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Ford caminaba por lo que alguna vez fue su refugio mental en el Mindscape, pero que ahora se había convertido en una prisión, como si él fuese un pájaro y aquel espacio su jaula. No importaba lo lejos que llegara o lo profundo que intentara esconderse en sus propios sueños, Bill siempre lo encontraba. Era desesperante, prefería volver a estar perdido en el multiverso antes que permanecer un minuto más en ese lugar.

A lo lejos, escuchó el inconfundible sonido de un chasquido de dedos y, como siempre, ahí estaba Bill, en su forma humana, flotando a pocos metros de él, una sonrisa burlona en su rostro.

—¡Sixer! —Bill flotó hasta caer a su lado, aterrizando suavemente con los pies sobre el suelo. —Una semana entera juntos y aún te resistes. Estoy empezando a pensar que te gusta hacerte el difícil. —Dijo con una sonrisa maliciosa.

Ford lo fulminó con la mirada, ignorando su comentario, pero no pudo evitar el ligero temblor en sus manos. No por miedo, sino por agotamiento. Desde que había comido esas malditas semillas, su mente y su cuerpo estaban más débiles en los sueños. Aun así, no podía dejarse vencer por el demonio.

—¿Qué quieres, Bill? —Ford se cruzó de brazos, intentando mantener su postura firme, aunque sentía las piernas temblorosas bajo su peso. La constante invasión de Bill en sus sueños estaba desgastándolo más de lo que quería admitir.

—Ay, siempre tan frío. —Bill chasqueó la lengua. —Pensé que después de este tiempo, empezarías a acostumbrarte a la idea. Digo, no es como si tuvieras muchas opciones. —Dio una vuelta alrededor de Ford, observándolo como si fuera un espécimen interesante o, mejor dicho, como un depredador a su presa. —Además, no te ves tan mal aquí... —Sus dedos rozaron el brazo de Ford, lo que provocó un escalofrío que recorrió toda su columna.

- No seré tu "Perséfone "- se negó Ford.

- Si tú eres Perséfone, ¿eso me convierte en Hades? - sonrió Bill, en su mano unas llamas azules dieron lugar a una granada con la que empezó a jugar.

Ford lo fulminó con la mirada.

- Siempre me gustó esa leyenda, cómo Perséfone se enamoró tanto de Hades que eligió comer semillas de una granada para pasar la mitad del año con el rey del Inframundo. ¿No te hace acordar a alguien? - le guiñó el ojo.

El humano rió amargamente.

- Yo conozco otra versión.

- Ah, ¿sí?

- Si, una donde Hades secuestraba a Perséfone, obligándole a estar con él en el Inframundo en contra de su voluntad.

Bill desvió la mirada.

- Me gusta más mi versión, es más romántica ¿No crees?

El humano le volvió a dar la espalda, más Bill no iba a dejarlo ir.

— Apenas terminen estos seis meses, me iré y me aseguraré de no volver a verte. Si tengo que venderle mi alma a otro demonio incluso, estoy dispuesto a hacerlo.

—Oh, pero, Sixer... —Bill lo tomó del brazo con más fuerza, haciendo que Ford se girara para mirarlo directamente a los ojos dorados y brillantes. —Me temo que es demasiado tarde para eso. —Su sonrisa se ensanchó, pero sus ojos tenían un toque de algo más... algo más profundo que su habitual sarcasmo. Un anhelo. — Tu mismo me lo prometiste: "Desde ahora hasta el fin de los tiempos".

Ford trató de mantener su expresión neutral, pero el contacto de Bill siempre lo ponía nervioso, incluso cuando no quería admitirlo. Había algo en la manera en que Bill lo miraba, como si supiera algo que él no. Era desesperante. Le temblaba el cuerpo cada vez que recordaba cómo en el pasado le había dado permiso a Bill de poseerlo a su voluntad.

𝕸𝖞 𝖍𝖊𝖆𝖛𝖊𝖓, 𝖞𝖔𝖚𝖗 𝖍𝖊𝖑𝖑.  (🇧‌🇮‌🇱‌🇱‌🇫‌🇴‌🇷‌🇩‌)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora