The Endless Flirting

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Después de descubrir sus sentimientos y las sinceras confesiones que siguieron, Lingling y Orm se encontraban navegando en aguas desconocidas.
Aunque finalmente habían admitido lo que sentian, aún no habían definido lo que significaban esos sentimientos.
Con palabras no dichas aun entre ellas, como un hilo delicado.
Ninguna de las dos se había atrevido a definir su relación, pero su conexión se había vuelto innegablemente más profunda.

Sus interacciones en el set también habían cambiado. Lo que antes era estrictamente profesional ahora estaba lleno de gestos tiernos e íntimos.
Una mano que se demoraba en el hombro por un segundo de más, sus dedos rozándose mientras caminaban juntas, o los frecuentes pedidos de Orm de sostener la mano de Ling (ella había confesado cuánta calma le brindaban las manos de Lingling, siempre tan cálidas y tranquilizadoras).
Y luego estaba la forma en que la cabeza de Lingling había encontrado naturalmente su lugar en el hombro de Orm, o cómo la cabeza de Orm reposaba sobre la de Lingling durante los descansos, como si siempre hubieran estado destinadas a encajar.
Estos pequeños gestos, tácitos pero llenos de significado, se estaban volviendo más frecuentes, más obvios.

Aunque todavía conservaban una apariencia profesional frente a los demás, sus colegas habían comenzado a notar los cambios sutiles pero significativos.
El tomarse de la mano, que antes era ocasional, ahora parecía tan natural como respirar. El brazo de Orm a menudo descansaba casualmente sobre los hombros de Lingling, mientras que Lingling se inclinaba hacia Orm como algo natural.
Sus conversaciones tranquilas habían adquirido un nuevo tono, sus miradas duraban un segundo de más, sus sonrisas eran más íntimas y sus risas más compartidas.
Se hizo difícil ignorar cómo la habitual e introvertida Lingling había comenzado a abrirse más con Orm, cómo sus ojos se suavizaban cuando la miraba o cómo sonreía cuando Orm se reía.
Esa corriente subyacente de incertidumbre salió a la superficie una tarde en el área común del estudio durante el almuerzo.
Como era de costumbre, se sentaron acurrucadas una junto a la otra, Orm picoteando furtivamente del plato de Lingling mientras Lingling le daba manotazos juguetones, y sus risas llenaban el espacio. 
Fue un momento tan natural y fácil, que llamó la atención de Ying, quien se acercó a ellas con un brillo travieso en los ojos.

—"Parece que las dos se están
sintiendo cómodas"—, bromeó Ying, y su sonrisa se hizo aun más amplia mientras se dejaba caer a su lado.
—"Entonces, ¿vamos a recibir el anuncio pronto o qué..?"—.
Lingling parpadeó, confundida.
—"¿Un anuncio?"—

Ying arqueó las cejas, su expresión dejaba en claro que sabia que la respuesta era obvia.
—"Sí, ya saben, ¿un anuncio oficial?"—
Hizo comillas en el aire alrededor de la palabra, su sonrisa juguetona dirigida a Orm.
—"No pueden tenernos al resto esperando para siempre. Todos sabemos que algo pasa"—.
Orm, siempre bromista, puso los ojos en blanco dramáticamente, inclinándose hacia Ying.
—"Ying, por favor. Te lo dije, todavía estoy aceptando ofertas. La fila es larga, así que ten paciencia"—.
Le guiñó un ojo, intentando desviar la seriedad del comentario de Ying con humor.

Sin perder la sonrisa, Ying le dio un golpe juguetón en la cabeza a Orm.
—"Tu chica está sentada aquí"—
bromeó, mirando a Lingling con una sonrisa cómplice. —"Será mejor que te comportes antes de que se ponga celosa. He visto a Lingling celosa, y no es algo agradable de ver"—

La palabra cayó entre ellas como una bomba.
Lingling se congeló, sus pensamientos dieron vueltas mientras veia a Orm.
Su corazón se encogió al ver las mejillas de Orm tornarse de un tono rosa fuerte, una mezcla de timidez y esperanza escrita en su rostro.
Lingling podía ver el nerviosismo en los ojos de Orm, la pregunta silenciosa acechando allí.
¿Había llegado el momento? ¿Estaban listas para llamarse novias? ¿Estaba lista para preguntarle a Orm?

La verdad era que Lingling había estado pensándolo. Se habían vuelto muy cercanas y parecía que era el siguiente paso lógico.
Pero algo la detenía. Orm era todavía muy joven y tenía mucho por delante.
Lingling había mencionado una vez en una entrevista que no quería apresurar a Orm a hacer algo demasiado serio, que quería que experimentara la vida y conociera gente nueva. ¿Estaba yendo en contra de eso ahora al querer más? ¿Pedirle a Orm que fuera su novia complicaría las cosas o, peor aún, la presionaría a hacer algo demasiado pronto?

Orm, por otro lado, estaba en silencio presa del pánico.
Escuchar la palabra novia le había enviado un shock a través de su sistema, haciendo que su corazón se acelerara y su mente diera vueltas.
Era algo que había deseado durante tanto tiempo, algo con lo que soñaba, pero nunca se había atrevido a pedir.
Estaba aterrorizada de que Lingling no estuviera lista para ese tipo de compromiso, que presionarla más la asustaría.
Por ahora, Orm estaba conforme con lo que tenían, pero escuchar la palabra
le hizo darse cuenta de lo mucho que quería que fuera oficial.
Quería que Lingling fuera suya.
Pero el miedo de arruinar lo que ya tenían la mantuvo callada.
Lingling, sintiendo la repentina quietud de Orm, sonrió suavemente y le apretó la mano debajo de la mesa, una promesa silenciosa.
Podía decir que el comentario de Ying había despertado algo en Orm, al igual que en ella.
Pero por ahora, ninguna de las dos lo dijo en voz alta. Intercambiaron una mirada, una mirada llena de comprensión mutua: aún no estaban listas.

Ying, ajena a la confusión interna que había provocado, se rió entre dientes. 
—"Está bien, las dejaré solas. Solo... no nos hagan esperar por siempre, ¿de acuerdo?"—.
Sonrió, guiñándoles un ojo a ambas antes de alejarse.

Tan pronto como Ying estuvo fuera del alcance, Orm dejó escapar un suspiro que no sabía que había estado conteniendo.
—"Bueno, eso fue..."—,  murmuró, con el rostro todavía sonrojado.
Lingling se rió suavemente, rozando con el pulgar el dorso de la mano de Orm.
—"Ella siempre sabe cómo provocar las cosas"—.

Orm asintió, aunque en su mente seguía dando vueltas la palabra novia.
resonando en sus pensamientos, haciéndole preguntarse si estaban listas para dar ese paso. ¿Debería preguntarle a Lingling? ¿Lingling lo deseaba tanto como ella?
Pero en lugar de abordar el tema directamente, dejaron pasar el momento.
No necesitaban una etiqueta,al menos no todavía . Por ahora, las caricias, las miradas y la tranquila comprensión entre ellas eran suficientes.
Pero cuando regresaron a su día, tanto Lingling como Orm no pudieron evitar preguntarse: cuando llegara el momento, ¿quién sería lo suficientemente valiente para hacer la pregunta primero?

 Pero cuando regresaron a su día, tanto Lingling como Orm no pudieron evitar preguntarse: cuando llegara el momento, ¿quién sería lo suficientemente valiente para hacer la pregunta primero?

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