CAPÍTULO 4: EL ENCUENTRO

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Drusito y Sofós, una vez se encontraron solos, comenzaron a hablar sobre lo que había sucedido. Estaban muy decepcionados por la traición de Pamblo, ya que, al ser druida, lo consideraban uno de los suyos. Y también estaban preocupados por una posible guerra entre especies. Consideraban que, a pesar de no estar de acuerdo con los humanos, eran vecinos del mismo reino, que un día habían defendido codo con codo contra Antípalos. Lo que no contaban ellos era con la presencia de Mapia, quien, escondida detrás de un árbol, escuchaba la conversación atentamente. Cuando los druidas se iban a marchar, se les acercó con una sonrisa amigable, y les dijo:
- Eldhalar (que en elvish significa “amigos”). Mi nombre es Mapia, y os he seguido hasta aquí por curiosidad pero también por admiración. Lamento mucho lo que ha sucedido y quiero ayudar de alguna manera. ¿Hay algo en lo que pueda ser útil?
- Agradecemos tu ofrecimiento, Mapia. -respondió Drus Ágathos con cautela-. La situación en todo Luminia es tensa, y cualquier ayuda es bienvenida. Hemos sido testigos de la tala de árboles en nuestro bosque. Necesitamos encontrar una solución pacífica, porque tememos que ésto pueda llegar a ser un conflicto mayor.
- También necesitamos preservar el equilibrio de la naturaleza, ya que es nuestra misión como druidas -agregó Sofós.
Así fue cómo Mapia se hizo amiga de Drusito, lo cual no fue muy bien visto por los amigos de ambos. La primera en mostrar su desacuerdo fue Gónguily, que le dijo a él:
- No puedes confiar en los humanos. Sabes de lo que son capaces. ¿Acaso Mapia te gusta, y en realidad quieres ser su novio?
- ¡Qué tontería es esa! -respondió con dureza Drusito.
- Pues no es ninguna tontería -contestó Gónguily.

La verdad es que ella seguía enamorada de Drusito, y veía en Mapia una rival amorosa. Y Drusito, a pesar de lo que había dicho, sí estaba sintiendo una profunda atracción por Mapia. Sólo que, al haber sentido esa sensación por primera vez, pensaba que en realidad necesitaba tiempo para reflexionar sobre sus propios sentimientos, para así entender lo que verdaderamente deseaba hacer en su vida.

También Ania y Rhostenaga hablaron con Mapia al respecto. La primera en hablar sobre ello fue Ania, que dijo:
- Hemos visto que te estás reuniendo últimamente con el druida que entró en palacio. Entendemos tu curiosidad por él, pero debes tener cuidado.
- Eso es -añadió Rhostenaga-. Estamos preocupadas por tu bienestar.
- No os preocupéis, es un druida de fiar -respondió Mapia-. Quiero aprender más de él, y he leído que, si encuentra su espíritu de la naturaleza, podría tener habilidades mágicas.

Ésto tranquilizó a sus amigas, por lo que no tuvieron problema en estar menos tiempo, con tal de que ella fuera feliz. Y un día, mientras se encontraban en el corazón del bosque, Mapia pudo conocer lo que estaba buscando. Pasó que, estando cerca de un roble antiguo, el druida sintió una profunda conexión. Cerró los ojos y, cuando los abrió, se había convertido en un roble. Mapia se emocionó mucho, y le dio un gran abrazo, lo cual confirmó a Drusito que de verdad le gustaba Mapia.

Abrazo de Mapia a Drusito

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Abrazo de Mapia a Drusito

Como no sabía qué hacer, acudió a Trachys, su amiga de la infancia. Tras escucharle atentamente, suspiró, y le dijo a Drus Ágathos estas palabras:
- Drusito, los sentimientos son complicados, y no siempre podemos controlar quién nos atrae. Lo importante es ser honesto contigo mismo y con los demás. Si sientes algo por Mapia, no lo ignores. Pero recuerda que la amistad que compartes con ella es valiosa, y no debes apresurarte en tomar decisiones.

