XIV

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Había algo de prisa en su andar. El día era importante debido a que se tomarían decisiones sobre la estrategia de marketing para el nuevo lanzamiento pero, a diferencia de años anteriores, la mente y el corazón de Marta estaban en un sitio totalmente diferente.

Sus ojos azules miraron hacia la terraza luego de abrochar el seguro de su reloj, buscando la familiar figura de Fina, quien -envuelta en una manta lanuda y sosteniendo su taza favorita- disfrutaba de una humeante tisana y del fresco de la mañana.

Marta se apoyó en el umbral de la puerta y disfrutó de la vista, atesorando con la mirada cuán solemne se notaba Fina con los ojos cerrados y el rostro ligeramente hacia arriba para sentir la caricia de los rayos del sol. Verla así, tan serena, despertó en la rubia la necesidad de quedarse con ella.

El día era importante. El aniversario de cumpleaños de Adela, una fecha que Fina e Isidro nunca fallaban en celebrar, en la que acudían al cementerio para dejar rosas blancas en su tumba y el resto del día lo pasaban juntos, recordando a una mujer que se marchó muy pronto; contando historias que, aunque se sabían de corazón, remembraban con nostalgia y sin perder la sonrisa.

Quizás fue la mirada enamorada de Marta la que sacó a Fina de su introspección y se maravilló por el color ámbar que los ojos de su novia habían adquirido, como si el propio sol estuviera en ellos.

"Mi sol," pensó Marta cuando en los labios de Fina apareció una sonrisa que le invitó a acercarse.

- ¿Ya te vas?

- No quisiera. -La rubia suspiró con resignación mientras se acercaba a la morena-. Quisiera pasar el día contigo y con Isidro pero ya sabes que Luis es un quisquilloso cuando se trata de sus nuevas creaciones y esas juntas se vuelven interminables.

Sus manos se colaron por debajo de la manta y sus brazos rodearon la estrecha cintura de Fina, cerrando el espacio entre sus cuerpos para besar su mejilla.

- Si ya lo conoceré. Un perfeccionista a morir.

- Y más cuando Valentín está en la ciudad. Esa manía suya por querer impresionarlo arruina mis planes.

El tono caprichoso de Marta le robó una risa a la otra mujer, quien se acurrucó en el abrazo.

- Creo que es tierno que Luis quiera demostrarle a Valentín que está a la altura de su padre.

- Supongo. -Entre ellas surgió un cómodo silencio que le permitió a Marta sumergirse en el calor y el aroma que emanaban de Fina-. Pero de verdad me habría gustado estar con vosotros hoy. Hay historias que aún no conozco.

- Créeme que mi padre no tendrá reparo en contártelas cuando quieras.

Los zapatos de taco alto le concedieron a Marta la altura perfecta para juntar sus labios en la sien de Fina, donde los dejó por un rato.

- Me avisarás cuando llegues a la casa de Isidro, ¿verdad?

- Seguro. Es más, ya estoy casi por salir. Sólo preparo las cosas de la bola de pelo y salgo para Torrijos.

- Todos van a tener un día libre, menos yo.

El morro de Marta le resultó tan irresistible a Fina que no tuvo más opción que besar sus labios.

- Así es la vida de mi señora importante.

La rubia gruñó.

- Mejor dame otro beso para alegrarme el día.

Fina no esperó y unió sus labios en el tipo de beso que le quitaba el aliento a Marta; en el que el roce de su lengua le hacía vibrar cada célula del cuerpo y le desbocaba el corazón.

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⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

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