En la oscura y sombría guarida de Malakar, el ambiente estaba cargado de una energía siniestra. Malakar, ahora en posesión de dos amuletos, sentía cómo su poder crecía exponencialmente. Las sombras a su alrededor parecían cobrar vida, moviéndose al ritmo de su respiración. Con una sonrisa maliciosa, Malakar se levantó de su trono y se dirigió a un altar oscuro, donde los amuletos brillaban con una luz inquietante.
—Es hora de que Eldoria sienta el verdadero poder de la oscuridad,— murmuró Malakar, con una expresión de satisfacción, extendiendo sus manos sobre los amuletos. —Con estos dos amuletos, puedo lanzar un hechizo que destruirá sus defensas y sembrará el caos en su corazón.—
Concentrándose, Malakar comenzó a recitar un antiguo conjuro en una lengua olvidada. Las palabras resonaban en la caverna, llenándola de un eco siniestro. Los amuletos respondieron, emitiendo un resplandor oscuro que se intensificaba con cada palabra. Una energía oscura se formó en sus manos, creciendo y retorciéndose como una serpiente.
—¡Que la oscuridad consuma a Eldoria!— exclamó Malakar, con una mirada de triunfo, lanzando la energía hacia el cielo. La oscuridad se dispersó en todas direcciones, viajando a una velocidad increíble hacia el castillo de Eldoria.
En el castillo, Elena estaba en su habitación, tratando de encontrar alguna pista sobre la desaparición de su madre. De repente, sintió una presencia oscura y poderosa que la envolvía. Antes de que pudiera reaccionar, una barrera invisible se formó a su alrededor, atrapándola en su lugar. La energía oscura comenzó a infiltrarse en la habitación, llenándola de una sensación de desesperación y miedo.
—¡No!— gritó Elena, con una expresión de terror, sintiendo cómo el poder dentro de ella comenzaba a descontrolarse. —¡No puedo dejar que esto suceda!—
Elena cayó de rodillas, luchando por mantener el control. Sabía que si dejaba que el poder se liberara, la explosión resultante no solo la heriría a ella, sino a todos en Eldoria. Sus gritos de desesperación resonaron por todo el castillo.
—¡Liam!— gritó, con lágrimas corriendo por su rostro, su voz llena de angustia. —¡Ayúdame!—
Liam, que estaba en el patio del castillo, escuchó los gritos de Elena y corrió hacia su habitación. Al llegar, encontró la puerta bloqueada por una barrera mágica. Golpeó la barrera con todas sus fuerzas, pero no pudo romperla.
—¡Elena!— gritó, desesperado, con una expresión de pánico. —¡Tranquila, mi vida, voy a buscar la forma de salvarte!—
Desde el otro lado de la barrera, Elena podía escuchar la voz de Liam, pero la oscuridad seguía apoderándose de ella. Sentía cómo el poder dentro de ella luchaba por liberarse, amenazando con destruir todo a su alrededor.
—¡No puedo… contenerlo… mucho más!— jadeó Elena, sus manos temblando mientras trataba de mantener el control, su rostro reflejando un esfuerzo extremo.
Liam, desesperado por salvar a Elena, corrió hacia la biblioteca en busca de Alaric. Sabía que el consejero tenía conocimientos sobre magia que podrían ayudar a romper la barrera.
—¡Alaric!— gritó Liam, entrando en la biblioteca con una expresión de urgencia. —¡Elena está en peligro! ¡Necesito tu ayuda!—
Alaric levantó la vista de los libros que estaba estudiando y vio la desesperación en los ojos de Liam. Sin hacer preguntas, se levantó y siguió a Liam de regreso a la habitación de Elena. Al llegar, Alaric examinó la barrera con atención, su rostro mostrando concentración.
—Es un hechizo oscuro,— dijo Alaric, frunciendo el ceño con preocupación. —Necesitaré tiempo para deshacerlo.—
—¡No tenemos tiempo!— exclamó Liam, golpeando la barrera con frustración, su expresión llena de desesperación. —¡Elena está sufriendo!—
Alaric asintió y comenzó a recitar un contrahechizo, sus manos moviéndose rápidamente mientras trazaba símbolos en el aire. La barrera tembló, pero no se rompió.
Dentro de la habitación, Elena sentía que estaba al borde del colapso. La energía oscura la rodeaba, y el poder dentro de ella estaba a punto de estallar. Con un último esfuerzo, cerró los ojos y se concentró en la voz de Liam, usando su amor por él como ancla para mantener el control.
—Liam…— susurró, sintiendo cómo la oscuridad comenzaba a retroceder ligeramente, su rostro mostrando una mezcla de dolor y esperanza.
Afuera, Alaric continuaba trabajando en el contrahechizo, su rostro cubierto de sudor por el esfuerzo. Finalmente, con un último gesto, la barrera se rompió, y Liam corrió hacia Elena, abrazándola con fuerza.
—¡Elena!— exclamó, sintiendo cómo ella temblaba en sus brazos, su voz llena de alivio. —Estoy aquí. Todo estará bien.—
Elena, agotada pero aliviada, se aferró a Liam, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. Sabía que habían superado una prueba difícil, pero también sabía que la lucha contra Malakar estaba lejos de terminar.
—Gracias, Liam,— susurró, su voz quebrada por la emoción, su rostro mostrando gratitud. —No sé qué habría hecho sin ti.—
Liam la miró a los ojos, su expresión llena de determinación.
—Siempre estaré a tu lado, Elena,— dijo, acariciando su rostro con ternura. —Juntos, venceremos a Malakar y protegeremos a Eldoria.—
Mientras tanto, en su guarida, Malakar observaba a través de un espejo mágico, su rostro torcido en una sonrisa de satisfacción.
—Esto es solo el comienzo,— murmuró, sus ojos brillando con malicia. —Pronto, Eldoria caerá, y no habrá nadie que pueda detenerme.—
ESTÁS LEYENDO
Reina Por Obligación
FantasyEn un reino envuelto en misterio y magia, una joven princesa se ve obligada a asumir el trono tras la repentina desaparición de su madre. Con una corona que pesa más de lo que jamás imaginó, Elena debe enfrentarse a intrigas palaciegas, traiciones y...