Aun así, Drusito escribió una carta, en la que expresaba sus sentimientos hacia Mapia. Aunque no tuvo el atrevimiento a decirle que le gustaba, sí que expresó en la carta palabras de respeto y admiración. Una vez terminado el texto, el druida decidió no esperar hasta el próximo encuentro, y se dirigió al barrio de los humanos. Después de un largo rato caminando, encontró a Mapia, junto a sus amigas. En una actuación de Drusito, hizo caer el texto por detrás suya, y le dijo a Mapia:
- Ten, se te ha caído ésto-. Y se quedó esperando a que leyera la carta.

Tanto Ania y Rhostenaga, así como la propia Mapia, estaban extrañadas por lo que acababa de pasar. Así que abrieron la hoja, que tenía varias dobleces, y comenzaron a leer el texto. Decía así:

Querida Mapia:

Espero que esta carta te llegue en medio de un día soleado y lleno de alegría, como tu propia alma. Quiero comenzar diciendo, que aunque nunca haya agradecido todo lo que has hecho por mí, me he tomado un momento para expresarte mi admiración por cómo eres. Eres una chica muy atractiva, con un cabello rubio que brilla como los rayos del sol y los ojos azules como el mismo cielo.
Pero lo que más hace que resplandezcas es tu bondad sin igual. Siempre estás dispuesta a tender una mano amiga a aquellos que más lo necesitan, sin importar su especie. Esa es una cualidad que me ha impresionado profundamente, de verdad.

Tu interés en todos los seres que habitan en nuestro reino es verdaderamente inspirador, donde a menudo falta la simpatía hacia las demás especies. Aunque como druida no tengo la mejor relación con los humanos, me siento afortunado de conocerte y de ser testigo de tu amor por la naturaleza. Tal vez no entienda completamente tus motivos, pero eso no impide que aprecie la belleza de tu corazón.

Por otro lado, quería recordar los buenos momentos que pasamos juntos, en especial cuando pude convertirme en un roble, un hecho que me dio mucha ilusión. Y el abrazo que me diste me produjo una sensación de paz tan fuerte como nunca he sentido antes.

Así que Mapia, aquí estoy, para decirte que eres un rayo de luz en un mundo a menudo oscuro. Tu bondad y tu amor son un ejemplo para mí, y espero que tu luz continúe iluminando mi camino.

Con mucho amor:
Drus Ágathos

Drusito escribiendo la carta a Mapia

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Drusito escribiendo la carta a Mapia

Cuando las tres chicas terminaron de leer la carta, se miraron la una a la otra, y, ante lo extraña que era la situación, empezaron a reírse nerviosamente.
Drusito, creyendo que se estaban riendo de él, se fue corriendo. Antes de doblar la esquina, las tres amigas escucharon cómo él empezaba a llorar fuertemente. Entonces Mapia vio a un guardia, y le pidió si podía seguir al druida, ya que le tenía que decir algo muy importante. Así lo hizo, siguiéndole a gran velocidad. Mientras tanto, Drus Ágathos sentía que la tensión podía con él, confundido por sus pensamientos sobre la tala de árboles, los conflictos entre especies y, sobre todo, sus sentimientos hacia Mapia. A ésto se le unió que su mente le estaba jugando malas pasadas. Al ver al guardia, pensó que le estaban persiguiendo y le iban a encarcelar, porque así se lo había hecho entender el rey Rufus, cuando entró al barrio de noche sin permiso. Por eso, decidió huir al bosque, donde podía estar más seguro, sin que el guardia lo encontrara.

Cuando llegó allá, se sentó debajo de un árbol, donde comenzó a oír voces confusas. Las sombras de los árboles parecían moverse de formas extrañas, y los colores del bosque se volvían intensos y alterados. Se sentía desconectado de la realidad, por lo que se llevó las manos a la cabeza y comenzó a temblar. No entendía lo que estaba sucediendo, y se sentía atrapado en una pesadilla. De repente, vio al mismo guardia de antes a lo lejos, y escuchó decir su nombre. En ese momento Drusito se desmayó: acababa de sufrir su primer episodio psicótico.

El roble y la doncellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora