VIII

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Ford se encontraba sentado frente a una mesa de ajedrez, observando las piezas mientras Bill llevaba a cabo su jugada, siempre con una sonrisa traviesa. Habían pasado ya varias semanas desde que ambos acordaron una tregua y era imposible negar que las cosas habían mejorado mucho. Las constantes discusiones, la presión que Bill ejercía sobre él y la distancia entre ambos, todo ello había cambiado y aunque muy dentro suyo Ford sentía que se estaba traicionando a sí mismo por volver a llevarse bien con el demonio, también se sentía realmente feliz de poder compartir pequeñas charlas y juegos de ajedrez como solían hacer. De verdad lo extrañaba.

- Estás distrayéndote, Sixer. - Bill le lanzó una mirada, moviendo el caballo de forma estratégica, casi burlona.

Ford soltó un leve resoplido. No era momento de ponerse a pensar esas cosas, prefería concentrarse en lo que tenía en frente.

- Veo que ya te aprovechaste de mi pequeño descuido Bill, no pierdes ningún segundo – replicó Ford, moviendo la reina justo en frente de su ficha.

- Sixer, ¿qué estás haciendo? Sabes que no se puede hacer esa jugada, la reina no-

- ¿La reina no puede pasar arriba de los peones? ¿Y por qué no? Si tú fuiste el que hizo trampa primero. ¿Quién te dijo que podías empezar?

- Bueno es que como estabas distraído hace un minuto... solo pensé en hacerte un favor y empezar por ti...

- Además, moviste el caballo dos veces, ¿en qué momento tuviste dos turnos?

- Bueno Fordsy es que estuviste distraído mucho tiempo... ¿o preferías que yo me aburriera mientras tú estabas enfocado en quién sabe qué? – respondió el demonio mientras esta vez movía el caballo atacando a un peón – Jaque.

- A propósito, ¿en qué estabas pensando?

- En que a veces eres muy tonto – respondió Ford al tiempo que movía la reina, acabando con el caballo de su oponente.

- Parece que el distraído era otro.

- Eso solo fue para ver si estabas atento al juego – respondió Bill divertido mientras movía otra ficha.

- ¿Un peón?

- Así es, a veces hay que saber relajarse Fordsy y aprender a llevar la atención a otro lado.

- ¿A si? - Ford respondía sin mirar a Bill directamente, estaba bastante concentrado en el juego.

- Claro, así como hiciste tú hace unos segundos para no decirme en qué estuviste pensando.

- ¿Yo hice eso? – tomó la reina y la movió.

- Si Sixer, lo hiciste. – tomó el caballo y lo movió.

- ¿Así que adivinaste lo que quería hacer eh? Ahora no puedo eliminar a tu peón.

- Ya sabes que ganarme es imposible.

- Esta vez lo haré.

- ¿Ah sí? ¿Quieres que te deje ganar? Podría hacerlo... si me dices en qué pensabas...

- Ni se te ocurra Bill, lo haré yo mismo – sentenció Ford a la vez que movió un caballo.

- De acuerdo Fordsy, comprobémoslo. Pero si yo gano, me dirás en qué estabas pensando – replicó, moviendo un alfil.

- Está bien Bill, es un trato – Ford movió un peón.

Ambos se quedaron jugando por unos cuantos minutos. A medida que avanzaba la partida, la concentración y las jugadas estratégicas aumentaban. Pero en el aire no se respiraba un ambiente tenso, todo lo contrario, era divertido.

𝕸𝖞 𝖍𝖊𝖆𝖛𝖊𝖓, 𝖞𝖔𝖚𝖗 𝖍𝖊𝖑𝖑.  (🇧‌🇮‌🇱‌🇱‌🇫‌🇴‌🇷‌🇩‌)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora