En el reino de Luminia, donde humanos, druidas, magos y brujas conviven en una frágil paz, Drus Ágathos, un joven druida de espíritu noble, y Mapia, una doncella de corazón puro, cruzan sus caminos en medio de un conflicto que amenaza con destruir s...
Las historias clásicas sobre dioses y héroes nos dejan muchas leyendas sorprendentes. Estos relatos se utilizaban desde épocas remotas para no olvidarse de grandes personas del pasado. En este caso, se trata de la historia de Drus Ágathos y Mapia, personajes que fueron capaces de superar las adversidades para alcanzar la felicidad. Para ello, hay que retroceder muchos siglos atrás, cuando existía, en un lugar lejano, un reino llamado Luminia.
Este reino se encontraba en una isla grande del mar Egeo, y allí convivían personas, druidas, magos y brujas. Debido a la diversidad de su población, Luminia era conocida por su falta de pertenencia grupal. Además, el reino competía con sus vecinos por el poder. Ésto fue causado por la envidia que sentían los dirigentes de cada reino hacia sus rivales. A pesar de todo, los habitantes de Luminia seguían viviendo sus vidas cotidianas con una aparente normalidad.
Pero llegó un día en que las tensiones entre reinos aumentaron por el control del territorio más grande posible, sobre todo Antípalos, ubicado frente a sus costas. En un momento de división interna, los antipalianos aprovecharon para atacar. Al contrario que en otros reinos, ellos sólo deseaban hacerse con los poderes mágicos, y utilizarlos en su beneficio. Por suerte, los druidas invocaron a los espíritus de la naturaleza para protegerlos, mientras que las brujas y los magos lanzaron hechizos para debilitar al enemigo. Los guerreros de Luminia también lucharon con valentía y determinación, y salieron victoriosos. La gente de Antípalos guardaron rencor a Luminia para siempre, buscando la manera de vengarse de una humillación tan grande, obligando a los luminianos a estar siempre alerta.
Estos estaban decididos a defender su hogar y su forma de vida, por lo que llegaron a un pacto entre los druidas, humanos, magos y brujas. Consistía en que cada uno de ellos aportaría sus conocimientos y habilidades para crear un escudo mágico alrededor de Luminia, que impediría el paso de cualquier intruso o ejército enemigo. Para ello, necesitaban reunir los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire. Los humanos se encargarían de conseguir el fuego, que representaba su pasión y coraje. Los magos se ocuparían del agua, que simbolizaba su sabiduría y adaptabilidad. Las brujas se harían cargo de la tierra, que reflejaba su poder y conexión con la naturaleza. Y los druidas se responsabilizarían del aire, que expresaba su libertad y armonía.
Así pues, se pusieron manos a la obra y buscaron los lugares más adecuados para obtener cada elemento. El fuego lo encontraron en el volcán más cercano, donde los humanos tuvieron que enfrentarse a las criaturas de lava que lanzaban fuego. El agua la hallaron en el mar, donde los magos tuvieron que resolver los enigmas que les planteaban las sirenas. Sus cantos no dejaban concentrarse a los magos, por lo que tuvieron que lanzar un hechizo que las enmudeció. La tierra la extrajeron de la cueva más antigua, donde las brujas tuvieron que sortear las trampas que les tendían los duendes subterráneos. De piel verde y orejas puntiagudas, siempre estaban atentos a que no viniera ningún extraño. Y el aire lo capturaron del cielo más alto, donde los druidas tuvieron que volar con las aves más veloces. Tras conseguir los cuatro elementos, fueron llevaron al centro de Luminia, donde se encontraba el gran árbol sagrado, un roble milenario. Allí, unieron sus fuerzas y sus voces para entonar un rito ancestral que activó la barrera mágica, en una lengua casi extinta, conocida por sus ancestros como elvish. Una luz brillante envolvió todo el reino, y luego se desvaneció. Los habitantes de Luminia sintieron una sensación de paz y seguridad, sabiendo que habían logrado proteger su hogar y su forma de vida. Y así fue como Luminia se convirtió en un reino invencible e inquebrantable.
