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Estando en la heladería, Penny se acerca al mostrador para pedir su helado, mientras su padre sigue al teléfono, con el rostro pálido y los labios apretados en una línea de preocupación. Puedo notar cómo intenta mantener la calma, pero sus manos tiemblan ligeramente mientras sujeta el móvil. Algo en esa llamada parece estar afectándolo mucho.

Finalmente, cuelga, justo cuando Penny regresa a la mesa con dos helados en las manos. Me da uno y sonríe mientras lo sostiene para que pueda comerlo. Su padre se sienta frente a nosotros y, aunque trata de relajarse, no deja de mirarla con cierta preocupación.

"¿Y cómo has estado, hija?" pregunta, esforzándose por sonar tranquilo.

Penny empieza a contarle sobre sus clases. Habla de sus entrenamientos en artes marciales, de cómo ha avanzado en sus clases de idiomas y de lo interesante que le resulta la programación. Escuchar sus palabras me da una sensación cálida y familiar; no entiendo exactamente lo que significan "karate" o "idiomas," pero sé que son parte de la vida normal de los humanos. Para ellos, esas cosas parecen importantes.

"Espero que pronto me entreguen los resultados de mi examen final," dice Penny con un tono optimista, como si ya supiera que ha ido bien.

Su padre asiente y sonríe, pero sus ojos la observan con un brillo peculiar, una mezcla de admiración y nerviosismo. Finalmente, después de un momento en silencio, le pregunta:

"Sabes, Penny, pronto va a llegar tu cumpleaños. ¿Qué quieres que te regale?"

Ella ríe, llevándose una cucharada de helado a la boca antes de contestar.

"Me gustaría un scooter, de esos que son electrónicos," dice con entusiasmo.

Él la observa, divertido, y arquea una ceja. "¿Solo eso?"

Ella suelta una carcajada. "La verdad... quisiera un auto, pero sé que no me lo permitirías."

Ambos ríen juntos, y yo me uno a esa risa con un ladrido suave, feliz de ver a Penny así de contenta. Su padre la mira con cariño y le responde:

"Sabes, no creo que pueda darte un auto, pero un scooter motorizado... tal vez pueda conseguir uno."

Mientras continúa la charla, él dirige su mirada hacia mí. Estoy ocupado saboreando mi helado, pero al levantar la vista, noto algo en sus ojos. No me mira como los humanos suelen mirarme. Hay algo en su mirada, algo que me hace sentir expuesto, como si estuviera viendo más allá de mi pelaje y mis ladridos. No sé por qué, pero esa forma en la que me observa me deja una sensación extraña, una que no puedo descifrar del todo. ¿Qué es lo que él ve en mí?

Te protegeréWhere stories live. Discover now