12. El destino: sol, playa, arena y un francés.

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Betty no había logrado ver el mar desde la ventana del avión, y entre las muchas cosas que tuvo que hacer en su primer dia en cartagena solo le quedó admirarlo desde el transporte. Era grande, majestuoso, y azul. Al día siguiente, despertó más temprano de lo usual para poder bajar a la playa y finalmente, conocer en persona lo que siempre había querido.

Fue con su ropa de dormir y unas sandalias, y al llegar a la playa se las quitó para poder sentir la arena blanca que terminaba por colarse entre sus dedos. Caminó hacia la orilla, y dejó que el mar mojara sus dedos, se agachó para tocar el agua, tenía una temperatura deliciosa, llevó sus dedos a la boca para probar el agua, era salada, tal y como había leído y escuchado. Rió un poco, la verdad rió mucho.

Cartagena estaba siendo asombrosa para su corazón dolido pero también, estaba siendo difícil. Era un nuevo ambiente, diferente al de Ecomoda, siempre rodeado de glamour, pero, aquí, la belleza jugaba un papel importantísimo. Betty, quien a pesar de los esfuerzos de doña Catalina en intentar hacerla salir del cascarón, no lograban evitar la sensación de incomodidad que sentía en ese mundo. Al llegar a Cartagena, tuvo que presenciar los ensayos de las candidatas y Betty, con sus típicos vestidos se sentía como un oso polar en medio de la sabana. A pesar de esa sensación, intento serle lo más útil a Catalina, ayudándole con las muchachas, cuadrando con los transportes.

Catalina, quien, sabía que Betty no tendría nada blanco para el cóctel de la noche en el barco, tuvo a bien prestarle un pantalón blanco y una camisa de volantes blanca formales, Betty, no queriendo desentonar más de lo que había hecho tomó la ropa y, al verse al espejo casi no se reconocía, al igual que con aquel vestido morado de aquella boda que no quería recordar. Casi nunca usaba pantalones, únicamente tenía un vaquero que lo dejó de usar cuando salió de la universidad. A pesar de que se sentía como si estuviese en una piel diferente a la de ella, Betty sabía que sería mayor la incomodidad de andar en su vestimenta usual.

Ella se encargó de llevar a las candidatas y verificar que estuvieran completas y listas a la hora indicada. Ya en el barco, Catalina le presento a los organizadores del evento, y a Michele, un amigo muy guapo (Guapisimo, a Betty casi se le caen los lentes de la impresión) de doña Catalina que, a juzgar por la conversación pasaría mucho tiempo junto con ellas. Todo se desenvolvío a la perfección, Betty verificaba qué a ninguna de ellas le faltará algo. Que todo estuviera bien, pero, al observar todo, le entraba una tristeza, melancolía, mujeres tan hermosas, con el mundo a sus pies, Betty se preguntaba si ella fuese así de bella quizá, y solo quizá, Daniel la consideraría como un posible prospecto.

"Doña Catalina, las reinas ya se fueron, ¿Me necesita para algo más o puedo irme al hotel?"

Doña Catalina estaba hablando con Michele, y ella, dudosa a la pregunta de Betty.

"Sí... Sí, podríamos irnos ya..."

"¿Las llevo?" Preguntó Michele. Catalina le hizo un ademan de negación.

"Tenemos una Van... Pero si quieres, puedes traernos... Porque tenemos que cambiarnos e irnos al club. ¿Tú irás a la cena del club?"

"Por supuesto."

A Betty en ese momento le picaban las manos por irse a un lugar que estuviese solo, estaba abrumada. Todo eso la sonrepasaba, sentía demasiadas cosas al mismo tiempo, dolor, envidia, tristeza, y, al final, muy en el fondo, ilusión, de estar en ese lugar, con esas personas. Catalina vió pasar al mesero y le robó una de las copas de champagne que tenía en su bandeja y se la dió a Betty.

"Tome Betty, tómese esto y después vamos tomando camino."

Betty obedeció en ese momento y se lo tomó a sorbitos mientras escuchaba a Michel, era francés, vino a colombia por una colombiana, la colombiana la dejo  y él terminó quedándose y enamorándose de la cultura (ya sin la colombiana), tenía un restaurante que era bastante conocido. Estudio gastronomía en su país, y se había formado en restaurantes con estrellas Michelin (e inclusive, era Chef de Cuisine de uno antes de dejar Francia). Él fue muy atento con Betty, le preguntó sobre su vida, que hacía, dónde trabajaba y como se había conocido con doña Catalina, y Betty, contestó todo sin titubear, y lo considero un gran éxito.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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La Suerte, La Noche Y El Destino - Betty X DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora