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Cassy no sabía cómo contactar a Rowen, pero tuvo una idea, tomó el libro y escribió:

Necesito verte... tenemos que hablar de ciertas cosas... Pero debes mantener tus colmillos alejados de mí y dejar de usar tus poderes demoníacos para hacerme sentir... atraída por ti.

Dejó el bolígrafo a un lado y esperó, sin estar segura, de cuánto tiempo tardaría en recibir una respuesta.

Para su sorpresa, las letras de la página cambiaron, se volvieron doradas y empezaron a aparecer otras nuevas.

Está bien, no te volveré a morder sin tu permiso. Pero... no puedo controlar cómo reacciona tu cuerpo al estar cerca de mí... Los fuertes latidos de tu corazón, el aumento de tu temperatura corporal y tu lujuria insaciable; yo no he causado nada de eso con mi magia, si reaccionas así debe ser porque... yo te gustó mucho, pequeña bruja.

Un escalofrío electrizante la recorrió y la hizo juntar las piernas involuntariamente.

—Dime qué hacer para volver a verte —escribió, su mano temblaba un poco.

—Acuéstate, cierra los ojos y di mi nombre tres veces.

Cassy se levantó de la silla de su escritorio, se quitó los zapatos y se echó sobre la cama. Los nervios la invadieron, más no se dejó vencer por la cobardía, fue valiente.

—Rowen, Rowen... Rowen... —Pronuncio, con los ojos cerrados, y saboreando el sonido de cada sílaba.

Pronto, algo cambió en el ambiente. La temperatura pareció aumentar, como si se hubiera encendido un fuego cerca, y ese aroma sensual llenó sus fosas nasales: una mezcla de madera, bergamota, almizcle y un toque de cítricos.

—Abre los ojos ahora.

Cassy obedeció la orden, y observó su entorno. Mientras su vista se adaptaba a la oscuridad, notó una figura parada al pie de su cama, la forma familiar de Rowen Morningstar.

—¿Estoy todavía despierta?

—Sí, y no —contestó él, haciendo que ella pusiera los ojos en blanco con molestia.

—Deja de hablar así, confundiéndome —le recriminó—. Necesito que seas honesto conmigo y respondas todo lo que te voy a preguntar con total precisión.

—Está bien, pequeña bruja —asintió Rowen, con una sonrisa maliciosa jugando en sus labios—. Pero no te voy a dar esa información sin obtener un beneficio a cambio.

—Acaso, ¿vas a chantajearme? —dijo Cassy indignándose—. Eres un...

—Un demonio, malvado y egoísta. Sí, eso es justo lo que soy. —Se apoyó contra la pared, con los brazos cruzados y una sonrisa engreída en su rostro, disfrutando de la vista de la bruja frente a él—. Si quieres caridad, tendrás que ir a una iglesia. Ve a hablar con uno de los lacayos de mi abuelo y mira si alguno de ellos se apiada de ti.

 Ve a hablar con uno de los lacayos de mi abuelo y mira si alguno de ellos se apiada de ti

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Seducida por un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora