Capítulo 2

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—Bueno, Mar. Ya tenés tus días libres ¿Qué suerte, no?— Habló Rey, reincorporándose, no había negado alguna atracción por Margarita, pero tampoco la había confirmado. —Ya podés irte a dormir, salir o lo que te pinte.—

—Ey, tranquilo, recién Mar y yo nos estamos conociendo.— Dijo Merlín invitándola a sentarse a su lado, pero se negó.

—Tiene razón Rey, estoy toda polvorienta y mojada, me voy a ir a bañar.— Hizo un saludo general mientras subía las escaleras, llevando su mochila que contenía 2 mudas de ropa únicamente, esperaba que Pipe le llevara más, aunque tampoco tuviera demasiadas prendas.

—Qué lástima que no me llevó.— Habló Merlín cuando la chica ya se había ido, Rey lo golpeó en el pecho con el dorso de su mano espetando un "tarado."

—Bueno, amor, tenemos que planear la fiesta de tu ascenso en la empresa.— Angie actuó un dulce tono de voz, todos aplaudieron coreando al unísono el apodo de Rey. —¿Te parece que organice mañana mismo?— Asintió con la cabeza, ya quería librarse de esas estupideces, pero tenía unos amigos que todavía disfrutaban su juventud, no como él que parecía un viejo decrépito con jaqueca a las 21 horas.

—¿Va a estar la niñera? Para que me termine de criar digo.— Bromeó Merlín y todos rieron, excepto Rey y Única.

—¡Cortala, Merlín!— Todos se callaron ¿Qué le pasaba a Rey?

—Bueno eu, era una joda, pero no podés negar que es un bombón para chuparse los dedos.—

—Mamita, lo que te gusta la grasa a vos bigotudo, es increíble.— Habló Única, revoleando los ojos antes de pararse e invitar a los invitados a retirarse, que mañana había mucho que hacer.

Mientras tanto Margarita se estaba duchando, permitiéndose cantar un poco, era una canción romántica que recordaba de su infancia. —Quereme solo a mí...— Su subconsciente le había fallado ¿Qué hacía ella cantando eso? Pero se lo permitió.

Rey subió con Ángela, dirigiéndose a su cuarto, ella ya había entrado, pero el rubio inventó una excusa para tardar un poco más. Había escuchado la voz angelical de Margarita, posó una oreja sobre la puerta del baño y se mordió el labio inferior, negó con la cabeza, volviendo a su cuarto.

—¿Cómo sabés lo de Alaska?— Cuestionó Angie mientras el mayor se sacaba los zapatos y se desabotonaba la camisa.

—No soy imbécil, Ángela. Aparte qué me importa, si yo estoy de novio con vos es porque nuestros viejos así lo quisieron.— Espetó sin más, bajándose los pantalones y quedando en bóxer frente a ella.

—Igual... Un poquito me gustás.— Hizo un puchero acercándose al rubio, quitándose la camiseta de su piel bronceada y figura curvilínea.

—¿Ah, sí?— Preguntó Rey con una sonrisa ladeada, era hombre y no podía resistirse a los encantos de la chica con la que estaba en pareja hace años.

Él conocía la situación en la que estaba metido, un futuro matrimonio sin amor, sin sexo, sin besos, probablemente durmiendo separados y cada uno con un amante. Exactamente como le había pasado a sus padres.

Margarita salió del baño tarareando la misma canción, tenía el pelo mojado así que se tomó el atrevimiento de secarselo en su cuarto, su cabellera extensa y alocada tardaría horas en secarse.

El ruido volvía locos a Ángela y a Rey, quienes estaban compartiendo un momento íntimo.

—¿Será posible?— Se quejó Rey, colocándose el bóxer enrabiado, yendo a buscar a Margarita a su cuarto, abriendo la puerta sin tocar. —¿Puede ser que te seques el pelo cuando vaya a buscar a los chicos?—

La chica se espantó al ver la puerta abrirse de golpe, apagando el secador para así poder escucharlo, pero su vista estaba más concentrada en su abdomen y torso, mordiéndose el labio mientras asentía con la cabeza.

—Mirame cuando te hablo, Margarita.—

Sabía lo que decía, lo hizo a propósito para ver cómo era su reacción, pero sin darse cuenta de lo que habia hecho, sus ojos se enfocaron en los contrarios y movió la cabeza de arriba hacia abajo.

Se fue y la chica gritó contra la almohada, en parte era por frustración y por otro a causa del gran deseo que le generó verlo semidesnudo.

Tecleó en su celular a la velocidad de la luz para comentarles a sus amigos la situación, pataleando entusiasmada. La única persona que no reaccionó bien fue Alaska, pero a los pocos minutos mandó un sticker y se calmó la tensión que habitaba.

Rey volvió al cuarto y se vistió, dejando a Única sola sobre la cama, sin poder liberar una palabra. —Me tengo que ir a buscar a Santi y a Male, dale que te llevo a tu casa que hoy no te podés quedar.—

Ángela gruñó mientras también se vestía, revoleándole la camisa del chico por la cara. —Tarado.— Abrió la puerta, dando un portazo y se fue directamente al auto.

Juan bajó las escaleras mientras terminaba de abrocharse la camisa, viendo la campera de Margarita colgada sobre el perchero, empapada. Se quejó y la tiró al piso con bronca y se retiró de la mansión.

Al escuchar la llave de la puerta principal, Margarita retomó la tarea de secar su largo cabello.

Quereme sólo a mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora