CAPÍTULO 4

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-¿Por qué tu padre te está presionando, Dafne?

-Ya te lo dije, y eso no es de tu incumbencia igual.

-¿Por qué no puedo casarme contigo? Yo te amo

-No puedes porque no eres de la nobleza, y sabes que mi padre no lo permitiría. -Me levanté de la cama y me puse el vestido que traía.

Ella se para delante de mí, desnuda aún.

-¿Ya no te gustó? ¿Tienes a otra? ¿Por eso no quisiste hacer nada?

-Te dije que tengo muchos problemas en la cabeza, Clarisa, pero tú insístete en que viniera.

-¿Por qué te extrañaba, que tengo que hacer?

-Puedes irme olvidando, porque cuando me casé ya esto no va a suceder.

Me doy la vuelta, me peiné un poco y salgo de la pequeña casa.

-Princesa, ¿nos vamos?-me dice uno de mis guaridas.

-Sí, dame mi caballo.

Me monto en él y salgo cabalgando hacia el castillo. No he podido acostarme con Clarisa, ella me gusta, así que no sé por qué no pude. Tuve en la cabeza unos ojos negros que no me dejaron dar el paso.

Necesito encontrarla, necesito matarla y a lo mejor esto se vaya.

Llegué al castillo y voy hacia el cuarto que era de mi madre. Después de su muerte, mi padre no quiso dormir ahí, así que solo están las cosas de mi madre. Cuando entró, las lágrimas me brotan solas. La extraño mucho, no pude disfrutarla como quería, me la arrebataron antes de tiempo, cojo la manta que está en la cama y al olerla aún tiene su perfume. Me recuesto en dónde solía dormir ella abrazando su manta y me quedó dormida.

Despierto en medio de la noche con un poco de sed, así que me dirijo hasta la cocina a tomar un poco. Después voy hacia la sala de entrenamiento, necesito entrenar si quiero acabar con La Reina escarchita.

La sala de entrenamiento está especializada para no poder incendiar el lugar, por más que saque todo mi poder de esta habitación no saldrá.

Término toda sudada, con poca energía, ya que agoté toda en el entrenamiento. Decido darme una ducha, y me voy a mi cuarto, solo es tocar las sábanas de sedas y quedarme dormida.

<<<<<<<<<<<<Días después.>>>>>>>>>

Al despertar voy al baño, término y me dirijo hacia el comedor donde el desayuno ya está servido y mi padre a la cabeza de la gran mesa.

-Buenos días, padre -me siento a su lado.

-¿Buenos días, ya has conseguido a quién estará a tu lado?

-¡Padre, ¿es temprano en la mañana para comenzar con esas cosas, por favor? Te dije que en tres meses y aún no se ha cumplido el plazo.

- Espero por tu bien que la consigas, porque te buscaré una. Ya te lo dije, no sé cómo se te ha hecho difícil encontrar a alguien. Conoces a mucha gente de la nobleza que cualquiera pudiera estar a tu lado.

-Yo no quiero a cualquiera padre, yo quiero a alguien que ame.

-De amor no se hace el mundo cariño.

Dejo el tema, ahí no quiero seguir discutiendo con mi padre sobre eso. Hablamos de cosas triviales del Reino, me pregunta cómo voy con los entrenamientos, y cosas así.

Salgo del Reino después del desayuno con mi padre. La verdad es que no sé qué haré, también necesito acabar con Lana, por mi madre, por todos.

Voy en mi caballo hacia la entrada del bosque, no quiero acercarme mucho al castillo aún de Lana, primero tengo que idealizar un plan para eso, no quiero morir en el acto.

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