El pacto entre las distintas especies fue un acontecimiento histórico, que marcó el inicio de una nueva era de paz y prosperidad para el reino. Para sellar este acuerdo, se decidió construir una ciudad que representara la unión de todos los habitantes del reino. Así nació Elpiza, que en elvish significa Esperanza. Una ciudad armoniosa, que desde entonces sería la capital y el símbolo del reino. Los edificios fueron construidos con materiales diferentes según la especie, teniendo cada una su propio barrio, donde podían vivir según sus costumbres y tradiciones.
El barrio de los druidas era el más verde y natural de Elpiza. Estaba situado en la parte norte de la ciudad, cerca del bosque, donde los druidas podían comunicarse con los espíritus de la naturaleza. Las casas de los druidas eran de madera y piedra, y tenían forma de cabañas o chozas. Estaban rodeadas de árboles, plantas y flores, que los druidas cuidaban con esmero. El lugar más importante era un templo circular, donde los druidas realizaban sus rituales y ceremonias. En este lugar había un altar con una gran piedra blanca, que representaba el equilibrio entre los cuatro elementos.
El barrio de los magos era el más azul y místico de Elpiza. Estaba situado en la parte este de la ciudad, cerca del lago, donde los magos podían practicar sus hechizos y encantamientos. Las casas de los magos eran de cristal y metal, y tenían forma de torres o cúpulas. Estaban iluminadas por luces de colores, que los magos usaban para expresar su estado de ánimo. Los magos también tenían una escuela, donde enseñaban y aprendían las artes mágicas.
El barrio de las brujas era el más rojo y oscuro de Elpiza. Estaba situado en la parte oeste de la ciudad, cerca de una cueva, donde las brujas podían realizar sus conjuros y pócimas. Las casas de las brujas eran de ladrillo y tela, y tenían forma de carpas. Estaban decoradas con símbolos y amuletos, que las brujas usaban para atraer la suerte y la protección. Se reunían con la llegada de cada estación, donde hacían sus celebraciones.
Por último, el barrio de los humanos estaba en la parte sur. Las casas estaban construidas en piedra pintada en amarillo, y estaban muy iluminadas. Los guerreros entrenaban en un campo de entrenamiento, un campamento militar al que todos los hombres mayores de 16 años debían acudir durante un año. Las mujeres no tenían la obligación de asistir, pero algunas lo hacían para aprender a defenderse y proteger al reino ante cualquier amenaza desde fuera.
En medio de la ciudad, existían espacios comunes. Elpiza tenía una gran biblioteca, donde se guardaban los libros más antiguos y sabios, una gran plaza, donde había mercado una vez al mes, y un gran palacio, donde residía el rey o la reina de Luminia, cuya elección surgía mediante el acuerdo de todos los habitantes. Este edificio reunía los elementos de los cuatro barrios, causando una gran impresión a cualquier viajero que tuviera la valentía de visitar la ciudad. En el centro del palacio real, estaba guardado el árbol milenario. Según dijeron los druidas, su destrucción supondría el fin del reino.
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Centro de Elpiza
Con el tiempo, surgieron disputas sobre quién debía gobernar, y por lo tanto, quién debía proteger el roble sagrado. Pronto se formaron dos bandos, uno liderado por los druidas y otro por los humanos. Los druidas argumentaban que al estar vinculados con el bosque, como elemento identitario y espiritual, debían ser los encargados de semejante cometido. Por otro lado, los humanos decían que podían asumir más funciones, principalmente la militar, ante un posible ataque de Antípalos. Este aumento de tensión supuso que los humanos tomaran por la fuerza el control de la ciudad y consideraran a los druidas inferiores a los humanos. Aquellos que no apoyaron a este gobierno, fueron encarcelados o forzados a huir.