III. El peso de la corona

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Canción del capítulo: Control de Halsey

Puede que haya mentido de muchas cosas, pero jamás de haberte amado. Amarte ha sido lo más verdadero en mi vida; ¿Cómo podría mentirte de tan fuertes sentimiento que solo te he dedicado a ti? —Kim Jade.

El pueblo se llenó de un bullicio propio de la presencia del monarca por esos lares. Algunos alzaban sus brazos y mostraban sus mejores sonrisas mientras gritaban: "Larga vida al rey Thanael".

Aldric por su lado, aún seguía inmerso en sus pensamientos por las recientes palabras de su rey: "Sigo siendo el mismo Thanael que besaste antes de desaparecer por cuatro años, Aldric", confiaba en que el no recordara, pero estaba claro que, como él, no olvidó ninguno de los momentos que compartieron juntos.

Por un breve momento se mantuvo detrás de Thanael y no fue hasta que este lo observó por encima de sus hombros, con una sonrisa radiante que iba dedicada a su pueblo, que Aldric se apresuró a tomar la delantera, pues ya se encontraban en su terreno.

Solo debía seguir las instrucciones dadas, era su trabajo. No estaba allí para recordar esa noche en la que besó al príncipe.

Durante su recorrido por el pueblo y visitas a las autoridades locales, Aldric recibió el saludo de algunas personas que apenas conocía, era consciente de que algo como eso pasaría mientras estuviera en cercana compañía del rey. Su amigo Mark lo saludó desde la entrada del bar que ambos frecuentaban y el aleteó su mano en respuesta.

Variarmur se caracterizaba por tener suelos pavimentados con piedras, por la hermosura de su arquitectura de mármol blanco en la mayoría de las casas. El pueblo de Horthonie gozaba de la misma belleza entre pequeñas calles inclinadas debido a la colina.

Aldric le mostró todos los lugares requeridos al rey, incluyendo su casa donde para su fortuna no se detuvieron. Siguieron su recorrido por el bosque hacia los establos donde se encontraban los mejores caballos de raza.

Aunque disfrutaba de la naturaleza, el sonido de las aves en los árboles y la brisa fría, el guerrero no soportaba el silencio entre él y Thanael mientras iban lado a lado sobre sus caballos, a petición propia del rey, sus guardias y consejero se encontraba detrás de ellos.

Su mente divagó una vez más por aquellas palabras que lo dejaron paralizado, miró de reojo las fuertes manos de Thanael alrededor de las riendas y se preguntó si este volvería a tocar el tema o estarán sumidos en ese silencio hasta llegar a su destino y volver.

Discretamente mira por encima de sus hombros, para asegurarse de que tan lejos estaban los hombres del rey y cuando percibió una distancia prudente decidió decir algo al respecto. Necesitaba expresarlo o sentía que iba a explotarle la cabeza y el corazón.

—No quería hacerlo —declaró Aldric volviendo a mirar por encima de sus hombros.

—¿De qué estamos hablando exactamente? —cuestionó Thanael.

—De lo que mencionó hace poco, antes de bajar del carruaje —susurró con la vista al frente.

—Oh —masculló Thanael—. Puede que haya pasado ya hace un tiempo, pero recuerdo perfectamente todo y no me parece que hayas tenido dudas al respecto.

—Perdón si generó algún tipo de confusión en el momento, creo que yo confundí las señales y la conexión que compartíamos. Actúe sin pensar...

—Aldric, creo que este no es lugar para hablar de ello —señaló a los hombres a sus espaldas—. Hablemos de esto en un momento más privado, ¿sí?

El rey de Zemantis ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora