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Los días pasaron con una increíble velocidad que, de no ser por Jungkook, no sabrían que habían pasado más de dos semanas juntos. Taehyung no quería pensar en ello, no quería pensar en su extraño acompañante ni en el significado detrás de tantas cosas. Tenía miedo, temía descubrir una respuesta que no pudiera soportar.

Su pelea del otro día pareció acercarlos de un modo que Taehyung aseguraba era solo un acuerdo táctico para continuar su travesía en paz. Pero era innegable que el desahogo emocional había bajado sus defensas y hecho más cómodo la compañía del otro.

Taehyung no quería admitirlo, pero también se había encontrado a sí mismo observando a Jungkook más de lo necesario. Aunque se decía a sí mismo que era un método de protección, debía admitir que no era del todo cierto.

Desde hace varios días había hecho las paces con la idea de que no estaba con una máquina asesina, al menos no como ninguno que haya enfrentado antes. En realidad, sus pensamientos pasaron de la precaución a la curiosidad, intentando definir al ser que caminaba a su lado sin éxito alguno.

Era en esos momentos de confusión, que tenía que repetirse que se trataba de una máquina, solo eso, un objeto sin sentimientos ni voluntad, un simple títere del Nuevo Régimen. Pero, ese mantra dejo de tener efectividad en algún punto y terminó por desecharlo.

Taehyung necesitaba ponerle un nombre para su propia comodidad mental, para poder establecer limites claros. Porque de otro modo, le hacía dudar de su buen juicio, de todo lo aprendido y todo lo que creía.

No sabía si podía dar ese paso.

El hecho de que prestara más atención a Jungkook le hizo confirmar algunas sus sospechas,.

Lo primero era que Jungkook realmente podía conjurar emociones en su rostro. Taehyung se preguntó cómo no lo había notado antes, como había pasado por alto la forma en que, cuando hacían pequeños descansos, por la condición humana de Taehyung, el androide aprovechaba para observar más tiempo de lo necesario las flores o animales del lugar. También estaban las ocasiones en las que se podía escuchar el ligero canto de alguna ave, Jungkook parecía deslumbrar paz en esos momentos. Así como sus ojos adquirían un tono chocolate al llegar la noche, casi como si el universo encendiera en él un brillo especial.

Había tantos detalles que hacían la mente de Taehyung un lío, todo tan confuso y sin precedentes.

El pensar en que un androide pudiera sentir, todavía era algo que lo desconcertaba. Se consolaba diciéndose que aquellas sonrisas indiscretas o su manía por inclinar su cabeza de lado, todo eso eran acciones pre-programadas, todo estaba escrito en su sistema, nada de eso era un gesto genuino.

¿Entonces, por qué no lo siente así?

Desde su enfrentamiento en el bosque, sus expresiones se hicieron más constantes. Taehyung llegó a la conclusión de que estas siempre estuvieron ahí, solo que antes parecía ocultarlas mejor.

El odio seguía ahí, tan arraigado a él que dudaba de algún día poder deshacerse de él, el odio a los dorados y los Kalerium.

Sin embargo, había una pequeña línea en donde se encontraba Jungkook, una línea cada vez más difusa y Taehyung no sabía si su odio también era dirigido al androide que caminaba su lado.

Él quería odiarlo, realmente lo deseaba, pero había algo más ahí que no entendía que significaba y que le impedía hacerlo as'.


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ALGUIEN DEBE MORIR   |   TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora