6. Más que un Monsboy

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Marlene

Era la última semana del parque temático. Esa noche había tanta gente que fue una odisea circular por la entrada. Los disfraces más extraños acapararon la atención, así como diferentes personajes terroríficos.

Luan me llevó en su auto y allá nos juntamos con Cari, Jonathan y Cristian. La pareja fue disfrazada de zombi y mi amigo de payaso, excepto Cristian. Yo, en cambio, solo me puse el antifaz.

La vibra se sentía diferente, cargada. Quizás se debía a los nervios que me causaba el mensaje que le había enviado a Nic. Lo iba a enfrentar pronto, ¿habría visto mi confesión?

Tuve el impulso de salir corriendo. No obstante, me quedé quieta, al lado de mi amigo que debatía con los demás sobre algo.

—Hoy sí me da miedo —dijo Cari cuando unos tipos en zanco pasaron cerca de nosotros. En sus cabezas había un hacha y estaban manchados de sangre.

Me dio repulsión el maquillaje perfecto que simulaba que tenían la piel abierta.

Luan me agarró el brazo al momento en que empezamos a movernos. La música retumbó por los parlantes y cada rincón se llenó de aullidos. Miré alrededor, buscándolo.

—Eres tan obvia —dijo mi amigo en la oreja—. Aquí hay más que un Monsboy, Marle.

Su risa burlesca hizo que entornara los ojos.

—¿Te gustaría venir conmigo al pasadizo de las pesadillas? —me preguntó Cristian. Cari y su novio se habían desaparecido.

—Eso suena mal.

—Nos divertiremos —alegó, llevándose un cigarro a los labios.

Negué con la cabeza. Necesitaba verlo y corroborar qué pensaba de lo que le dije.

—Daré un paseo, Marle —informó Luan casi gritando—. Cualquier cosa, me llamas. —Me señaló con el índice a modo de reproche.

Me permití respirar porque Cristian se había ido con él.

Avancé como pude. El centro del parque estaba más despejado. El ruido estruendoso de muchos patines provocó que girara la cabeza. La euforia se apoderó de cada uno de los presentes cuando seis chicos y chicas se deslizaron por la calle.

Las chispas y humo los cubrieron casi por completo. Estaban vestidos de negro, con las caras pintadas de distintos colores y peinados llamativos.

Los gritos, correteos y risas colmaron el lugar. Esperé por él, pero salieron otros parecidos. Ninguno era el Monsboy.

Me hice espacio entre la gente, examinando cada personaje que aparecía. Distintos disfraces, diferentes máscaras y pinturas. Pero no él.

El corazón se me desbordó. El sudor se me escurría desde la frente hasta el cuello. La molestia en el estómago me desesperaba. ¿Cómo era posible que me afectara tanto alguien en tan poco tiempo?

Quizás la soledad me había jugado de mala manera. Quizás estaba necesitada de atención.

No conocía a Nic, ni siquiera le había visto el rostro. No debía sentirme como me sentía.

Una risa carente de gracia brotó de mi garganta. No tenía sentido.

Seguí caminando sin rumbo. Traté de animarme, me dije que disfrutaría algún juego o entraría a alguna caverna extraña llena de telaraña de las tantas que había.

—Por aquí.

Cristian me agarró de un brazo y me guio hacia el otro extremo.

—Pensé que estabas con Luan —dije mientras pasábamos por una tienda parecida a un circo tenebroso.

Aquel Octubre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora