Te protegeré

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Han pasado ya cuatro años desde aquel día en la tienda de mascotas, y, aunque soy un perro, he aprendido mucho sobre la vida y sobre Penny. Desde que ella me adoptó, las cosas han sido muy interesantes. Penny siempre ha sido una niña increíble, cuidando de mí con tanta dedicación. Me da de comer, me cepilla y juega conmigo, ya sea lanzándome esa misma zanahoria que tuve desde cachorro o simplemente pasando el rato en el patio trasero.

Pero además de ser mi amiga, Penny tiene una vida muy ocupada. La mayoría de las veces, mientras ella juega conmigo, su padre está encerrado en su laboratorio. Él es un hombre al que apenas veo, siempre ocupado en el piso de abajo, rodeado de papeles y aparatos extraños o hablando por teléfono con alguien importante. La verdad, no entiendo exactamente qué hace ahí, pero parece ser algo que requiere mucha concentración, porque rara vez sale.

Penny y yo tenemos el tiempo para nosotros solos, y creo que una de las razones por las que su papá accedió a tenerme fue precisamente para que ella no estuviera tan sola. Desde que la conozco, veo cómo va de un lado a otro sin detenerse. Cuando no está conmigo, está en clases, estudiando todo tipo de cosas que no termino de entender. Hay días en los que lleva puesto un uniforme blanco y pasa horas en el dojo, aprendiendo karate, taekwondo, y hasta jujitsu. 

También vienen maestros a la casa para enseñarle distintos idiomas. Todo esto mientras su padre está abajo, en su mundo de máquinas y fórmulas.

Hace un rato, Penny me sirvió un plato de comida, algo que nunca olvida hacer, y se agachó para darme un cariñoso rascado detrás de las orejas. Luego, con una sonrisa, me dijo:

"Voy a quedarme aquí arriba, Bolt. Es hora de mi clase de programación."

La observé mientras se dirigía a su escritorio, y pensé en todo lo que hace cada día. Esta niña sí que tiene muchas actividades, y yo estaré aquí para acompañarla en todas, como su amigo y su guardián.