CAPÍTULO 6

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<<<<<<<<<<<Castillo Reclis>>>>>>>>>

- Señor, he buscado a la princesa en sus aposentos y no se encuentra. La cama está intacta, no ha dormido en el castillo, al parecer.

- Llama a los guardias a ver si la han visto salir.

-Sí, mi señor.

Los guardias se encuentran en una fila delante del rey.

- ¿Alguno ha visto a la princesa salir o entrar al castillo?

- Mi señor -pasa un soldado todo uniformado, con el emblema del Reino de color rojo.
La princesa llegó ayer en la tarde al castillo, pero no la he visto más.

- ¿Algún otro?,-se hace un silencio ¡¿Nadie sabe dónde está su princesa?!-El rey ya estaba irritado por no saber el paradero de Dhafne.

- Recorran cada parte del castillo y encuentren a la princesa, ¡¡¡ahora!!!

<<<<<<<<Castillo de Lana>>>>>>>>

Entran por la ventana unos minúsculos rayos de sol, haciéndome despertar. Me duelen las manos y un poco el cuerpo he estado en la misma posición toda la noche, y la malnacida de Lana, nos se ha pasado por aquí a nada desde ayer.

No sé qué pretende, ¿me matará? Se lo pregunté ayer, pero no me dijo nada. Necesito salir de aquí, de seguro mi padre ya anda buscándome, falta poco para que den con mi paradero.

Se escuchan unos pasos afuera de la puerta, esta se abre, dejándome ver una perfecta Lana. Con un vestido entallado a su cuerpo de color verde, adornos plateados en la parte de abajo y un escote en forma de V que deja poco a la imaginación, el pelo como siempre suelto, sus ojos mirándome como si pudiera ver algo más dentro de mí que ni siquiera sabría yo, junto con una sonrisa que enamora a cualquiera. En sus manos tiene una charola de oro, con una tasa con algo y algunas otras cosas mas.

- Te he traído esto, para que comas algo.

- Yo no te he pedido nada, y no sabía que atendieras a tus prisioneros tan bien.

- No lo has hecho, pero yo quise traerlo igual, y por lo otro, no eres mi prisionera, eres mi invitada.

- Ja, ja. ¿Atiendes a las invitadas así? No sé qué educación te dieron escarchita, pero no creo que sea la adecuada, pero de todas formas no pedí serlo, así que dime de una buena vez, ¿¡qué hago aquí!?

La veo sentarse en una esquina de la cama al lado mío, pone la charola en su regaso.

- Por ahora no puedo decirte, el porqué te traje, pero lo que sí te diré es que pienso hacerte cambiar como me ves ahora, Dhafne.

<<<<<<<Una semana después>>>>>>>

Llevó una semana, creo, desde que Lana me trajo a su castillo. Por raro que parezca, me ha tratado bien. Aún no sé qué quiso decir con que me haría cambiar la forma de verla, pero eso sería imposible. Ella mató a mi madre, yo solo puedo ver a una asesina disfrazada de una hermosa mujer, solo eso.

Las esposas no se de qué material están confeccionadas aún, o lo que tienen en sí. He intentado derretirlas con el poco poder que he sacado y siguen intactas. No sé por qué mi padre aún no ha venido a buscarme, quiero estar en casa.

Me maldigo por las veces que he entrenado, y no he sacado fruto, aún estoy aquí, y no he podido matarla.

Pérdida en mi mente, no me doy cuenta de que Lana está parada en la puerta tan radiante como de costumbre, y decir que su belleza supera todo lo bello del reino, es una mujer de otro mundo.

- Por la cara que tienes y el cómo me miras, diría que me estás desnudando en tu cabeza,- dice de la nada, haciendo que el calor de las mejillas suban a un tono notable.
Ja, ja ... Por tu reacción debo afirmar que estoy en lo cierto, cariño, solo tienes que pedirlo. -Se sienta en el borde de la cama, tocándome los pies, los cuales los encojo al mínimo tacto de sus delicadas y frías manos.

- No me toques y, aunque seas la última mujer en pie, nunca me fijaría en ti, eres una asesina, malnacida.

- Qué boquita tienes, cariño -se acerca más a mí. Trato de sacarme de las esposas, cosas que son inútiles, pero aun así lo sigo haciendo. Las gotas de sudor me bajan, haciendo que me ponga nerviosa su cercanía.

- Porque estás sudando tanto, y tu respiración está un poco irregular, diría que te pongo nerviosa, de seguro que si te tocó hasta me derrites, ja, ja, qué tierna eres, preciosa.

- No sé qué pretendes, pero juró que cuando salga de aquí, ¡te voy a destruir!

-Sí, lo que digas, a eso he venido, bueno, en parte, te enseñaré el castillo y me dirás qué te parece.

- Nunca dije que quería saber nada de este lugar, ni que me enseñarás que estamos en un témpano de hielo, no gracias.

- Aunque no quieras, lo verás, ya que si quieres saber algo de la muerte de tu madre, estoy segura de que lo harás.

Salgo del cuarto, con ella al lado, mis manos al frente, con las esposas, esas que aún no sé de qué están hechas.

-¿Podrías hacer esto menos pesado? -muestro a las esposas en las manos.

- Eso depende de ti, cariño.

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