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Cuando finalmente habían salido de ese largo pasaje de árboles, todavía debieron caminar otro par días antes de llegar a una ciudad desocupada. Cuidando de que esta fuera una de las que los dorados hace tiempo hubieran dado por muertas y por las cuales las rondas de patrullaje fueran escasas.

Así que, para el momento al que llegaron a una vieja ciudad abandonada, la noche ya estaba en todo su esplendor. A pesar de la oscuridad, Taehyung era capaz de identificar el lugar, había estado con su hermano antes ahí y eso significaba que se encontraban a mitad de camino.

Un poco más y podría separarse de Jungkook, un poco más y todo se terminaría.

Algo se retorció en su interior, pero decidió ignorarlo.

Si bien la idea de poder reunirse con su pequeña familia era algo que le ilusionaba, no era lo suficiente para apaciguar los fuertes latidos de su corazón al estar presenciado las ruinas frente a él. Él conocía la historia de esos muros, lo que esas calles de pavimento habían presenciado y pensar que en ese momento se encontraba en una de las primeras ciudades atacadas, aquella que recibió lo peor de la guerra, era algo que le hacía temblar. El matiz oscuro solo hacía que todo luciera más aterrador. Además la luz de la luna no era suficiente para iluminar su camino y debían de encontrar un lugar donde pasar la noche pronto.

—¿Sabías que existe un total de 177 147 formas distintas de atar un lazo? —dijo de repente JungKook, sacando a Taehyung de su nube de oscuros pensamientos.

— ¿Qué?

—¿Y sabías que matemáticamente es posible llegar a la luna si doblas una hoja 42 veces? Y si quieres ser más osado, con 52 llegas al sol.

—Yo... no creo estar entendiendo.

—¿Sobre el lazo o el papel? Porque en realidad no es muy complicado, es un simple crecimiento exponencial. Verás..

Taehyung no sabía muy bien cómo responder a ello o el porque había salido a colación en primer lugar. Pero, mientras Jungkook seguía hablando de temas de los que él poco sabía, explicando estas pequeñas curiosidades, entendió que estaba tratando de distraer su mente para que ignorara todos los pensamientos que cegaban su mente de muerte y que su cuerpo dejara de sufrir esos pequeños espasmos.

TaeHyung agradeció internamente ese hecho e, incluso cuando el miedo desapareció, no lo detuvo. Escucho a Jungkook todo el camino hasta un refugio.

Esta ubicado en un edificio abandonado, un sitio lo suficientemente estable como para que no se cayera sobre ellos y que sería capaz de resguardarlos.

Eran noches como esas, cuando el frío se colaba hasta sus huesos y solo tenía al brillante firmamento sobre su cabeza, que más vulnerable se sentía, pues eran esa clase de noches las que él solía disfrutar de niño y compartía con su madre. Sin despegar su mirada del cielo a través de una abertura en el techo, recostado en el suelo lleno de tierra, TaeHyung sintió pequeñas lagrimas acumularse en su rostro, los recuerdos de su niñez azotándolo con tal fuerza que se sintió pequeño, tan vulnerable y frágil.

ALGUIEN DEBE MORIR   |   TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora