universidad... tuve una relación. Una relación que no fue como todas las demás. Fue algo oscuro, algo que me dejó marcas que aún no sé cómo borrar. —Su voz vaciló y miró al suelo, como si las palabras le quemaran—. Yo confié demasiado, y eso me hizo perderme en una persona que no era lo que parecía.

El aire entre nosotros se cargó de tensión. Cada palabra que Carmen decía caía como un peso sobre mis hombros, y aunque no entendía completamente lo que había pasado, sentí que algo dentro de mí se rompía. Quería entender, quería ser el apoyo que ella necesitaba, pero la revelación de su pasado me dejaba sin palabras.

—¿Te hizo daño? —pregunté, mi voz saliendo más suave de lo que esperaba, como si temiera escuchar la respuesta.

Carmen levantó la vista, y sus ojos reflejaron algo que no había visto antes: dolor, culpa, y una tristeza tan profunda que me hizo sentir que la conocía aún menos de lo que pensaba.

—Sí, Carlos, me hizo daño. No físicamente, pero emocionalmente. Me hizo sentir que no valía nada, que mis pensamientos y sentimientos no importaban. Me hizo dudar de todo lo que sabía sobre el amor. —Su voz se quebró al final, y por un momento, sentí que se estaba perdiendo en esa oscuridad de la que hablaba.

Quería tomar su mano, decirle que todo estaría bien, pero algo me decía que no podía hacerlo tan fácilmente. El peso de su pasado estaba enraizado en su corazón, y no podía curarlo con solo unas palabras.

—Carmen... —susurré, sin saber exactamente qué decir, pero queriendo mostrarle que, a pesar de todo, no iba a irme. No iba a dejarla sola en esto.

Ella se quedó en silencio por un momento, y finalmente, sus ojos se encontraron con los míos.

—Yo no quiero que esto te lastime, Carlos. No quiero que mi pasado te haga dudar de lo que estamos construyendo, pero tengo miedo. Miedo de que lo que siento por ti no sea suficiente para superar todo lo que arrastro conmigo.

En ese momento, todo el dolor que Carmen había estado guardando se hizo presente. Y aunque no sabía cómo ayudarla, sentí una necesidad profunda de no dejarla ir, de no abandonar lo que habíamos comenzado. La relación que estábamos construyendo no era perfecta, pero no tenía que serlo para que valiera la pena.

—Carmen, yo no tengo todas las respuestas. Pero lo que sé es que no tengo miedo de tu pasado. No voy a dejar que lo que pasó antes nos defina, ni a ti ni a mí. Lo que quiero es construir algo contigo, algo verdadero. No soy perfecto, y tampoco lo eres, pero eso es lo que hace que valga la pena.

Sus ojos se suavizaron, como si mi respuesta le hubiera dado algo que no esperaba: confianza. Ella no dijo nada, pero su mano se deslizó hacia la mía, con una suavidad que hablaba más que cualquier palabra.

No sabía qué nos depararía el futuro, pero en ese momento, sentí que, por fin, estábamos comenzando a sanar, juntos.

Bajo el Cielo de la UniversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora