¿Qué me sucede?

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Ya han pasado diez años, desde que Penélope y Patricio llegaron a la vida de Max y Sergio, diez años en los que ellos se han amado y han sabido amar a sus pequeños, diez años que se han sentido como los mejores, diez años que han cobrado en la salud de Sergio, un gran precio.

Max, saldré de compras con los niños, regresaremos más tarde. — Sergio tomó las manos de los pequeños, con dirección a la puerta, los tres subieron en el auto, y el chófer comenzó a conducir

— Mami... — Los pequeños le decían "Mamá", "Mami" o "Madre" a Sergio, aunque él muchas veces pidió que solo lo llamarán "Papá" pero para Max eso era de mala educación

— ¿Qué pasa, patito? — Sergio ya se había acostumbrado y no le molestaba, aún que no fuese una mujer

— ¿Podemos comprar dulces? — Sergio solo sonrió, era normal que los pequeños desearan eso

— Sí, todos los que quieras ¿Tú quieres algo en especial, Penélope? Podemos ir a alguna librería, claro si tú quieres — Penélope siempre fue más seria, no tenía problemas con Max y Sergio, al contrario, los amaba, pero elegía ya no ser tratada como una princesa 

— Si, madre, iremos después de comprar lo que necesites — A ninguno le incomodaba que Penélope fuera así, entendían que cada uno tenía una personalidad que los distinguía.

— Mami... — Antes de continuar hablando, Penélope interrumpió a Patricio

— Patricio, te he dicho que no lo llames así, Papá dijo que debemos ser respetuosos — También Penélope era muy formal y elegía tener demasiado respeto, incluso hacia personas que no lo merecían

— ¡Pero yo le quiero llamar así! — A Patricio le molestaba que su hermana no lo dejara ser 

— ¡Patricio, no me vuelvas a alzar la voz! — Sergio no permitió que la discusión continuara

— Penélope, Patricio, ya basta, no les voy a permitir que se hablen de esa forma. Penélope, no tengo problema con la manera en la que tú hermano me llama, y se que a ti no te gusta, pero tú también me llamas de la forma en que deseas y tampoco me incómoda, eso no debe ser un motivo para pelear — Y como todas las veces en las que se peleaban, los castigó, no le compro dulces a pato, ni libros a Penélope.

Al llegar a casa, Sergio fue el primero en bajar del auto y caminar hacia su habitación, al llegar saludo a Max, pero había algo raro, Sergio siempre lo hacía con un beso, pero en esta ocasión, solo sonrió, Max lo dejo pasar, no era nada grave, pero algo más pasó.
Patricio y Penélope entraron corriendo a la habitación de sus padres, iban a quejarse del otro, para ver quién era castigado.

— ¡Papá, Penélope me gritó! — Exclamó patito

— Eso es mentira, nunca lo hice — La pequeña mantuvo la calma, como en todas las ocasiones que eso pasaba

— Si lo hiciste, por tu culpa no me compraron dulces — Sergio miró a su pequeño patito y se asusto al recordar que no lo hizo

— Perdón, lo olvide, te prometo que la siguiente vez te comprare muchos más — Penélope miro a Sergio y luego a Max

— Madre, no se los compraste porque él está castigado... — Sergio alzó una ceja, no recordaba que fuera por eso

— Oh... Solo lo olvidé  — Penélope miró a Patricio y solo sonrió

— Ah, si, fue eso, no te preocupes madre, luego podremos comprarlos ¿Verdad Patricio? — Ella solo puso su mano sobre el hombro de su hermano

— Sí, mamá... — Sergio sonrío y sus pequeños salieron de la habitación, pero ellos sabían que algo pasaba

— Pato, mamá... — No terminó y su hermano habló

— Sí, cada día olvida mas las cosas, Penélope ¿Qué le pasa? — Pato miró a su hermana, pensando que ella tendría una respuesta.

— No lo sé, patito, pero esto no es bueno — Ambos entraron a su habitación

— Debemos decirle a Papá — Penélope negó la idea

— No, debemos esperar, mamá debe decirlo, eso no podemos hacerlo nosotros — Aunque en el fondo les preocupaba — No te preocupes, Patito, no debe ser nada, tal vez solo está cansado.

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Los días habían pasado, y la situación empeoró.

— Sergio, Max ya te está esperando en el jardín — Carola se acercó a él, pero Sergio no entendía

— ¿Para qué? — Preguntó mientras se levantaba del sofá

— Sergio, Max tiene algo especial para ti. — Al terminar de hablar, Carola dejó solo a Sergio. Sin comprender a qué se refería, caminó hasta aquel hermoso jardín que los hizo coincidir por primera vez, al llegar había un hermoso camino de rosas, llevaba tiempo sin ir, o tal vez no recordaba haber visto aquello

— ¿Max?... — Caminó por ahí, hasta llegar al final, donde lo esperaban aún más árboles y flores hermosas, pero había una banca, que la reconocía, pero no sabía cómo, en ella lo esperaba Max, con un ramo de once rosas rojas

— El siguiente año tendrá una más, y así será siempre — Max dio un pequeño beso en los labios de Sergio

— Oh... — Entonces Sergio lo recordó, era su aniversario... — Maxie, no pude prepararte un regalo — Solo mintió, no sabía cómo explicarle que lo había olvidado

— No importa, tu presencia es más que suficiente — No entendía que le pasaba, tal vez estaba cansado, estresado o tal vez, solo tal vez, estaba perdiendo la memoria.

— Oh, Maxie, te prometo que el siguiente año te daré un hermoso regalo — Sergio besó los labios de Max al mismo tiempo que sentía el olor de las rosas, pero el problema era que ya no habría siguiente año.

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⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

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