𝕸𝖞 𝖍𝖊𝖆𝖛𝖊𝖓, 𝖞𝖔𝖚𝖗 𝖍𝖊𝖑𝖑. (🇧‌🇮‌🇱‌🇱‌🇫‌🇴‌🇷‌🇩‌)

III

Ya habían pasado 2 semanas desde aquel incidente que cambió su destino por 6 meses.

Ford se encontraba en su laboratorio, ahora que el Mindscape tenía la apariencia de Gravity Falls, pese a que sabía que todo aquello no era más que una simple ilusión, no podía evitar sentirse más tranquilo y cómodo. Sin embargo, en ningún momento se olvidada de dónde estaba realmente. Incluso ahora, analiza detenidamente unos objetos muy extraños que no existían en el mundo real. Con una mano agarraba su cuaderno de notas y en la otra mano tenía un bolígrafo con el cual escribía. Cuando estaba a punto de completar otra hoja del cuaderno con las anotaciones, Bill aparece junto a él.

- Hey Fordsy, ¿Qué haces? ¿Me extrañaste?

La pregunta del demonio se escuchó fuerte y clara por toda la extensión de la habitación, pero no obtuvo respuesta alguna.

- ¿Sixer?

Ford simplemente seguía en lo suyo mientras le daba la espalda, hasta decidió sentarse en una silla cerca del objeto para marcar mucho más a dónde se dirigía su atención.

- ¿IQ? ¡HEY!... Ya veo, con que esas traes. Bien.

Con un chasqueo de dedos, Bill cambia de forma y se convierte en un humano. Era un hombre rubio, alto, con ojos amarillos y una voz penetrante. Ya había aparecido en esta forma un par de veces, era su arma secreta porque, aunque no quisiera admitirlo, aunque jamás lo haría, cuando se presentaba de esta forma, a Ford le resultaba mucho más difícil resistir sus encantos y mentiras, y Bill lo sabía.

- ¿Recuerdas cuando te gustaba esta forma mía? Bueno, no nos engañemos, ambos sabemos que todavía te gusta. – dice Bill con total confianza y en tono coqueto.

- No digas tonterías Cipher – replicó Ford, todavía sin dirigirle la mirada – y será mejor que te vayas porque estoy ocupado.

- ¿De verdad no piensas voltear a verme? De lo que te pierdes...

Irritado por las acciones de Ford y sin obtener siquiera una respuesta a su último comentario, Bill chasquea los dedos nuevamente y se convierte en una hermosa mujer rubia de ojos dorados con voz aterciopelada y camina unos pasos hacia Ford hasta lograr sentarse encima. Ya no había manera de que lo ignorara.

- ¿Es que así me vas a prestar más atención?

Ford lo mira por primera vez, con una cara sería, como si nada de lo que estaba pasando lo afectara.

- ¿Acaso crees que soy tan simple?

- Bueno Sixer, obtuve tu atención ¿verdad?

Ford sonríe levemente – ¿Podrías volver a tu forma anterior?

Bill sonrió y chasqueando los dedos volvió a convertirse en hombre – Ay Sixer ¿Sabía que te gustaban más los hombres! En ese caso, creo que me quedaré en esta forma mientras estés aquí, ¿no te parece buena idea?

En vez de responder, Ford lo toma de la mejilla acercándolo aún más a él y el demonio cierra los ojos con anticipación. Solo unos centímetros separaban sus rostros, pero en vez de recibir un suave beso, lo que sintió Bill fue un duro puño golpear su mejilla izquierda. La fuerza del impacto lo empujó de tal manera que terminó estampado en el suelo.

- No es nada de eso Cipher, es que de otro modo no hubiera podido golpearte. ¡Así que gracias! – dijo Ford de forma divertida, al fin pudo ser él quien engañara al demonio.

- Muy gracioso Sixer – respondió Bill resignado.

El demonio se levantó y se arregló la ropa por la caída, luego se le quedó mirando al contrario con una mano en la cintura hasta que tuvo otra idea, no podía dejar las cosas así. Volvió a chasquear los dedos y le puso un espejo enfrente a Ford.

- ¿Pero sabes? Incluso tú puedes cambiar. Treinta años más joven.

Ford se vio en su reflejo. Cabello castaño, aspecto más joven. Fulminó a Bill con la mirada.

- Incluso puedo hacerte más joven.

Cuando Ford volvió a verse en el espejo, tenía doce años. Se sorprendió cuando Bill le desordenó el cabello.

- Que adorable. Eras tan... pequeño - se rio el demonio y el Ford niño le devolvió de vuelta su mirada de odio.

- Cipher-

- ¡Cuidado con ese tono jovencito! O te mandaré a dormir sin cenar - bromeó Bill entre carcajadas.

El Ford niño se le quedó mirando con ojos entrecerrados, maldiciendo en su mente hasta que Bill decidió hacerlo crecer de nuevo.

- ¿Podrías dejarme en paz? Se quejó el hombre retomando su investigación. Intentó contar hasta un millón por el mal humor que le traía ese demonio siempre. ¡Era tan insoportable!

Bill, entre risas, le dio rápidamente un beso sobre la frente antes de desaparecer y que Ford le diera una paliza.