Capitulo 10: La búsqueda del amuleto de la libertad

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En la oscura y sombría guarida de Malakar, el guardián regresó triunfante, sosteniendo en sus manos el Amuleto de la Oscuridad

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En la oscura y sombría guarida de Malakar, el guardián regresó triunfante, sosteniendo en sus manos el Amuleto de la Oscuridad. Los seguidores de Malakar celebraban con júbilo, conscientes de que el poder de su líder se incrementaba con cada amuleto que obtenían. Malakar, envuelto en sombras, observaba con satisfacción cómo el poder oscuro fluía a través de él, fortaleciéndolo aún más.

—Con este amuleto, nuestro poder crece. Pronto, Eldoria caerá ante nosotros.— proclamó Malakar, su voz resonando en la caverna.

Mientras tanto, en Eldoria, la reina Elena se reunió con sus amigos más cercanos, consejeros y soldados leales. Sabían que debían actuar rápidamente para evitar que Malakar se volviera invencible. Su objetivo era claro: encontrar el Amuleto de la Libertad, un artefacto legendario que otorgaba a su portador un poder inmenso y la capacidad de liberar a los oprimidos.

—No podemos permitir que Malakar obtenga más amuletos. Debemos encontrar el Amuleto de la Libertad antes que él.— dijo Elena, con determinación.

—Será una misión peligrosa, pero estamos contigo, Elena.— respondió Alaric, su leal consejero.

La misión no sería fácil. El Amuleto de la Libertad estaba oculto en un lugar remoto y peligroso, protegido por poderosas criaturas y trampas mortales. Elena, acompañada por sus valientes compañeros, se embarcó en una travesía épica, enfrentando desafíos inimaginables en su camino.

La primera batalla tuvo lugar en el Bosque de las Sombras, donde criaturas oscuras emergieron de entre los árboles para atacar al grupo. Con espadas y magia, los valientes guerreros de Elena lucharon ferozmente, derrotando a las bestias y avanzando hacia su objetivo.

—¡Cuidado!— gritó Eamon, lanzando un hechizo para repeler a una criatura que se abalanzaba sobre ellos.

—No podemos detenernos. Debemos seguir adelante.— dijo Lady Isolde, blandiendo su espada con destreza.

Más adelante, se encontraron con un río de lava que bloqueaba su camino. Utilizando su ingenio y habilidades, construyeron un puente improvisado y cruzaron con cautela, sabiendo que un solo paso en falso podría ser fatal.

—Esto es más difícil de lo que imaginé.— murmuró Elena, sintiendo el calor abrasador de la lava.

—Pero no imposible. Juntos, podemos lograrlo.— respondió Liam, ofreciéndole una mano para ayudarla a cruzar.

Finalmente, llegaron a la Montaña de la Libertad, donde el amuleto estaba escondido en una cueva custodiada por un dragón ancestral. La batalla contra el dragón fue intensa y agotadora, pero con valentía y determinación, lograron derrotarlo y acceder a la cueva.

—¡Lo logramos!— exclamó Alaric, observando al dragón caer derrotado.

—Pero aún no hemos terminado. Debemos encontrar el amuleto.— dijo Elena, avanzando hacia la cueva.

Dentro de la cueva, encontraron el Amuleto de la Libertad, brillando con una luz pura y celestial. Elena lo tomó en sus manos, sintiendo cómo el poder del amuleto fluía a través de ella, llenándola de esperanza y fuerza.

—Este amuleto es increíble. Con él, podremos liberar a nuestra gente y derrotar a Malakar.— dijo Elena, con una nueva determinación en su voz.

Mientras tanto, en la guarida de Malakar, la noticia de la obtención del Amuleto de la Libertad llegó rápidamente. Malakar, furioso por haber perdido la oportunidad de poseer el amuleto, se levantó con ira, dispuesto a salir y enfrentarse a los del reino de Eldoria.

—¡No puedo permitir que tengan ese amuleto!— rugió Malakar, su voz llena de rabia.

Sin embargo, la sombra misteriosa que siempre lo acompañaba lo detuvo, susurrándole que aún no era el momento de intervenir.

—Paciencia, Malakar,— dijo la sombra con voz suave pero firme. —Nuestro momento llegará. Por ahora, dejemos que se regocijen en su pequeña victoria. Pronto, todos los amuletos serán nuestros, y entonces, nada podrá detenernos.—

Malakar, aunque aún enfurecido, asintió lentamente, comprendiendo que la sombra tenía razón. Con una última mirada de odio hacia el reino de Eldoria, se retiró a las profundidades de su guarida, planeando su próximo movimiento.

De vuelta en el castillo de Eldoria, Elena y sus amigos celebraban su victoria, pero sabían que la batalla estaba lejos de terminar. Decidieron tomar un breve descanso antes de planear su próximo movimiento.

—Hemos logrado mucho hoy, pero aún queda mucho por hacer.— dijo Elena, mirando el amuleto en sus manos.

—Tienes razón. Debemos estar preparados para lo que venga.— respondió Alaric.

Elena, agotada por la intensa misión, decidió retirarse a su habitación para descansar. Se despidió de sus amigos y subió las escaleras del castillo, sintiendo el peso del cansancio en cada paso. Al llegar a su habitación, se dejó caer en la cama, cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño.

Unos minutos después, la puerta de su habitación se abrió suavemente. Liam entró, preocupado por Elena. Al verla dormida, se acercó en silencio y se sentó a su lado, observándola con ternura.

Elena despertó al sentir su presencia y, al verlo, sonrió débilmente.

—Liam, ¿qué haces aquí?— preguntó, su voz apenas un susurro.

—Quería asegurarme de que estabas bien.— respondió Liam, tomando su mano.

Elena se incorporó ligeramente, y Liam aprovechó el momento para acercarse más. Sin previo aviso, la besó suavemente, sus labios encontrando los de Elena en un gesto lleno de ternura. Luego, sus manos se deslizaron hasta las de ella, entrelazándolas con cariño.

Liam se acostó al lado de Elena, y ella, sintiendo una profunda conexión, se acurrucó contra su cuerpo, apoyando su cabeza en su pecho. Sabía que su amor por Liam se hacía más fuerte con cada momento que pasaban juntos.

—Gracias por estar aquí para mí.— susurró Elena, sintiendo el latido del corazón de Liam bajo su oído.

—Siempre estaré aquí para ti, Elena.— respondió Liam, acariciando suavemente su cabello.

Elena y Liam se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía y el consuelo que se brindaban mutuamente. Sabían que el camino por delante sería difícil, pero también sabían que no estaban solos.

—Por mi madre, por Eldoria, y por mí misma, no me rendiré.—

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Reina Por Obligación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora